Por qué la Revolución Femenil ha muerto y Becky Lynch es su única sobreviviente
La nostalgia puede poner a prueba la objetividad, y es por eso que en casi todas las épocas siempre está el que tiende a pensar que todo pasado fue mejor. Algunos sobrevivientes de los territorios ven a los mediados de los 80 como la desvirtualización del negocio, y la mayor parte de quienes fueron testigo del auge de la Hulkamania coinciden en que la New Generation Era fue un periodo de declive.
La Attitude Era, popular como lo fue, quizá no tenga tantos detractores –a pesar de que, como todo periodo, también tuvo sus puntos flacos–, pero no cuesta encontrar al que afirma que desde entonces nada fue igual y que salvo un par de casos aislados como Brock Lesnar o John Cena
, ya no hubo más estrellas reales. Lo que nos lleva (omitiendo a la Ruthless Agression) a la actual WWE. Entonces, ¿podemos decir con seguridad, y desligándonos de toda comparación, que esa afirmación puede aplicarse a la actualidad?Los ratings pueden ser un tanto engañosos, pues al ver la notoria decaída de los últimos años podríamos obtener una respuesta bastante concreta, pero no podemos dejar de puntualizar que la televisión en general ha perdido brillo a raíz de los servicios de streaming o el crecimiento del internet o las redes sociales. De hecho, hasta hace no mucho tiempo atrás, WWE todavía hacía números demasiado buenos para los tiempos que corrían, y por tal motivo es que USA Network quiso que Monday Night Raw se extendiera a las tres horas. Una decisión que a la larga terminó afectando; porque sí, las fajas de dinero fueron más gruesas, pero alejaron a los nuevos fans y hartaron a los de siempre.
Entonces empezó el problema real. WWE defendió a uñas y dientes su decisión, siempre priorizando el dinero
y haciendo ojos ciegos a otros factores igual de importantes. Coincidiendo con esto, empezó a hacerse notorio el hecho de que la compañía optaba por seguir impulsando a glorias ya consolidadas y a no concentrar su atención en el talento emergente (siendo los Nexus de 2010 un gran ejemplo). Llegó un momento en que las glorias empezaron a irse y la empresa no tuvo más remedio que intentar desarrollar nuevos rostros, pero ese cambio generacional no sedujo lo suficiente. No por culpa del talento, sino por la incapacidad de los altos mandos por cultivarlo apropiadamente.► El fenómeno llamado Becky Lynch
¿Cómo entra la Revolución Femenil en este mejunje? Después de esa introducción, y ya comprendido el problema de la escasez de estrellas en la actualidad, quiero hacer énfasis en el fenómeno de “The Man” Becky Lynch.
La irlandesa viene copando estelares por una repentina atención de la industria del entretenimiento hacia ella por su increíble capacidad de cautivar a las masas. Extraño no le hace justicia como término descriptivo. Porque
Cuando Vince McMahon apuntó a Charlotte Flair como su bandera femenil y Ronda Rousey se subió al barco para acompañarla, Becky no se quedó atrás y terminó eclipsando a ambas apenas se le dio la oportunidad. Cuando muchos pensaban que lo suyo sería un
► La Revolución Femenil ha muerto
Para hacer las cosas todavía más impresionantes, basta echar un vistazo a la situación de la división femenil de WWE. La compañía adoptó el movimiento como una “revolución” en 2016. Lo que empezó como algo flojo y un poco forzado fue tomando forma y floreció rápidamente, destacando especialmente aquellos mano a mano entre Charlotte y Sasha Banks bajo diversas estipulaciones. En ningún momento hubo un manejo brillante de la división, ya que se veían muchos huecos en luchas por parejas improvisadas u otros combates de relleno, pero siendo justos, realmente se llegó a instancias antes impensadas, como encabezar PPVs.
Mientras tanto, el discurso de WWE fue autocrítico y en él reconocieron que en el pasado solían orientar su producto hacia un contenido más sexual en lo respectivo a las mujeres,
De revolución, el discurso pasó a ser de «evolución». Evolution fue un muy buen evento que demostró que cuando se lo proponía, la empresa podía hacer grandes cosas. WrestleMania 36 tuvo a Rousey, Lynch y Charlotte en el main event, con una historia cocinada a fuego lento y bien desarrollada. Y así como así, coincidiendo —aunque no fuera ninguna coincidencia—con la salida de «Rowdy» de WWE, el tan trabajado y orgullosamente expuesto impulso fue cuesta abajo.
Fuera por que la ida de Rousey quitó inspiración o porque pensaran que sin ella no valdría la pena hacer grandes esfuerzos o… Planteémonos el siguiente escenario: sin «The Baddest Woman on the Planet» en los alrededores, ¿qué combate femenil consideran digno de estelarizar hoy el Show de Shows? Las variables son limitadas, por no decir nulas.
La idea de robustecer a la división es ya cosa del pasado: no duró más que un par de años. Mientras que SmackDown lucha por encontrar una retadora creíble para su Campeonato, en Raw se agotan las opciones. El miedo de los directivos por quitarle esplendor a «The Man» hace que les aterre despojarle del oro, y
No estoy comunicando ninguna novedad al comentar que la devaluación de todos los títulos de WWE ha llegado a un punto nunca antes visto (a mediados de los 80, eran muy pocos los afortunados), pero el Campeonato de Parejas Femenil ha sido algo más desde un principio. Nada más inútil que un Campeonato sin valor.
¿Las historias? Resulta indignante que las más desarrolladas sigan siendo las románticas, en una muestra de que las cosas no han cambiado tanto como tal vez quieran hacérnoslo creer. Las rivalidades a las que más atención y empeño les ha puesto la empresa en tiempos recientes han sido de esta índole: triángulos amorosos. Con Lana, Rusev y Bobby Lashley (arrojen a Liv Morgan también por ahí) por un lado; Dolph Ziggler, Mandy Rose y Otis por el otro. La evolución se frenó abruptamente: salvo «fijos» como el Royal Rumble o el Money in the Bank, ya no vemos combates con estipulaciones.
En resumen, la Revolución Femenil ha muerto. No está más viva de lo que estuvo en 2002, 2003 o 2004, con Superestrellas del calibre de las anteriormente citadas. Lo positivo es que nunca es tarde para revertir la situación, y en una organización tan pudiente como WWE, ni siquiera tan complicado.
Si bien jamás viene mal alguien de su renombre, no hace falta de una Ronda Rousey para dar atención a las mujeres; talento hay de sobra. Puede que este no sea el momento adecuado para contratar, pero realmente no hay techo cuando tienes a disposición prácticamente a todo aquello que deseas. La escasez de nuevas estrellas vuelve a interponerse, y es aquí donde la creatividad debería ganar terreno: stables, historias más desarrolladas, nuevos rostros y, por favor, variedad.