Recordando WCW Halloween Havoc 99: y quedarán las luchas
Halloween, esa fiesta pagana que tanto impulso tomó en un país tan cristiano como EE.UU. a raíz de la película homónima dirigida por John Carpenter y experimentó una expansión internacional tras el histórico éxito del short-film (y canción y LP homónimos) Thriller (RIP Michael Jackson), tiene un hueco especial en el corazón de muchos seguidores de lucha libre.
No por Carpenter ni Jackson, sino por WCW, empresa que empleó esta celebración como trasfondo para uno de sus eventos estrella del año, Halloween Havoc, entre 1989 y 2000, pues desgraciadamente el producto de Ted Turner sólo sobrevivió hasta marzo de 2001, cuando pasó a ser propiedad de Vince McMahon.
Y si bien Halloween Havoc 2000 marcó el final de la cronología,
► La gran falacia
Pensaba un servidor escribir artículo a modo de «retro review» de WCW Halloween Havoc 1999, por cumplirse ahora 25 años de su celebración. Pero he preferido utilizarlo como punto de partida para analizar la evolución de la lucha libre estadounidense en este último cuarto de siglo. O más bien, sin ser tan ambicioso, para rebatir esta argumentación que Becky Lynch expuso en 2021.
[…] La historia está por encima de todo. Creo que a veces, como luchadores que nos gusta la lucha libre, queremos tener un combate sin tener en cuenta la historia. ¿Tiene sentido eso? A veces puede complicar las cosas. Y realmente,
lo que todo el mundo recuerda son las historias, no los movimientos.Anuncio
Que conecta con la siguiente reflexión hecha por Chris Jericho el pasado año.
«En la lucha libre los personajes lo son todo. Los movimientos son importantes y los combates son excitantes, pero tienes que conectar con la audiencia. Es como la comedia, o la actuación, o cualquier cosa. Tienes que conectar con la audiencia. Si puedes hacer eso a un nivel alto, la audiencia pagará para verte y estará interesada en lo que haces. Es lo más importante de la lucha libre, la narrativa. Habrá combates locos, donde la capacidad atlética sobresalga, pero la historia detrás de ellos es lo más importante».
Lynch y Jericho tendrán muchísimo conocimiento del pancracio, no seré yo quien lo dude. Pero les invito a hacer una «retro review» de WCW Halloween Havoc 1999, visionando el show al completo de principio a fin. Y cuando la acaben, espero mantengan la coherencia de seguir afirmando que lo realmente importante en la lucha libre es la historia/narrativa.
Desde la perspectiva del luchador, Lynch y Jericho muestran una postura entendible. Pero desde la perspectiva del espectador, verdadero artífice del legado de un talento, «The Man» y «Le Champion» muestran una postura muy alejada de la realidad. Si Halloween Havoc 1999 se considera uno de los peores eventos de pago por visión de la historia de WCW es por la escasa calidad de sus luchas, no por el trasfondo narrativo de estas.
No hay un solo encuentro memorable, y por ende revisionable, de todo el cartel, que, para más inri, presentó un total de 10. Tal vez sólo el Eddie Guerrero vs. Perry Saturn, aunque estos tuvieran mejores noches y el final por DQ (luego de que Ric Flair golpeara a Guerrero) fuera un coitus interruptus. El resto, mejor olvidarlo.
Muy distinta sería una «retro review» de WCW Halloween Havoc 1993, mejor entrega de toda la saga halloweenesca. ¿Y qué creen la hace revisionable? No, no el trasfondo narrativo, sino el nivel «in-ring» de varios de sus choques, caso del estelar entre
Y es que un show resistirá el paso del tiempo por lo que al fin y al cabo consiste la lucha libre: contar una historia a través de movimientos sobre el ring. No se lleven a engaños. La narrativa, claro está, es importante, y no es incompatible con la acción. Precisamente los grandes combates son los autosuficientes, los que, como el mencionado Vader-Jack, no necesitan de entrada en contexto, no necesitan que un seguidor, 31 años después, deba hacer «briefing» de toda una rivalidad revisionando promos o segmentos previos.
Una vez más, falacia de una absurda diatriba: la lucha o el drama.
► Tiempos pasados, ¿siempre mejores?
Más curioso aún que leer aquel juicio en boca de Jericho es leerlo en boca de Lynch, gladiadora adscrita a la actualidad, donde, por suerte, el wrestling muestra una necesaria evolución respecto a los 90 y los shows que presentan las grandes promotoras intentan cuidar siempre el factor combates. De otra forma, sin mostrar ese salto de nivel entre las doce cuerdas, la lucha femenil nunca habría obtenido la consideración actual sobre suelo yanqui, en odiosa comparativa a cómo lucía un cuarto de siglo atrás.
Y mucha «culpa» la tiene AEW, compañía que en términos «mainstream» (pues de cierta manera recoge el espíritu de algo que ROH y PWG ya venían haciendo en las ligas alternativas) cambió de cabo a rabo la lucha estadounidense, al introducir un respeto por lo que sucede entre toque de campana y toque de campana que se reproduce a otros productos. Si las historias son lo más importante y no los combates,
No siempre tiempos pasados fueron mejores, especialmente hablando de lucha libre en USA. Toda aquella generación de veteranos que representa Eric Bischoff, principal voz crítica contra AEW, dejarían un legado de beneficios económicos incontestable. Pero si como consumidores rascamos un poco la superficie y revisionamos esa aparente «edad dorada» del wrestling, (y aquí extiendo mi radar a la entonces WWF o ECW) comprobaremos que su legado luchístico es muy débil, ya que los grandes combates, como tuétano de esta disciplina, pueden contarse con los dedos de una mano.
La nostalgia y el autoengaño, tan lejanos, tan cercanos.