¿Qué es lo que pasa en WWE?

Cuando tenemos una fórmula que funciona, es muy complicado modificarla sin que las partes alrededor de ella sufran cambios drásticos y traumáticos. La WWE se convirtió rápidamente en una empresa que nos acostumbró a una fórmula atractiva, que lentamente ha envuelto a millones de personas en este planeta hacía el monstruo mercadológico que es. Sin embargo, semana tras semana. Pago por evento tras pago por evento. Los fanáticos seguimos preguntándonos: ¿Cuál es el destino de la empresa fuera de la mano de Vince?

La lucha libre, siempre ha fabricado todo tipo de personajes que nos han ligado de forma emocional o situacional en el entorno objetivo del entretenimiento. La salida de CM Punk después del Royal Rumble fue una evidente forma de manifestación por la “victoria” de Batista en el primer y uno de los más importantes pague por ver del año, lo que nos habla del profundo y grande vacío de argumentos fidedignos que los creativos tienen en la empresa.

La desgastante Cena dependencia que tiene aún la WWE sigue haciendo evidente la incapacidad en la creación de personajes icónicos como un Hulk Hogan, un Undertaker, o un Shawn Michaels; vaya, hasta las mismas intervenciones del propio dueño de la empresa eran más creíbles que los bodrios que tenemos en este momento con el sobrevalorado (como administrativo cabe mencionar) Triple H; que observa con desdén, como lentamente su gestión se le escapa de las manos. Kane como “ajusta cuentas” de los dueños sin un bando específico. El Big Show completamente abandonado en la banca, Sheamus apático a su personaje, 3MB como bufones constantes y figuras como Rey Misterio, Alberto del Rio, Big E, Damien Sandow, Dolph Ziggler y Kofi Kingston como mid card (de lujo cabe mencionar) hacen cada vez más escandaloso el entretenimiento cubista del asesino cerebral. La anexión acertada de personajes como The Shield (desmembrado en un intento desesperado de darle otro giro al feudo rumbo a SummerSlam), el “veterano” Rob Van Dam, Los Wyatt, el temible Rusev, y el desagradablemente positivo Bo Dallas, son como siempre, el camino correcto de creación de nuevos ídolos, que a pesar de que están muy verdes, tienen en la experiencia del vestidor la capacidad para salir adelante.

Pero, un personaje no puede crearse a base de caprichos de vestidor. Un talentoso luchador como Damien Sandow es convertido en bufón, sin ningún futuro, a la sombra de un creciente y siempre agradable Wade Barret que lentamente se sigue posicionando, desde Nexus, como el nuevo villano de la empresa haciendo evidente que desde el vestidor sigue siendo apoyado, y empujado a explorar diferentes versiones de su lucha.

Y es que la derrota de Bray Wyatt ante John Cena en Payback y la tediosa, en verdad nefasta obsesión por “quitarle” el cinturón a Daniel Bryan, nos habla de nuevo de que gente con mucho talento, con personajes sólidos, y con un convincente empuje del público se ven apabullados por un solo personaje que lleva en el nombre el peso suficiente para ganar.

Y es que desde enero del 2014 la WWE comenzó con el pie izquierdo. La llegada y victoria de Batista de forma más que insulsa en el Royal Rumble, comenzó con la debacle de uno de los personajes más queridos de la empresa por la falta de credibilidad de su victoria. Nadie duda de la calidad de Batista, nadie, pero si se duda un poco del amor al público y a la empresa después de que a base de puro tuit se dedicó a denostar al universo y los fanáticos, los cuales, ya comprobó, no olvidan.

Todos los fanáticos, aún recordamos la llegada sorpresiva de un joven John Cena a un Royal Rumble, eliminando a Triple H, y colocándose en la mira del campeonato, ¡Eso era la WWE!, una empresa plagada de sorpresas que cuál película de suspenso, te mantenía siempre en la orilla esperando un nuevo bemol que te hiciera sonreír; pero (si, ese PERO lamentable en todas las situaciones) ya no existe en nuestro días, dejándonos caída con caída más decepcionados.

Pero, ¿Qué es lo que pasa con la WWE?

Definitivamente, el enfoque creativo se ha convertido en el talón de Aquiles en este año, de una empresa que ve como sus leyendas lentamente se niegan a luchar, y que la creación de sus personajes principales se disipa de forma alarmante. Es interesante ver reacciones más apasionadas del público ante canciones como a de Adam o Fandango que ante el luchador en si (ambos de los ejemplos, buenos luchadores con asquerosos personajes)

Vince anunció con bombo y platillo que dejaba el futuro de la empresa en la “nueva generación” que prácticamente ha degenerado el concepto esencial de la empresa: El entretenimiento.

La empresa debe dar un golpe de timón, por qué los miles de fanáticos alrededor de todo el mundo nos encontramos cansados que después de tres horas, nos quedemos con las ganas de saltar de nuestro asiento…. ¡pero a nuestras camas!…. por que ya no existe la emoción de antaño, la platica emocionante, la sonrisa al hablar de capítulo de la semana.

Y es que el talento sobra en la WWE, pero, como lo dije al principio de estas letras, todo cambio viene siempre con muchos dolores, muchos sin sabores, muchos problemas que, paradójicamente, se llaman Evolución.

Hasta la próxima.