Por qué John Cena no debió ganar en Royal Rumble (2017)
AJ Styles y John Cena volvieron a acaparar el protagonismo del último PPV de WWE, incluso por encima de la Batalla Real (en mi opinión, algo decepcionante). Un duelo que muchos han comparado ya con el Kenny Omega vs. Kazuchika Okada de Wrestle Kingdom 11, pero que un servidor considera el peor de su serie de tres enfrentamientos; incluso el de Money in the Bank (2016) me pareció superior, pese a su final. Sin embargo, no es este es el tema del artículo.
Lo que quiero expresar es mi reticencia a la decisión de que Cena consiguiera el pasado domingo su decimosexto campeonato mundial.
Si esto no sucede, se supone que el Campeonato WWE cambiaría de manos en EC, y Bray Wyatt sería el nuevo portador. Así pues, Orton vs. Wyatt para WM; nada que objetar respecto al combate. Pero, ¿qué pasa con Cena? Que sólo ostentaría el título durante dos semanas, un plan creativo injusto para Styles y fútil para el actual campeón. Sacrificar un buen reinado en pos de una hazaña como la de igualar a Ric Flair me parece bien, siempre y cuando se persiga una razonable continuidad. Ya lo expresé en un artículo hace algunos meses.
De acuerdo, ni se ha batido el récord ni puede esperarse una regularidad de Cena tras «La Vitrina de los Inmortales», pero todo choca con el gran argumento de Vince: cimentar un futuro. Personalmente, no creo que esta fuese la razón por la que se decidió cancelar el Cena-Taker, tal vez asuntos internos que ignoramos se escondan detrás. Si la cúpula directiva considera que el rapero ya no está por la labor de mantener una regularidad en la compañía, debió descartarse la idea de otorgarle en estos momentos la correa.
Aunque en términos formales no puede hablarse de «futuro» si nos referimos a Styles, su gran 2016 lo hacía merecedor de llegar a Orlando con el Campeonato WWE alrededor de la cintura. Y si no podía ser este el caso, al menos que el sacrificio tuviera un fin menos individualista, más allá del de sumar otra muesca en la culata de Cena.
Estamos en un momento que, ante unos elencos tan amplios y tal cantidad de Superestrellas de calidad, resulta imposible que una decisión creativa así no trunque el ascenso de algún luchador. Hay que elegir entre pasado o futuro, y no parece que WWE esté por la labor de confiar en su horizonte; de ello dio muestras la reciente Batalla Real, tal y como apuntó mi compañero Sebastián Salgado. Algo que, veladamente, también está ocurriendo en NXT, donde los últimos 3 máximos monarcas superan las 35 primaveras (Bobby Roode casi llega a las 40).
Quiero concluir volviendo de nuevo al frustrado Cena vs. Taker, porque lo considero la única opción que justificaba la victoria del primero en RR. Quizá alguien haga entrar en razón a Vince in extremis, aunque ya se vería algo forzado, parece difícil reconducir el camino de ambos. Casi todas las señales indican que el último combate de «El Fenómeno» en su escenario por antonomasia será contra otro luchador. Esperemos que no se repita el fiasco de WM 32. WWE posee un largo historial de oportunidades perdidas.