Las dieciséis luchas que WWE descartó para WrestleMania 35
Quizá influenciado por el hecho de sentir el aliento de All Elite Wrestling en su nuca, este camino a WrestleMania resultó uno de los más particulares de los últimos años. Con un constante movimiento en las oficinas de la empresa, talento también, y con el gran plus que generó el prematuro —pero infinitamente bienvenido—regreso de Roman Reigns, pesó también en la sala creativa.
Fue así como el cartel se fue formando en fechas límite y al paso de las circunstancias; un cartel que no quiso dejar fuera a nadie. Todo un tema, pues más de uno lo considerará un tanto forzado, y es que refleja una actualidad evidente por donde se la vea: la abundancia (y en el mal sentido) del elenco.
Nos cansamos de repetir que hoy se goza de las filas más talentosas sobre las doce cuerdas desde la existencia de la lucha libre, pero la cantidad ya empieza a ser un problema. Echemos un vistazo sino a la camada de Superestrellas NXT que han ido sucediéndose en los últimos meses. En la gran mayoría de los casos, sus presentaciones se dieron de manera muy pobre, entre interrupciones y falta de rumbo.
Repasando los combates, no encontrarán ni uno solo que incluya a un/a gladiador/a emergente (fuera de las Campales). Lo tardío que fue todo, no obstante, tuvo además relación con la toma de decisiones. Me explico: WWE planeó en todo momento; que haya ido moviendo piezas es otra cosa. Si comparamos el cartel original con la forma que el show, nos sorprenderemos de la cantidad de cambios, y he aquí algunos de ellos.
John Cena estuvo en planes permanentemente. En un principio iba a enfrentarse a Lars Sullivan, pero los problemas de «The Freak» obligaron la marcha atrás, pasando a ser sustituido por Drew McIntyre. Roman Reigns retornó. Durante su ausencia, Seth Rollins vs. Dean Ambrose estuvo en discusiones. Antes de la leucemia, él estaba pactado para luchar contra «El Medio Lunático» por el título Universal. Todavía pudo suceder al volver (sin oro de por medio), mas la salida de Ambrose lo llevó al descarte.
Ahí apareció el nombre de McIntyre, y Cena volvió a quedarse sin rival. Surgió en la conversación la figura de Samoa Joe, tal como en WrestleMania 33. Rey Mysterio vs. Andrade venía desarrollándose desde hacía varios meses, y la idea de un Máscara vs. Cabellera se puso sobre la mesa para darle más interés. Por un motivo u otro, Vince McMahon se arrepintió y situó a Mysterio en la órbita del Campeonato de los Estados Unidos, dejando, otra vez, sin emparejamiento al dieciséis veces Campeón Mundial.
En algún momento, se dijo que Braun Strowman y McIntyre eran candidatos a cerrar la velada. Claro, cuando ambos estaban en la punta del Everest. Cuando la llama apagó, Triple H hizo campaña por su protegido, Rollins, para que hiciera los honores con Brock Lesnar en el plato fuerte. El main event, gracias a su gran desarrollo, terminó yendo a manos de las mujeres.
Lo que comenzó con Ronda Rousey y Natalya —que se deshechó por la muerte de su padre, Jim Neidhart, y se quiso evitar un cambio a ruda de la canadiense—, se movió a Rousey vs.
Entrenando, Triple H se lesionó a fines del año pasado y puso en peligro un mano a mano con Batista. El rival alternativo que se manejó para «El Animal» fue Randy Orton. A todo esto, hubo charlas de cerrar el círculo con un
No hizo falta. Asimismo, Ambrose y EC3, Asuka vs. Lacey Evans (luego Asuka vs. Mandy Rose), un Ladder femenil, otra defensa a múltiples bandas del Campeonato Intercontinental —antes de anunciarse el Bobby Lashley vs. «El Rey Demonio»—estuvieron a punto de ocurrir, al igual que Daniel Bryan vs. Kevin Owens por el Campeonato WWE. No hace falta explicar las razones detrás de este cambio… o, citando a Hulk Hogan, sólo diré que la «¡KofiMania Runned Wild!».
