La historia que no nos contaron entre Jake "The Snake" Roberts y Ultimate Warrior
Ultimate Warrior hace honor a su legado y, sobre todo esta semana, ha vuelto a protagonizar titulares de todos los colores gracias a los dos documentales que se han estrenado en diferentes cadenas norteamericanas. El primero, que se estrenó el pasado domingo 23 de mayo en A&E, contó con el beneplácito de su segunda esposa, así como de sus hijas, quienes protagonizaron gran parte de las entrevistas del mismo.
El segundo, que se emitió anoche en el canal Vice y contó con la aparición de la primera esposa de Warrior, tuvo un cariz mucho más oscuro, aunque no tanto como se esperaba al pertenecer a la serie «Dark Side of the Ring». Gracias a este conocimos los motivos del fracaso de la historia que tenía que haber enfrentado a
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► Del odio al perdón en «sólo» 24 años
Jake Roberts, más conocido por el sobrenombre de «La Serpiente», fue una de las Superestrellas más destacadas de WWE en la época de los ochenta y noventa, sin embargo, nunca llegó a conseguir ningún título en la compañía que ya por aquel entonces dirigía Vince McMahon; pero esto iba a cambiar con Ultimate Warrior como campeón. En plena cresta de la ola y tras derrotar a Hulk Hogan en WrestleMania VI, Warrior, siempre según el documental, era una de las personas más complejas con las que trabajar hasta el punto de tener que pedirle permiso si querías ser su rival por el campeonato. Así lo contó Jake Roberts:
«Por fin después de muchos años me iba a llegar el momento
Con Warrior en caída libre, tanto profesional como sentimentalmente, esta historia nunca llegó a concretarse, ya que el campeón fue despedido por Vince McMahon varios meses después. Jake «The Snake» nunca recibió la oportunidad de luchar por el campeonato y
«Tenía un tubo de monedas en mi mano y estaba dispuesto a romperle la cara. Fui a esperarle a que saliera de su camerino, porque claro, Warrior es Warrior y estaba en un vestuario separado con su seguridad especial y toda esa parafernalia. Estuve esperando mucho tiempo y a cada minuto que pasaba me calentaba más y más. De repente, me tocan en el hombro y cuando me di la vuelta era él. Con las manos en alto me dijo: ‘No digas nada, déjame que yo lo arregle. Quiero pedirte perdón a ti y a tu familia. Por aquel entonces no era yo, era otra persona y si sirve de algo me gustaría decirte que lo siento y te pido perdón. Me desarmó, fue una lección de vida, una auténtica lección la que Warrior me dio aquella noche».