El Campeonato Intercontinental: historia de lo que pudo ser
Campeonato Universal WWE. No puede negarse que, siendo benévolos, se trata de una denominación un tanto grotesca para la más reciente creación de las mentes pensantes de la compañía. Así lo anunciaron Stephanie McMahon y Mick Foley en el primer Raw de la nueva era, y con él se cerrará presumiblemente SummerSlam 2016, cuando conozcamos su primer portador: Seth Rollins o Finn Bálor. Un duelo que promete calidad luchística, pese a los errores que, a mi juicio, comete WWE en el ascenso del irlandés.
Como comenté en un reciente artículo, el show rojo está asumiendo el rol esperado por SmackDown; no sólo por los talentos traspasados, sino ahora además por el nuevo cinturón que vendrá a ocupar el lugar del clásico Campeonato Mundial de Peso Completo. Decisión que considero acertada y se antoja refrescante, pues recuperar aquel campeonato hubiese supuesto un paso atrás tras la unificación de títulos en 2013. Sin embargo, y
De nuevo, me reitero en mi posición de que si este cetro se hubiese promocionado de la manera correcta, la forja de uno nuevo no hubiese sido necesaria, ya que por simple prestigio histórico, podría figurar en Raw como equivalente del Campeonato Mundial WWE. Coincido en las buenas intenciones por parte de los creativos, pero mostrando la actitud que la IWC demanda en cuanto a oportunidades y calidad luchística, hubiese sido suficiente. No queremos campeonatos con nombres rimbombantes que sirvan para marcar fronteras entre estelaristas y luchadores de medio cartel, sino buenos shows con buena lucha libre. Queda la esperanza de que al recalar en SD, la tradición de grandes luchas que guarda el Campeonato Intercontinental se mantenga, si es que Shane McMahon finalmente es capaz de darnos lo que promete. Esperanza complicada ante el empuje del naciente Campeonato Universal WWE, que durante estos primeros meses es de esperar que se alce en primacía.
Tras 41 años y 78 campeones, el Intercontinental está quizá en su momento más bajo. Y no ayuda a disipar la sensación el actual reinado de The Miz, pues la buena dinámica de disputas que en el último año nos estaba deparando este estandarte se ha visto truncada de un tiempo a esta parte (exceptuando el gran Fatal 4-Way de Extreme Rules 2016). Tampoco puede obviarse, discúlpenme aquí los fanáticos de Mike Mizanin, que el portador debe estar en consonancia de lo que porta su cintura… WWE perdió una gran oportunidad en mayo de 2015, cuando Daniel Bryan lo dejó vacante y a la altura, esta vez sí, de su reputación. Aquí residió la clave, ya que Ryback no logró mantener el buen momento de forma durante un mediocre recorrido de 4 meses, y aunque a posteriori Kevin Owens y Dean Ambrose hicieron un buen papel, el daño estaba hecho.
¿Quién hubiera resultado la mejor opción cuando por aquel entonces quedó vacante? John Cena
, sin lugar a dudas. En esas mismas fechas, WWE lo empleó a fin de dar empuje al Campeonato de los Estados Unidos, trabajo que cumplió con creces. Así que hubiese bastado con que enfocase sus miras en el cinturón que nos ocupa, seguido de una labor intensa por parte de los creativos, para devolverle su status de segundo horizonte dorado de la compañía, tal y como sucedió a principios de 1990. Rollins y Cena lucharon en SummerSlam 2015 por el Campeonato Mundial de Peso Completo WWE y el de los Estados Unidos, analogía que hubiese funcionado muy bien para el Intercontinental, rememorando así el mítico Hogan–Warrior de WrestleMania VI. Todo esto puede sonar inconcebible, pero sabemos que WWE consigue elevar casi cualquier cosa que se propone en un tiempo récord. Y no quiero mirar a Dolph Ziggler.Otra de las posibilidades que hubiera propiciado esta teoría tiene que ver con mis argumentos en contra de la separación de marcas. Un exceso de títulos resulta casi siempre desconcertante, y suele rebajar la intensidad de las rivalidades, más si cabe teniendo en cuenta que el tono PG no tiene visos de diluirse. Haciendo caso a las informaciones que auguran 4 nuevos de ellos (Universal WWE, división crucero, femenil y por parejas), esperamos contar con la colosal cifra de 9 bajo los dos elencos principales. En mi opinión, un panorama a todas luces excesivo. Y también excluyente, por ejemplo, con el de la división crucero, que en un contexto más reducido, brillaría con fuerza. Por no hablar de la situación a la que se verá relegado, con las decisiones previstas, el de los Estados Unidos. Pero esto ya sería otro tema…
En definitiva, la creación del Campeonato Universal WWE responde a un favoritismo que Vince McMahon está otorgando a la facción de su hija, absurdo capricho a mi juicio. Potenciar lo que ya se tiene no implica anquilosamiento, sino pragmatismo, considerando que se infravalora la historia de un cinturón por el que han sudado sangre nombres como Randy Savage, Bret Hart, o Shawn Michaels, entre muchos otros. WWE se equivoca olvidando su pasado precisamente en el sentido más necesario.