Murió Rubén Juárez, el asesino de gigantes
Rubén Juárez acababa de cumplir noventa años el pasado 20 de mayo. En su vida fue uno de los luchadores más trascendentales para la lucha libre mexicana, más allá de lo que la lucha libre mexicana se ha dado cuenta. Su historia, su legado no se escribió en una sola arena, no se escribió en una sola ciudad, ni siquiera en un sólo país. Juárez fue una especie de Marco Polo, que abrió plazas con su talento, con su pasión y su amor por el deporte espectáculo.
Nacido en Monterrey, comenzó a temprana edad a aficionarse por los deportes, pronto descubrió la lucha libre y bajo las enseñanzas de Benny Llamas, el joven debutó en una pequeña arena regia en 1955 por recomendación de don Chucho Garza Hernández.
Las giras por el centro del país comenzaron junto a su eterno compadre Humberto Garza. En 1960, el Campeonato Nacional de Peso Semicompleto había quedado vacante después de la infame lesión que Antonio Hernández, El Espectro, sufrió y lo marginó por muchos años de la lucha libre. La Empresa Mexicana de Lucha Libre organizó el torneo para sacar nuevo monarca, por tres semanas la Arena Coliseo de Occidente, fue testigo de como ocho luchadores rankeados buscaron la corona: Joe Marin, Tony López, Bobby Bonales, El Espanto I, El Gladiador, Cavernario Galindo, El Enfermero y Juárez fueron los convocados.
Juárez consiguió entonces hacerse de muchas rivalidades. Defendió la faja ante los mejores: Ray Mendoza, Henry Pilusso, El Gladiador, Tomás Riande y muchos más. En una de esas defensas, Ruben retuvo ante El Espanto II, quién no quedó conforme y consiguió que la rivalidad fuera incrementándose. Hasta que llegó el punto de no hay marcha atrás, y ambos gladiadores decidieron apostar el honor:
Apenas, el 6 de septiembre pasado, se cumplieron 54 años del duelo, la Arena México estuvo llena, como lo ameritaba un aniversario más de la fundación de la EMLL. La gente estaba expectante, aunque en su mayoría apoyaba a Juárez, el peso de la máscara del segundo Tinaco (apodo que el público les brindaba a los Espanto por su corpulencia) le daba un desánimo a la afición. Juárez nunca lo consideró relevante, él salió a dar todo en el ring y ganar. Y lo consiguió en uno de los triunfos más inesperados de la historia de la Arena México, Fernando Cisneros Carrillo daba la cara y era el primer Espanto en hacerlo.
Los bonos de Juárez se elevaron por las nubes: revistas especializadas, fotonovelas y un sinnumero de invitaciones lo convirtieron en uno de los más cotizados. Pero el ego de los Espanto estaba dañado. Así que el I lo acorraló, primero el Campeonato una semana después. Después otra vez la cabellera contra la máscara. Ahora era Juárez el favorito. En esa ocasión cayó.
Pero Juárez no sólo logró destacar en México, incursionó al menos dos veces en Japón y en varios lugares de Estados Unidos. Aunque su leyenda principal la hizo en California. Al llegar al Olympic Auditorium, de Los Ángeles, no fue extraño que comenzara a destacar de manera exponencial, y más porque su valor y su temple lo hicieron ganarse el mote de The Giant Killer (el asesino de gigantes), tras vencer de manera sorprendente a dos colosos incólumes, primero el 28 de julio de 1972 al pasar en una estupenda lucha ante el futuro Campeón Mundial de Peso Completo WWWF (WWE), Super Star Billy Graham, y posteriormente al entrar en un temible pique contra al ex jugador de futbol americano Ernie Ladd, futuro miembro del WWE Hall of Fame, el 18 de agosto de 1972, Juárez le propinó una inimaginable derrota: ¿Quién iba a pensar que un mexicano de 1.80 mts. Iba a ponerle una felpa de alarido a un gigante moreno de más de dos metros en menos de siete minutos?
Otro de sus encarnizados rivales de Juárez en el Auditorium fue el coreano Pak Song, un gigantón y malencarado, que siempre ocasionó problemas al norteño en sus duelos, que para ese entonces eran de parejas, pues junto a Raúl Reyes eran los Campeones de Parejas de las Américas NWA,
En esos días, el máximo rufián de la comarca era John “Maniac” Tolos, con quien comenzó rivalidad, y tras varias victorias dudosas de parte de Tolos y sus compañeros, el mexicano pidió un mano a mano, el cual se realizó el 26 de septiembre de 1973, sin embargo la lucha terminó en empate, pues la contienda llegó a los veinte minutos pactados sin que hubiera vencedor ni vencido. Se pactó la revancha en jaula para el 19 de octubre. Rubén declaró a los medios que si perdiera esa lucha no iba a seguir luchando en California por el puro orgullo. Así, se dio la tremenda lucha en jaula, la cual terminó a favor del mexicano ante más de cuatro mil personas en una función de martes.
A mediados de 1974, el promotor LeBelle lo veía con los méritos suficientes para enfrentar al Campeón Mundial de Peso Completo NWA, Jack Brisco, y pidió a la Alianza esa oportunidad para hacer esa lucha en el Auditorium. Juárez en ese entonces declaró a la prensa:
“Cuando era muy joven, en México, mi padre siempre me decía que tratara de ser el mejor en cualquier cosa que yo hiciera. Es por eso que quiero una lucha por el Campeonato Mundial NWA. Para ser el mejor en la lucha libre le tengo que ganar al Campeón Mundial”.
Sin embargo el duelo nunca llegó y Juárez prefirió al poco tiempo volver a su Monterrey donde no sólo ya era un luchador estelar, sino que también comenzó a ser el programador y matchmaker de la Monumental y la Arena Coliseo de esa localidad.
Con el paso del tiempo el gladiador se retiró a finales de los setentas, siguiendo con las otras actividades luchísticas. Mucha gente consideró que el Expreso del Norte «se amargó»
El día de hoy, su familia y la familia de Humberto Garza han dado a conocer que lamentablemente murió el Expreso del Norte. Todo el equipo de SÚPER LUCHAS se une al dolor de sus familiares y amigos.