De Waukegan a WWE: la historia que Adam Pearce dejó para 2075

Anuncio
28-05-2025
El Gerente General, entrenador y productor de WWE Adam Pearce escribe una carta para la cápsula del tiempo de su alma máter, Waukegan High School.

El Gerente General, entrenador y productor de WWE Adam Pearce escribe una carta para la cápsula del tiempo de su alma máter, Waukegan High School, la cual no va a abrirse hasta 2075.

Adam Pearce © WWE

► La historia que Adam Pearce dejó para 2075

7 de mayo de 2025

Si estás leyendo esto en 2075, por favor, ten en cuenta lo siguiente:

Soy igual que tú.

Soy un chico de Waukegan. La casa en 715 Westmoreland Avenue (justo detrás del Bally Muck, si es que todavía existe en 2075) fue mi hogar. Mi padre era mecánico en el North Shore Sanitary District y mi madre secretaria en North Shore Gas. Ellos forjaron carreras y un hogar estable para nuestra familia en el 60085.

Mi hermano y yo nos graduamos de WHS. Mi último paso por los pasillos del campus Brookside fue en 1996. Grité con todo en la Dog Pound durante los partidos de básquet y lo dejé todo en el campo de Weiss,

Anuncio
antes de que hubiera luces. Siempre recordaré con cariño mi tiempo en WHS. Waukegan me formó.

Me dio mi determinación y mi ética de trabajo de clase obrera, y también me regaló ese «chip» en el hombro que (espero) aún conservo. Ese chip siempre ha sido púrpura, verde y dorado.

Soñaba con jugar fútbol americano para los Green Bay Packers —sí, lo sé, escucho los quejidos. Recuerden fans de los Bears: nadie es perfecto. Pero la NFL no estaba en mi destino. Un síndrome de compartimiento muscular agudo en las piernas terminó con esos sueños. La tecnología médica de entonces no era la de hoy. La cirugía me cambió físicamente, pero la recuperación me transformó mentalmente. Estaba deprimido. Sin motivación. Perdido.

La lucha libre profesional me encontró cuando necesitaba ser encontrado.

Me dio una razón para redescubrir mi capacidad atlética. Mi personalidad encajaba. Y mi ética de trabajo de Waukegan me dio la pasión y el impulso necesarios para esta nueva meta. Entrené en Chicago, frente al Aragon Ballroom, en Uptown. Cuando estuve listo, mi primer combate profesional fue en una pista de patinaje llamada Magic City, que estaba en la esquina de Grand Avenue con Green Bay Road. En esa noche del 16 de mayo de 1996 (unas semanas antes de graduarme), Waukegan se hizo presente, ruidosa y orgullosa; muchos de mis compañeros llevaban sus colores púrpura, verde y dorado. Y yo entré al ring con mis pantalones del equipo de fútbol americano.

Anuncio

Y nunca miré atrás.

Han pasado casi 30 años desde entonces. He tenido la fortuna de recorrer el mundo, y le atribuyo ese logro al enfoque y dedicación que aprendí en Waukegan. Trabajé duro, porque eso es lo que hacemos en Waukegan. Nunca acepté un “no” por respuesta (los Bulldogs somos tercos, después de todo) y tracé mi propio camino, por extraño que fuera. Tuve grandes maestros y entrenadores en WHS, algunos se volvieron amigos para toda la vida. Uno de mis entrenadores de fútbol como estudiante de primer año fue el Coach (y luego Decano) Chris Dreyer. Fue como un segundo padre para mí, y creyó en mi alocada carrera, tal vez incluso antes que yo mismo.

No nací en una familia famosa de luchadores. No tenía un pase directo al estrellato. Pero fueron maestros y entrenadores como el Sr. Dreyer quienes me enseñaron —a mí, un chico de Waukegan, como tú— que TODO es posible. Que incluso cuando el mundo dice “no”, lo que realmente importa es lo que te dice el corazón. Si tu corazón dice “sí”, entonces ese “no” es solo un desvío, no el final. Que cada uno forja su camino, y que

Anuncio
nosotros decidimos el destino.

Para mí, ese destino fue convertirme en multicampeón mundial, y con el tiempo, colgar las botas y ser entrenador y productor televisivo en WWE (World Wrestling Entertainment; espero que siga existiendo en 2075). Y como Gerente General de Monday Night RAW, y la autoridad más duradera en pantalla en la historia de WWE hasta ahora, enseño a quienes me rodean los mismos principios que aprendí en Waukegan:

Que si trabajas duro cada día, y tratas a los demás con justicia cada día, y haces esas dos cosas durante el tiempo suficiente, ganarás respeto.

Y tú ya sabes que en Waukegan, el respeto lo es todo.

Cuando construyes una vida y una carrera sobre el respeto, todo lo que pongas encima es fuerte. Como ese chip púrpura, verde y dorado que vive en mi (y espero que en tu) hombro.

Espero que esta carta te encuentre bien, y que de tu paso por la Waukegan High School saques tanto o más que yo. Que tu éxito sea testarudo como un Bulldog, y que sigas el camino que elijas hasta tu destino soñado, porque

Anuncio
no hay límite para lo que un chico de Waukegan puede lograr. Y créeme, lo sé.

Soy igual que tú.

Con respeto,
Adam Pearce
Waukegan High School
Promoción 1996

Míralo todo

Anuncio

Sigue leyendo