Precedido de una sobrada experiencia en el circuito independiente europeo pese a su juventud, Jack Gallagher nunca acabó de encontrar su sitio en WWE. Siendo uno de los «205 Live originals» cuando la empresa esta marca echó a andar en 2016, si bien demostró ser uno de los luchadores más entretenidos sobre el ring, su personaje no conectó con el público estadounidense, y sólo obtuvo un combate realmente importante en toda su estancia, ante Neville (PAC) bajo el PPV Fastlane 2017.
La creación de NXT UK a posteriori parecía su tabla de salvación, dentro de un escenario donde era considerado una estrella. Pero inexplicablemente, WWE nunca llegó a efectuar el traspaso efectivo, protagonizando un puñado de implicaciones poco sustanciosas. Todo, lastrado con un paso al bando rudo que flaco favor le hizo, unido a un extraño cambio de apariencia en los últimos meses que acabó de aplacar por completo su condición de técnico natural.
► Jack Gallagher, cabeza de turco de WWE
De ahí que poco me sorprendiera el despido de Gallagher hace un par de días, en mitad del movimiento #SpeakingOut, que lo reveló como un rudo legítimo, después de que una mujer asegurara que se sobrepasó con ella de muy malas maneras durante una fiesta de año nuevo en 2014.
Testimonio que WWE consideró válido para mostrarle la puerta de salida al mancuniano, y que sin duda luce cual chivo expiatorio de una oleada de alegaciones que implican a otros nombres de mayor peso, caso de Matt Riddle.
Y el «borrado» que McMahonlandia ha hecho de Gallagher en sus anales luce fulminante: ni siquiera ya puede encontrársele en la sección WWE Alumni (mientras sí aparece Jim Cornette). Asimismo, tampoco hay rastro ya de su combate contra Jake Atlas este viernes en 205 Live en las redes sociales de la compañía, paradójicamente emitido el mismo día en que supimos de su despido.
Veremos cuál es el futuro de Gallagher en la lucha libre, pero diría que nada volverá a ser lo mismo para una industria, que asumámoslo, siempre llevó la violencia en la sangre.