Finn Bálor fue uno de los grandes alicientes de NXT durante la Guerra de los Miércoles por la Noche. De hecho, fue movido a la marca amarilla precisamente para ser uno de los baluartes de la misma en la disputa contra AEW. Por eso cuando el programa fue cambiado a los martes él fue llevado nuevamente a SmackDown.
Ahora lucha los viernes y últimamente ha intentado hacerse con el Campeonato Universal de manos de Roman Reigns, ante quien perdió en un combate titular el pasado viernes. Pero quizá esta derrota y su consecuente salida de la escena del título no sea lo peor sino volver a ser el Bálor aburrido que era antes.
► «La competencia de NXT no era con Raw ni SmackDown»
Aunque esa no es la cuestión ahora -se verá con el tiempo adónde va el «Prinxe» sino las recientes palabras del mismo gladiador irlandés -en DAZN– acerca de sus dos diferentes etapas entre cuerdas amarillas. Porque en cada una de ellas la marca tenía un objetivo diferente con respecto a la competencia con las demás.
«NXT se había convertido en una tercera marca por derecho propio (en su segunda etapa). La competencia no era con Raw o SmackDown. La competencia era entre ellos y demostrar quién era el mejor en el vestidor.
«Siento que hizo que todos intensificaran su juego, especialmente yo, porque estaba compitiendo para ser el mejor en el vestidor contra algunos de los mejores luchadores del mundo, ya sea Adam Cole, Kyle O’Reilly, Pete Dunne, Johnny Gargano, Tommaso Ciampa.
«Todos estos tipos habían llevado a NXT a un nivel en el que no estaba cuando estuve allí en mi primera etapa».
