El pasado mes de agosto el mundo de la lucha profesional se ponía patas arriba en solo un fin de semana. AEW contaba con el regreso de CM Punk al cuadrilátero tras siete largos años, y WWE respondía con los regreso de Brock Lesnar y Becky Lynch al día siguiente. Es precisamente el caso de la irlandesa el que nos ocupa en este espacio ya que las maneras en las que se produjo quizás no fueran las más adecuadas y podrían tener un alto coste (no sólo económico) tanto para WWE como para las Superestrellas incluidas en esta ecuación.
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► Así no Becky, así no
Antes de dejar el campeonato de Raw vacante para dar a luz a su primer hijo, Becky Lynch nos tenía acostumbrados a ser esa luchadora intratable que había tenido que pelear siempre, en la mayoría de las ocasiones, el doble para conseguir las cosas que a otros talentos se les colocaba en bandeja de plata. Todos recordamos cómo nacía el mito de Becky Lynch… de un certero puñetazo de Nia Jax al rostro que le destrozaba la nariz para dar paso a la imagen ensangrentada de Becky entre el público, huyendo tras la invasión del elenco femenil de SmackDown sobre las chicas del programa rojo de Raw.
A partir de entonces, y hasta la conquista del primer evento estelar femenil en WrestleMania 35 que protagonizaría junto a Ronda Rousey y Charlotte Flair, la irlandesa nos tuvo de su parte porque sus actuaciones así lo merecían. Supo sublevarse frente a las injusticias que sufrían tanto ellas como sus compañeras, ya fuera sobre el cuadrilátero o en las redes sociales, y eso le hizo ganarse el «aura espiritual» de ser considerada la «Steve Austin femenil»; un «Stone Cold» con el que incluso llegó a compartir cuadrilátero durante la pandemia en aquel vacía o desangelado Performance Center.
Becky se fue, dio a luz y regresó, pero en su ausencia, el Universo WWE fantaseaba cada día que había un gran evento, con su regreso y de todas las maneras posibles que nos lo imaginamos, nunca nadie pensó que se diera de la manera que se dio. De manera paralela a su ausencia, WWE «engordó» otro monstruo con nombre propio, Bianca Belair. La Superestrella procedente de NXT hizo todo lo posible y más para hacer olvidar a Becky Lynch y cuando parecía que lo había conseguido llegó SummerSlam y Becky emergía de sus propias cenizas para conseguir de nuevo el Campeonato de SmackDown, de la manera en que ella siempre criticó y por la que a ella tanto había enfrentado, «servido en bandeja de plata».
► En un callejón sin salida
WWE se encuentra ahora en un callejón sin salida. La mayor Superestrella femenil con la que cuenta desde hace años está enclaustrada en un personaje al que no le sienta bien el traje. Ella no está cómoda y no puede ser la que era porque, entre otras cosas, no cuenta con el beneplácito de la fanaticada. La mayor Superestrella con la que contaba en la actualidad está denostada, puesta en evidencia y defenestrada al perder el campeonato que tanto le costó en tan solo 26 segundos; pero lo peor de todo está por llegar porque en Extreme Rules no esperen que se puedan tomar las decisiones correctas para cambiar el rumbo de este barco.
En Extreme Rules, la nueva edición del Becky vs. Bianca por el Campeonato de Smackdown está llena de trampas para ambas, ¿Qué hacer? Si WWE decide devolver el título a Bianca ¿Qué sentido habría tenido la «escenita» de SummerSlam? ¿Si WWE decide seguir con Becky como campeona, ¿Qué sentido tiene haber dado a Bianca Belair la coraza indestructible? En este caso y recordando la frase: «Todos los caminos llevan a Roma», «Todos los caminos condenan esta historia al fracaso» y van a dañar y mucho a ambas, con el serio peligro de acabar definitivamente con la carrera de al menos una de ellas. Llámenme agorero si quieren pero tiempo al tiempo. Así no Becky, así no.
