Hoy se cumplen 20 años del debut oficial de Randy Orton en WWE, uno de los competidores sobre los que siempre se ha apuntado que con una «economía» de movimientos notoria, más partido ha sacado de su carrera. De hecho, se convirtieron ya en marca de la casa sus candados al cuello, maniobra muy habitual dentro del estilo de McMahonlandia, pues permite agudizar la dicotomía técnico-rudo a ojos del público y de paso que ambos implicados recuperen un poco el aliento.
Aunque de ninguna manera puede decirse que Orton sea un mal luchador por tales recursos. Ahí tienen la hemeroteca por si desean repasar estas últimas dos décadas, donde «The Viper» no hizo ascos a ninguna estipulación y siempre dio la talla junto a leyendas como Mick Foley, The Undertaker o Shawn Michaels. Actuaciones que le valieron el estatus que tiene hoy, convertido en todo un hombre franquicia e intercesor de una praxis sobre el ring que lo ha llevado a granjearse alguna que otra enemistad, cuando en 2017 formuló una suerte de diatriba contra la escena independiente.
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► El poder de un candado al cuello
Ante reciente edición de Busted Open Radio, Mark Henry —quien derrotó a Randy Orton para conseguir su única ostentación mundial allá por 2011—, ensalzó la figura del otrora «Legend Killer» mediante este análisis centrado en, sí, su famoso candado al cuello como epítome de que la mejor psicología está en la simpleza.
«Randy Orton haciendo un candado al cuello es mejor que un combate entero de la mayoría de la gente. Ves que la gente se agarran, se van detrás, hacen un candado al cuello, van contra las cuerdas y luego placan. ¡No! ¡Si Randy te agarra la cabeza, te la retuerce! Se pone sobre una rodilla, te agarra en peso y toma el control. Y luego gira y te pone la cabeza hacia atrás.
«Eso es Randy Orton en resumidas cuentas. El esfuerzo que pone en un candado al cuello lo pone en todo lo demás. Así que si puede hacer que un maldito candado al cuello luzca interesante, piensa entonces en el resto de su repertorio».
