Ya desvinculada de WWE, Renee Young (ahora bajo su nombre real, Renee Paquette) estrenó recientemente podcast, Oral Sessions, y como no podía ser de otra forma, tuvo de primer invitado a su esposo, Jon Moxley.
► El díscolo Jonathan Good
Luchador que, más allá de su personaje, desde luego como persona tiene bastante que contar, debido a su pasado y ciertas actitudes que no casan con la de la mayoría de sus colegas de profesión. Como la de su frugalidad (una de las razones que lo llevaron a no continuar en WWE) y que explicó así.
«Me acostumbré a no tener dinero. Creo que lo beneficioso de esto es que nunca tuve gustos caros. No necesito comprar nada. No compro nada. Mi camioneta tiene cinco años. La compré de ocasión y la seguirá conduciendo hasta que se le caigan las ruedas. No siento la necesidad de comprarme otra casa. Ser famoso, no me interesa. Si pudiera ganar el mismo dinero luchando frente a 500 personas cada fin de semana, lo haría. Sólo quiero luchar. Podría vivir sin un centavo durante los próximos 12 meses. Ya lo he hecho antes.
«El dinero no quiero ganarlo tanto por mí, ni siquiera por ti, porque sé que eres buena. Es por una potencial familia en el futuro, o por gente de la que tenga que hacerme cargo, como mi madre o mi hermana y su familia. ¿Y si algo ocurre? Siento la responsabilidad de proteger a gente si hay necesidad […]»
Y en unas palabras que no dejarán indiferente a nadie, el Campeón Mundial AEW confesó haber vivido una época de «poeta maldito» en su juventud, apoyando a la red de bibliotecas de Cincinnati (Ohio). Afición por los libros que ya demostró, ciertamente, el pasado verano, cuando supimos que había leído Fahrenheit 451(al contrario que Dave Meltzer).
«Lo que más me gustaba hacer era consumir un puñado de cocaína e irme a la librería. O un poco de speed barato y leer todo tipo de cosas. Bueno, no era un puñado de cocaína, porque no tenía tanto dinero, sólo la suficiente. Leía todo lo que pillaba, a ver si así aprendía algunas cosas. Esto no debería verse como ser ‘rarito’ o cosas así, los niños deberían acudir a las librerías locales, donde te prestan libros gratuitamente».
