Entrevista con Chacho Herodes: Recuerdos de una vida de leyenda

Víctor Góngora “Herodes”, uno de los mejores pesos completos en la historia de la lucha mexicano, está ya retirado como gladiador activo, pero todavía es recordado por los aficionados de al menos cuatro generaciones. El nativo de Monclova platicó con SÚPER LUCHAS sobre sus glorias de antaño, su retiro y su vida actual, la cual vive de manera centrada, feliz y agradecida.

Entrevista por Mauricio Ahuatl

Cuando me propusieron entrevistar al Chacho Herodes me llené de emoción. Mi niño interno regresó a los años ochentas y recordé a mi abuela sentada frente al televisor mentándole la madre al Chacho mientras él hacía sangrar al Rayo de Jalisco Jr.

El día que me dio cita se me hizo temprano, así que tuve que esperar sentado en una silla del comedor mientras él atendía a una señora de edad avanzada. Chacho hoy en día, se dedica a hacer masajes terapéuticos. Después de un rato lo vi aparecer… su figura más delgada, su barba llena de canas, su andar lento, su vista cansada. Habrán pasado treinta años desde aquel recuerdo de mi abuela.

―Tú dirás, estoy para servirte…

Herodes
Foto: Luis Juvera.

Con la grabadora encima de la mesa de masajes, me bien dispuse a lanzarle todas las preguntas que traía preparadas…

—Oiga, Don Chacho, por ahí dicen que no nació en México…
―La verdad es que yo nací en Marfa, Texas, un 23 de diciembre de 1950. Pero a la edad de 2 años me trajeron a Monclova, Coahuila y ahí me registraron también. Tengo doble nacionalidad. Íbamos cada año a Texas y nos pasábamos ahí desde Fin de Año hasta el Día de Reyes; allá está inundado de parientes míos, hasta parece que Donald Trump es mi pariente (ríe divertido).

—¿Y era muy latoso de niño?
―Pues mira, (se levanta de su silla) tengo una cicatriz aquí, aquí, aquí, aquí (sólo le faltó una placa en el cráneo, como a Pedro Infante)… De niño me metía a los corrales del rastro a torear a los becerros y vaquitas, y de eso, tengo muchas cicatrices en el cuerpo.
«También cuando chamaco fui muy deportista; fui niño torero, ciclista, atleta, boxeador. Además fui beisbolista e incluso llegué a representar a Monclova a nivel nacional en la liga infantil.  En una eliminatoria para ir al mundial perdimos con los Pequeños Gigantes de Monterrey, esos que en los cincuentas ganaron el título mundial de beisbol en Estados Unidos y hasta les hicieron una película».

—¿Cómo le nació el gusanito por la lucha libre?
―Cuando andaba en lo de niño torero pasaba cerca de donde entrenaban los luchadores de Monclova, que en eso entonces aprendían a luchar con maestros americanos que venían a las carpas de circo a luchar, porque en esa época de que te hablo la lucha era un acto circense. Uno de esos días que regresaba de la toreada, pasé y me burlé de ellos; y entonces fue que me retaron a meterme a “entrenar”… La verdad es que me pusieron una chinga que hasta calentura me dio. Al principio nomás por puro orgullo y coraje regresé a entrenar para aprender. Ellos, cada uno a su manera, me acercaron a descubrir la lucha libre y me enseñaron algunas cosas, realmente aprendí de todos… Ya después, cuando tuve más edad, me vine a Guadalajara a aprender de Antonio Cruz, a él le debo mucho; también aprendí del Diablo Velasco.

Herodes
Foto: Luis Juvera.

―Del Diablo Velasco he escuchado muchas historias, buenas y malas ¿Cómo era entrenar con él?
―A lo mejor ya lo agarré cansado… Yo llegaba todos los días a las siete de la mañana y era luchar veinte minutos con él; luego me dejaba de encargado y él se iba al otro gimnasio que tenía en López Cotilla. No era sencillo, a veces no tenía ni para comer, pero llegué a darle clases a Águila India, a Cochisse y al Faraón. Cuando llegaban personas de fuera, como Mano Negra, iban a tomar clases conmigo. La verdad no guardo muchos recuerdos buenos del Diablo.

—¿De dónde vino tu nombre “Chacho Herodes”?
―Lo de Chacho es desde niño. Es un apodo que les ponen a los escuincles traviesos en Monclova y pues es el diminutivo de muchacho. El Herodes vino después. Yo luchaba en las arenas chicas de Guadalajara, Colima y Tecomán como el Rebelde Góngora, pero el nombre se me hacía muy largo así que lo adapté al Gran Góngora. Duré poco tiempo con ese nombre porque los buscadores de talentos de la Coliseo me invitaron a hacer una prueba y me quedé.

Herodes
Foto: Luis Juvera.

«Ellos querían cambiarme el personaje, raparme y dejarme un chongo, pero a mí no me gustó la idea, en ese entonces yo traía mi pelo bien largo. Entonces recordé que tenía tiempo que había leído sobre Herodes en una hojita que me encontré en un servicio postal, les sugerí el nombre y coincidió que en aquel entonces andaba un Judas en la empresa, era una antigua pareja de TNT, grande, pelón y de barba. Así que aceptaron mi idea y nos juntaron para hacer la pareja Judas y Herodes. Desde ahí me programaron en las estelares y jamás bajé de estrellas o semifinales; sólo en la Arena México, Tokyo Dome y Madison Square Garden llegué a subir en terceras luchas. Esa pareja duró poco porque al Judas dejó de interesarle la lucha, yo pensé que me iban a bajar de nivel en las carteleras pero no fue así».

―Algo que recuerdo mucho de usted es que su forma de vestir era muy peculiar, ¿quién le diseñaba sus equipos?
― Yo mismo (dice con orgullo), me gustaba mucho cambiar, llegué a tener 125 trajes de pieles exóticas; alhajas en plata, en oro, anillos en todos los dedos, cadenas, esclavas, cristos. En la calle andaba muy extravagante. Yo me di la buena vida, me divertí, viajé, un día incluso me di el lujo de ir solo a almorzar a las cataratas del Niagara; tuve las mejores mujeres… La gente me decía que tiraba el dinero pero a mí me gustaba. Ya no tengo nada de eso, a todos mis hijos les repartí todas mis alhajas por partes iguales.

— ¿Tiene nostalgia por el pasado?
―Pues me tocó una gran época. Conviví con Blue Demon, con Santo, con Huracán Ramírez. Ellos no se llevaban conmigo, pero yo sí con ellos, estaba chavo y me valía madres. Ellos eran unas estrellas, yo los recibía en el norte y cuando estaba en la arena México también me tocó alternar con ellos. Ya cuando estaban viejos les cargaba la mano, así como ellos lo hicieron cuando yo recién comenzaba. Trabajé en muchas partes: todo México, Estados Unidos, Canadá, Francia y muchos otros países.

Herodes
Foto: Luis Juvera.

―Sé que ayudó a varios luchadores a venir a la Ciudad de México para comenzar a hacer carrera. Cuénteme de ello.
―De Monclova yo fui el primero que salí. De ahí me fui a Guadalajara y llegué al D.F. Luego empecé a traerme a los muchachos como Jerry Estrada, LA Park, etcétera. Llegué a tener 17 pagándoles hotel, gimnasio y comidas. Muchos se regresaron porque no les gustaba que yo fuera muy disciplinado. Aquí Paco Alonso me prestaba el ring para entrenarlos en la Arena México, todavía no existía la escuela del Consejo.

—¿Qué recuerda de André el Gigante?
―Trabajé con él no sólo en México sino en Canadá, Francia y muchos lugares. Yo estaba en Francia cuando él murió, me lo encontré en el mismo hotel porque había ido al funeral de su papá; ese día platicamos, nos tomamos un café y nos despedimos. Cuando me levanté por la mañana me enteré que había muerto.

En un día como hoy… André el Gigante vs. Herodes en la Arena Coliseo

―¿Hizo películas Chacho Herodes?
―Algunas. «La verdad de la lucha», «Golpe Mortal»; en «Juan Polainas» hasta salgo bailando; pero pagaban muy poco, apenas $300 de 10 am a 10 pm y a veces no me daban nada porque no tenía llamados; en una sola lucha ganaba de $4000 a $5000.

—Su etapa en AAA ¿Cómo fue?
―Fui de los iniciadores, incluso estuve como gerente de programación y gerente de eventos especiales de televisión, tenía los dos puestos. Pero algunas cosas no me gustaron y mejor me salí.

―¿Cómo era trabajar con Antonio Peña?
―Muy difícil, su forma de trabajar era muy extraña. La gente que lo conoció sabe que él era así y eso a mi me acarreaba muchos problemas.

―¿Cómo era trabajar con el Consejo Mundial de Lucha Libre?
―Pues inicié muy bien y ya después tuve problemas. Hacía giras y me quitaban a la gente a la mitad. Al final me cansé y mejor di las gracias.

―¿Cuál piensa que es el problema que tiene la Arena México?
―Tal vez tienen a las personas correctas en programación, pero en su carrera luchística siempre fueron preliminaristas, y así piensan, como preliminaristas. Tienen que traer a alguien estelar que piense como tal, esas personas saben cómo hacer las cosas.

Herodes
Foto: Luis Juvera.

—¿Cuántas cabelleras ha ganado?
―Antes de ser Herodes gane muchas, ya después una de las a que más recuerdo es la de Enrique Vera en la arena Coliseo

―¿Campeonatos?
―Fíjate que fui Campeón Nacional de Peso Completo. Ese se lo gané a Cien Caras y luego lo perdí con el Halcón.

―¿Qué opina de la lucha actual?
―La lucha va evolucionando… Cuando yo comencé era un tipo de lucha que no se practicaba, pero así van pasando las épocas; claro que te duele, sientes y añoras, pero hay que acoplarse a lo que va saliendo.

—¿Qué cambiaría de su vida?
―(Su rostro se entristece y su mirada se dirige al retrato de un hombre, colgado en la pared). Ya me quiero ir, ya no quiero sufrir. Se me fue mi hijo y se me fue todo. A veces le pido a Dios que ya me lleve (clava la mirada en su hijo, se queda en silencio… toma aire y se repone… me mira de nuevo)… pero aquí sigo.

—¿Cuántos hijos tiene, don Chacho?
—Tengo 17 hijos de 8 mujeres distintas. Sólo quedan 16… Entre ellos hay cinco Víctor, como yo, que sólo distingo por el segundo apellido (y suelta risas muy francas).

―¿Cuántos de ellos dentro de la lucha?
—Makina Asesina y Herodes Jr. Makina entrenó por su lado y se maneja de manera independiente. Herodes Jr. trae el concepto de la lucha recia. Una vez se puso a luchar a ras de lona con Solar; éste lo miro sorprendido y me busco con la mirada para hacerme una seña de «buen trabajo con el muchacho».

―El dolor de perder un hijo debe ser el mayor que pueda sentirse. Lamento enormemente su pérdida. Pero, ¿Hay algo Con lo que sueñe todavía don Chacho?
―He buscado la manera de llegar a la Comisión de Lucha Libre, pero no por lo económico; mi idea sería tener una terminación económica digna para los luchadores, una casa hogar; controlar a los maestros de lucha libre que existen, porque tipos que nunca fueron luchadores ahora son maestros. Hacerles un examen, que sepan también primeros auxilios; quitar las luchas extremas ―hay riesgos innecesarios―; hacer un examen para luchador pero desde los fundamentos: cómo vestirte, cómo caminar, cómo subirte a un ring y ya de ahí su examen de lucha olímpica, intercolegial y libre. Tal vez cobraría un poco más para autorizar un programa pero me encargaría de que la comisión aporte los servicios médicos.

«Mi sueño es que los luchadores no fueran exclusivos, sino que las empresas pidieran a la gente ahí; nosotros armaríamos los programas, así habría mucho movimiento y más personas tendrían trabajo».

Herodes
Foto: Luis Juvera.

La mañana se hizo tarde; el tiempo se convirtió en un suspiro que interrumpió el teléfono de don Chacho que sonaba. Me despedí con los honores que su figura merece y aunque no se lo dije, Mauricio niño le agradeció enormemente el encuentro y la entrevista. ¡Qué contenta hubiera estado mi abuela, de haber estado ahí, para mentarle la madre!

Entrevista con Herodes Jr. «Dicen que soy peligroso»

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