Muchos luchadores a lo largo de la historia han intentado dar el salto a Hollywood. Sin embargo, aunque algunos de estos intentos han resultado ser fracasos notables, figuras como Dwayne «The Rock» Johnson, Dave Bautista y, más recientemente, John Cena han demostrado que es posible lograr una transición exitosa. Su éxito ha inspirado a numerosos luchadores modernos a soñar con seguir esos pasos, creando una tendencia cada vez más marcada de explorar su faceta histriónica dentro y fuera del ring. Pero esta aspiración también ha generado efectos negativos en la industria de la lucha libre estadounidense, afectando su esencia y la percepción del deporte.
► La influencia del cine en la lucha libre moderna
Un claro ejemplo de esta influencia es la historia de The Bloodline, una de las narrativas más comparadas con producciones cinematográficas en la actualidad. Los paralelismos con películas de mafias, dramas familiares y épicas de poder han sido mencionados incluso por los propios creadores y participantes de la trama. Si bien este enfoque puede ser visto como un avance narrativo positivo, también plantea preocupaciones en cuanto al equilibrio entre las historias y el corazón del espectáculo: las luchas mismas.
En los últimos años, ha quedado claro que WWE, y en menor medida AEW y TNA, han priorizado los segmentos de micrófono, las viñetas grabadas y la teatralidad por encima de la acción en el ring. La lucha, que históricamente ha sido el componente central, parece haber pasado a un segundo plano. Esto no solo afecta la calidad de los combates, sino que también reduce la importancia del rendimiento atlético, que siempre ha sido el motor principal para conectar emocionalmente con los fanáticos.
Tomemos como ejemplo a Roman Reigns, la figura central de The Bloodline. Aunque su presencia en pantalla y habilidades promocionales son indiscutibles, su enfoque en el ring sigue un patrón predecible que ha sido criticado por su falta de evolución. Esta «fórmula» parece diseñada para complementar la narrativa en lugar de ofrecer luchas dinámicas y memorables, un enfoque que se aleja de la esencia del deporte.
► Lecciones del pasado
La lucha libre, como entretenimiento deportivo, ha alcanzado sus mejores momentos cuando se ha mantenido cerca de su esencia de deporte. Un buen ejemplo es la era dorada de All Japan Pro Wrestling (AJPW) en los años 90, marcada por el estilo King’s Road, donde la narrativa se contaba dentro del ring a través de combates cargados de drama físico y progresión emocional. Más recientemente, la etapa dorada de New Japan Pro Wrestling (NJPW) entre 2012 y 2018 demostró que las historias profundas y la acción de alto nivel técnico pueden coexistir armoniosamente, cautivando tanto a los fanáticos casuales como a los más dedicados.
En contraste, el enfoque cinematográfico parece priorizar la construcción de personajes por encima de la acción atlética, un camino que, si bien tiene sus méritos, aleja a la lucha libre de lo que la hace única. El riesgo aquí es que las empresas estadounidenses sigan desdibujando la línea entre el cine y la lucha libre, en lugar de encontrar un balance que respete sus raíces.
► El camino de The Rock, Batista y Cena: una lección ignorada
Un factor clave que muchos luchadores modernos parecen pasar por alto es que figuras como The Rock, Batista y John Cena primero se establecieron como luchadores antes de convertirse en actores exitosos. Sus transiciones no fueron el resultado de priorizar un enfoque cinematográfico durante sus carreras en la lucha libre, sino de un dominio completo de su oficio dentro del ring y en la construcción de personajes memorables que resonaron con el público. Es decir, su éxito en Hollywood fue una consecuencia natural de su éxito en la lucha libre, no un objetivo inicial.
Intentar replicar su éxito forzando narrativas cinematográficas en la lucha libre es como poner el carro delante del caballo. La lucha libre puede inspirarse en el cine, pero no debe olvidar que su esencia radica en la fusión única de deporte y espectáculo. Al tratar de emular a Hollywood, los promotores y luchadores corren el riesgo de diluir lo que hace especial a la lucha libre.
► El equilibrio perdido y el futuro de la lucha libre
Para que la lucha libre recupere su posición debe reevaluar su relación con las influencias externas. Las narrativas cinematográficas tienen un lugar en el negocio, pero no deberían eclipsar las luchas. Promociones como NJPW han demostrado que es posible construir historias profundas a través de combates técnicamente brillantes, sin depender excesivamente de segmentos teatrales.
El desafío para las promociones estadounidenses, especialmente WWE, es encontrar un balance que respete las raíces deportivas de la lucha libre mientras aprovechan las herramientas narrativas modernas. Los fanáticos quieren historias, sí, pero también quieren que esas historias culminen en luchas inolvidables, donde el drama se viva en el cuadrilátero y no solo en los guiones detrás de cámaras.