Cuento — «Campeoncito»

10 de octubre
Dale, le digo, pero no me hace caso. A lo mejor si estuvieras aquí se animaría. Anda, dale, le digo, y agarro el costal, le digo que visualice a Romero, pero no sabe qué es visualizar, entonces se enfurece y le pega más duro porque se enoja de no saberse tantas palabras y porque le menciono a Romero. Y ve tu foto en la esquina del espejo, ahí la puso nomás. Entonces pega más recio.

14 de octubre
Duro que anda el boom de la pelea, la están promocionando bonito, de veras que dan ganas de verla: en la tele un anuncio con los mejores nocauts de Romero, luego el golpeo en medio de Valdivia; estamos trabajando duro en la velocidad, mucho speed bag: que lo muela desde adentro para afuera, y luego así me lo dice “lo voy a moler desde adentro para fuera”. Y el speed bag moviéndose como pendulito de reloj loco, pa’ allá y pa’ acá. Anda entrenando como zafado porque viniste a verlo, le diste pila. Cada que vienes él entrena más duro, algo le das.

19 de octubre
Que pega duro el Romero, ¿verdad, María? Ya supimos que se enteró que anduviste por acá. ¿Que su jab cortito y remolón sigue siendo de onza pura? Valdivia y yo te lo dijimos. ¿Que lo amenazas con demandarlo y que lo sancionen? Orita ni Diosito en las alturas para la pelea; mira que te lo dijimos. ¿Sabes quién para al Romero? Para qué te digo, si bien que lo conoces. Y él no más mira tu foto, y dice que Romero no le vuelve a quitar nada, menos la faja de campeón. Estamos trabajando ahora su izquierda, dice que va a ser ojo por ojo y diente por diente; le quiere zafar la retina a volados, dejárselo inútil, y que quiere que sea exactamente el mismo ojo que te cerró. ¿Te rompió el alma el Romero? Porque Valdivia va a hacer, a puro gancho, que la vomite en su esquina desde el primer round. Y lo que él promete lo cumple, a menos que el otro corra mucho. ¿Te suena?

23 de octubre
La nariz rota se cura relativamente fácil, pero no vuelve a quedar igual. María, si estos dos no tuvieran ya pactada una pelea yo creo que se agarraban en la calle, y no acabaría todo en un nocaut o una decisión, no. Te va a doler a veces, cuando respires hondo, cuando duermas con la cara contra la almohada, en las noches frías, cuando estés sola y te pongas a sentir lo que tu cuerpo dice, porque no sé si sabías, María, pero todos los cuerpos hablan. Así pasa con la nariz rota, y Romero, lo que sea de cada quien, lo que toca lo rompe, sin ofender. Valdivia sabe de lo que te hablo, y no, nadie la ha roto nunca la nariz, pero tú le rompiste algo más adentro y que se siente como te digo, pero al doble.

25 de octubre
Crees que no, pero sí me enteré, María: viniste a ver ayer a Valdivia. Se fueron juntos. ¿Cómo que quién me dijo? Este es mi gimnasio, aquí me informan todo. Romero no funciona cuando no es con rabia; le estás ayudando para esta pelea, aunque no lo sepas, aunque no quieras. Y Valdivia, cuando es por los que ama, pelea mejor que nunca. No lo saben, pero los aficionados del box te tendrían que agradecer: les estás preparando una de las mejores peleas que se hayan visto.

2 de noviembre
Otra vez, ¿verdad? Algo tienes, María, de verdad algo tienes: ha habido hombres que no le aguantaron esos golpes a Romero. Y tú, mírate, ahí andas.

7 de noviembre
Qué bellos son los cuerpos, María, que sirven para dar la vida o para quitarla. Fíjate, se acomodan de tal forma que sirven para curar o lastimar, depende cómo los use cada quien. Dos cuerpos unidos, casi haciéndose uno solo de tan pegados, pueden ser una nueva vida, o el fin de otra. Tú conoces un lado de su cuerpo, pero ahora estos dos van a usar el otro, el que no es para curar.

16 de noviembre
¿Entonces? ¿No vas a la pelea? Ponte los lentes negros, María, que de todos modos te tienes que cubrir ese ojo negro, póntelos y ve, que Valdivia te la va a dedicar, ya me dijo: lo hará enfrente de todos los reporteros y del mismo Romero. Ve, porque si te quedas a oírla por la radio te vas a poner más nerviosa y le va a hacer daño al chaval: ya me dijo Valdivia que le acabas de avisar. Si me preguntas quién va a ganar, te digo que mi muchacho Valdivia, y no porque no traiga con qué el Romero, pero es que este Valdivia siempre los muele desde adentro, les siembra el dolor en el entripado y se van cayendo poco a poco hasta que ya no tienen piernas para correr. ¿O no? ¿No siempre lo de Valdivia pesa en la barriga y te come poco a poco? Oye, en confiancita, ¿Sí es de él? ¿O del Romero? Como sea, tienes ahí un campeoncito, materia de ídolo como el papá, quien sea de los dos. Te lo digo yo, que los descubrí a los dos, que los moldeé a los dos, que casi casi los hice a los dos. No faltes, que te dedican la pelea. Y cuídame a ese chaval. Apártamelo.

LA LUCHA SIGUE...
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