Santo: Las leyendas nunca mueren

Publicado originalmente en SÚPER LUCHAS #44 (2 de febrero de 2004).

Antes de que a mi mundo llegara la lucha libre, yo ya lo conocía. Aunque aún no captaba muy bien que en realidad era un él y no un eso. El caso es que hablar de –hasta ese momento—eso, era soñar que los héroes sí existen sin necesidad de conocer su pasado, su presente, y mucho menos su futuro.

Todos vimos alguna vez alguna de sus películas. No importaba cuál, ¡todas eran geniales! Eso nos salvaba de muchas cosas, y el mundo podía vivir tranquilo sabiendo que estaba fielmente protegido. ¿Supermán? Se queda corto. Eso no tenía debilidades, y siempre llevaba la bandera de la honestidad. Y lo mejor es que era nuestro. Orgullosamente nuestro.

Siempre he creído que no hay necesidad de darte cuenta de que alguien (o algo) existe para poder creer en su presencia, y era justamente lo que nos sucedía. Cuando jugábamos entre clases, todos queríamos ser como eso. Pero ninguno suponía que eso ya no estaba entre nosotros.

Comenzó mi gusto por la lucha libre y una ocasión visité con mi familia una exposición sobre este deporte, y entre las revistas de colección estaba una portada que hizo que mis ojos demostrarán que sí tienen lágrimas: Eso nos había dejado. La cintilla de “no tocar” y mis nervios tuvieron una angustiante batalla, hasta que no pude más y leí la noticias (para entonces nada nueva).

¿Cómo es posible que eso se vaya pero no se vaya? Fue y es la pregunta que hasta hoy me sigo haciendo. Se le recuerda como el gran personaje, como el gran luchador, como el ídolo que muchos quisimos ser, pero sobre todo, como el héroe en que muchos necesitamos confiar.

Eso no se olvidaba de su gente y seguía con su labor. No tenía alas, pero sabía volar junto con nuestra imaginación. No necesitaba armas para acabar con los malosos, y de vez en cuando, y de manera justa, se daba besitos con sus novias en sus películas.

Si este deporte tuviera dioses, no dudo que eso sería uno de ellos. Y no por herencia, sino por llegar hasta la cima. Nadie puede negar que lo que hizo que eso fuera eso, fue su calidad humana, ¡hasta en ello fue grande!

¿Qué hubiera sido de esto sin eso? Tal vez la lucha libre ni siquiera existiría más, o no existiría para quiénes gracias a eso se dieron cuenta de que ahí estaba.

Eso es un fenómeno que no muere, porque la plata brilla. Un día las cosas cambiarán de nombre, y un día, al decir el suyo, la gente dirá: “¡Cómo no lo voy a recordar si es, fue y seguirá siendo en mi vida SANTO, el héroe!”.

LA LUCHA SIGUE...
Suscríbete para recibir un resumen diario de las últimas noticias.
icon