¿Por qué estar en contra de la separación de marcas en WWE?

Cuando AJ Styles aterrizó en WWE el pasado enero, pocos presagiaron que un nuevo ciclo estaba a punto de eclosionar. La llegada de «El Fenomenal» representa el espíritu de una incipiente era: la IWC Era; donde aparentemente, se busca dar al aficionado lo que quiere (con todo lo que eso significa). Y no es casualidad que Styles figure desde hace años como uno de los luchadores predilectos por la comunidad que da nombre a dicha etapa. Por ahora se evidencia que dos grandes movimientos de relevancia vienen motivados por el empuje de este «lobby»: la llegada de Shane McMahon en sustitución de La Autoridad y un refresco del elenco principal con el ascenso de talentos de NXT.

Hace días conocimos que habrá un tercer movimiento, probablemente el más demandado de todos ellos. 2011 puso punto y final a la separación de marcas, aunque dicha escisión ya se venía produciendo tiempo atrás, y con ella llegaron las críticas de los seguidores ante el monopolio de Raw y sus consecuencias. Pues bien, parece que de cara al verano, el punto final se convertirá en punto y seguido, y la denominada «Brand Extension» en 2002 (fecha de su inicio) volverá a WWE. No existe noticia reciente que más comentarios y sentimientos encontrados haya generado entre la Internet Wrestling Community (IWC). Sí, de nuevo las peticiones se cumplen, y el sentimiento de satisfacción es generalizado, pero algunos seguidores vemos con recelo la separación de marcas.

Entre una de tantas actualizaciones sobre la noticia del año, me fijo en la que apunta a otra próxima y masiva contratación de talento para fortalecer SmackDown, y se prevé que NXT sea el laboratorio de pruebas. Sé que suena conservador oponerse a la llegada de nuevas caras, pero si WWE quiere crear verdaderas Superestrellas, debería centrarse en lo que ya tiene y cuidar su evolución. Como escribí en un comentario a esta noticia, Finn Bálor, Samoa Joe, Shinsuke Nakamura, Bayley, Asuka, Bobby Roode, Eric Young y Austin Aries podrían estelarizar SmackDown. ¿Y qué pasaría si además añadiéramos a luchadores desperdiciados/maltratados que tuvieron que abandonar el barco, véanse Wade Barrett, Damien Sandow o Cody Rhodes? Pues una plantilla de primer nivel, equiparable a la que Raw sería capaz de desplegar.

Algunos creemos que Vince McMahon, en su pugna interna con Triple H, está detrás de la decisión que puede hacer que NXT acabe diluyéndose con el paso del tiempo y pase a ser otro simple territorio de desarrollo. Por eso creo que, por ahora, el ascenso de Bálor y otros luchadores se ha llevado con bastante sentido común. Y es algo que temo puede cambiar en pos del «renacer» de SD.

Gracias a dos shows diferenciados, asistimos a la consagración de gladiadores que hubiesen contado con muy pocas opciones bajo una unificación. De nuevo recuerdo el 2011, cuando Christian se hizo con el Campeonato Mundial de Peso Completo, pese a que la relevancia del show azul ya decaía. Quizá el último ejemplo de una nutrida lista de nombres como Eddie Guerrero, Chris Benoit, Edge, Booker T, etc. Este argumento sigue siendo el más esgrimido por los defensores de la división de marcas, pero también bajo un análisis frío puede verse como un arma de doble filo.

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CM Punk y Daniel Bryan fueron las únicas dos verdaderas figuras que WWE ha logrado crear en los últimos tiempos —otro discutir sería si supieron gestionarlas, ya conocemos sus finales—. Y la consagración de ambas llegó, casualmente, con la unificación de marcas. ¿Hubieran merecido estar a la sombra de John Cena, tal y como venía ocurriendo con los últimos Campeones Mundiales de Peso Completo? Por eso, y aunque también me lluevan críticas, coincido con Sebastián Salgado en que deberíamos ver un único cinturón supremo.

La compañía de lucha libre por antonomasia debe buscar la excelencia, y esa cualidad reside en muy pocos. Hay que ser realistas. Criticar la incapacidad de WWE para crear futuras leyendas y a la vez demandar títulos mundiales para todos resulta incoherente. Además, he señalado en otras ocasiones que realizar ángulos siempre en base a cinturones limita bastante la creatividad y frescura del entretenimiento.

Otra demanda de la IWC es un acercamiento a lo extremo, y muchas rivalidades titulares suelen despersonalizarse, sustentándose sólo en el aliciente de contar con un premio. No es algo frecuente en el pasado, pero de un tiempo a esta parte se han utilizado muchos cinturones para camuflar la falta de ideas y suavizar el tono de las disputas. Es decir, el regreso a la división de marcas tal vez oculte una intención de consolidar la política PG. Teniendo en cuenta la competencia directa con TNA a partir de julio, WWE querrá reforzar la identidad de su producto bajo esta disputa televisiva.

Mi defensa del «orden» actual tiene mucho que ver con el término que escribí en el párrafo anterior: incoherencia. Si durante un lustro se ha seguido una línea supuestamente firme en cuanto a títulos, elencos y PPVs, esta política no debe abandonarse para volver atrás. Indecisiones y vueltas de tuerca así hacen flaco favor a la seriedad de la compañía. Una cosa es reinventarse o renovarse, y otra recular casi por norma. Si las políticas de fondo permanecen inmutables, la «2016 Brand Extension» supondrá una engañosa igualdad. No veremos un cambio verdadero hasta que Vince delegue sus funciones, y no parece que eso pueda suceder a corto plazo.

 

Ver también:

https://superluchas.com/2016/06/17/por-que-estar-a-favor-de-la-separacion-de-marcas-en-wwe/

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