Era de nogal El Santo, era un gran campeón, por eso luchaba tanto

Más que un revolucionario que desayuna en el Sanborns, más que un cantante de ópera venido a menos y enfundado en traje de charro, mucho más que un cura atizando hordas de iletrados indígenas y quizá tanto como una morena en un cerro o una bella y voraz águila que devora una pobre serpiente que sólo buscaba tocar el cielo, se encuentra una máscara plateada que llenó de vida a éste país desilusionado de héroes carentes de moral.
La máscara que cobijó este país con esa tela con la que se hacen los sueños e ilusiones de un colectivo que clama justicia, como hoy, como antes, como siempre. Santo, el Enmascarado de Plata, representa pues no sólo un deportista exitoso, sino también a un gladiador social, un paladín de las causas de los más urgidos, que en este, nuestro país, somos todos. Un Santo de verdad, un Santo que era de carne y hueso, un Santo sin par, sin continuación pues aunque su legado ha seguido en los cuadriláteros su imagen no ha podido ser igualada fuera de ellos, un Santo crecido desde un mito ideado por Chucho Lomelí como una paradoja de la santidad ruda y despiadada, y ejercido al pie de la batalla por el propio Rodolfo Guzmán Huerta, pero que se redefinió por la mente de José G. Cruz, quien hizo al rufián de los encordados un héroe de las calles de la bella ciudad de los palacios, el Distrito Federal y que después de mucho meditarlo Guzmán Huerta hizo que su Santo, nuestro Santo, migrara a la pantalla gigante para luchar contra el mal en Cuba, la Cuba de Batista aún, pues unos barbados hermanos Castro y un tal Ché hacían su lucha por liberar del opresor al resto de los cubanos justamente al mismo tiempo que Santo comenzaba su carrera como actor.

El Santo, ilustración de Sergio Arau.
El Santo con el logo de Botellita de Jerez, ilustración de Sergio Arau.

Santo es una historia que nunca se acaba de escribir, pero una historia que siempre hay que contar. Como la contó un grupo de marginados, de jóvenes mexicanos excluidos de la sociedad por su forma de vestir, por su forma de decir las cosas. Plebeyos, infames, nacos, que a partir de aceptarse como tal pudieron disfrutar su vida partiendo de la aseveración: Si lo mexicano es naco y lo mexicano es chido, entonces ¡verdad de dios lo naco es chido!

Sergio Arau y su obra pictórica luchística.
Sergio Arau y su obra pictórica luchística.

Esos nacos célebres lograron retratar como pocos la despedida de ese Santo que migró a otro plano existencial hoy hace 31 años. Comandados por Sergio Arau, conocido por la naquiza como “El Uy uy uy”, quien es dedicado artista y amante de la lucha libre como pocos, como tantos, la H. Botellita de Jerez hizo de su sonido particular, el “guacarrock” una forma de expresión que en el caso de Santo, el Enmascarado de Plata, sirvió para rendir justo tributo, justo honor al inmortal guerrero. Los Botellos adaptaron en su fusión particular una inmortal frase de Bertolt Brecht pero que santificada quedó como “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay quienes luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos… pero hay quienes luchan todos los domingos, esos son los chidos.”
Y después, de las oscuras mazmorras de Lecumberri, Arau tomó el viejo canto de los reclusos “Me vinieron a vender un santo”, el cual quedó adaptado y revestido del ingenio y el amor que los nacos, es decir la gran mayoría del país, le tenemos al mítico Enmascarado de Plata:

Nació en el mero Tulancingo un 23 de septiembre. Nació de muy buena mata con El Santo por nombre, Enmascarado de Plata. Héroe de carne y hueso, defensor de los buenos, que a las mujeres vampiro, hombres lobo y enanos el solito hizo menos.
“Era de nogal, era de nogal, era de nogal El Santo. Era un gran campeón, era un gran campeón por eso luchaba tanto.
“Desenmascaro a Black Shadow, también al Espectro, con patadas voladoras y su llave de acaballo les dejó un nuevo aspecto. Batman y Superman, superhéroes de historieta, nunca subieron al ring, le sacatearon al parche, El Santo sí era la neta.
“El Santo quemó sus naves, lo digo sin recelo, porque ha bajado San Pedro para aplicarle sus llaves y se nos fue El Santo al cielo.”

 

Hoy a 31 años de su ausencia física un gran y merecido homenaje al “profe” Santo, el Enmascarado de Plata. Y a 30 años de ver la luz en un lp, un entrañable reconocimiento a la Botellita de Jerez y en especial a Sergio Arau por la creación del inmortal Guacarrock del Santo.

LA LUCHA SIGUE...
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