El precio de la libertad: combates de Muay Thai en cárceles de Tailandia.

Por Darkangelita.

Como parte de un programa especial de rehabilitación carcelaria, a iniciativa del promotor estonio Kirill Sokur y en coordinación con el Departamento de Prisiones de Tailandia, se llevan a cabo en este país asiático una serie de peculiares combates de Muay Thai.

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Combates de Muay Thai para alcanzar la libertad / www.paginasiete.bo

Sin embargo, los combatientes se organizan en dos grupos bien diferenciados, reclusos contra extranjeros. El premio consiste en reducción de condenas lo que hace que la participación de los presos sea cada vez más activa.

Esta iniciativa comenzó en 2013 y hasta el momento se han efectuado siete torneos avalados por la Asociación Mundial de Lucha en la Cárcel.

En la última edición, apenas realizada hace un par de semanas, participaron siete presidiarios acusados de delitos como tráfico de drogas, robo o asesinato, quienes enfrentaron a un equipo formado por boxeadores iraníes, canadienses y azerbaiyanos en la prisión de máxima seguridad de Klong Pai, al noreste de Bangkok.

«Empecé a practicar boxeo tailandés cuando tenía 8 años», cuenta el preso B.T., condenado por asesinato, mientras a su alrededor sus compañeros recibían masajes, se aplicaban vaselina en el rostro y comprobaban los vendajes de sus manos antes de los combates.

La preparación para el combate / Foto de EFE

Como condiciones para ser aceptado en este programa está el tener experiencia previa en boxeo o Muay Thai y una larga condena.

Uno de los beneficiados con el programa es el excampeón mundial de boxeo tailandés Sirimongkol Singwangcha, quien obtuvo su libertad en octubre de 2013 y abrió un gimnasio para niños en su provincia natal.

El practicar una disciplina tan demandante como el Muay Thai implica para los reos estar en perfecta forma física, lejos de vicios como la drogadicción o el alcoholismo y a tener un buen comportamiento.

La condición física es un factor clave para ganar el combate / www.practicaespanol.com

Para los extranjeros involucrados en este tipo de contiendas, representa adquirir experiencia que se va reflejando en su currículum. Además de que al perfeccionar sus habilidades de pelea también obtienen una suma de dinero.

Leduc, un peleador canadiense, reconoce durante una de las sesiones de entrenamiento, que los presos están muy bien preparados incluso mejor que ellos ya que «no luchan por dinero, luchan por libertad», «yo sólo peleo por honor y gloria», sentenció.

Ari Chaleisuk, director de la cárcel de Klong Pai, destacó los beneficios del programa, que aporta 5.000 baht (155 dólares) a los presos participantes que se guardan en una cuenta para su uso cuando salgan en libertad. El financiamiento proviene de donaciones y apoyos de ex luchadores en pro de sus compañeros.

«La vida es dura en prisión» señala N.K., unos de los reos con mayor experiencia. «Vivimos hacinados en celdas reducidas, dormimos en el suelo y pasamos hasta 13 horas al día confinados en este espacio. «Me quedan 8 años por cumplir, pero participando en esta peleas, podré salir en 2 o 3 años».

Este último torneo comenzó en medio de la algarabía de los reos, con música estridente de fondo previa al arranque de los combates. Tras siete encuentros muy difíciles la balanza se inclinó del lado de los presos. Dos peleadores, uno por bando, terminaron noqueados. Sin embargo persistió en todo momento el respeto a los rituales ligados a la práctica del muay thai y los intercambios de ganchos, directos, jabs y crouchets, el ambiente variaba de la calma a la máxima tensión en minutos. Este fue el precio de la dura jornada, el precio de la libertad.

LA LUCHA SIGUE...
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