El último PPV exclusivo de Raw de este 2016 nos dejó la primera lucha del tipo Iron Man entre féminas bajo el elenco principal. De nuevo, un paso más para la completa Revolución de Divas se produce en la marca roja. Sin embargo, el bookeo de dicho encuentro no fue del agrado de todos, y así lo demostró el público asistente en el PPG Paints Arena, que por otra parte, no es que fuese el mejor respetable de los últimos años, precisamente. Asimismo, muchos analistas y medios especializados también han cuestionado el desarrollo de los últimos minutos del combate, considerándolo demasiado artificial.
Para quien no lo recuerde: Sasha Banks perdió la oportunidad de ganar la contienda, cuando a escasos tres segundos del final del tiempo reglamentario, tapeó ante el Candado de Figura Ocho de Charlotte, igualándose así el marcador. En al añadido, bajo la regla de muerte súbita, volvió a rendirse para acabar sucumbiendo y entregando el Campeonato Femenil de Raw.
Parece que, haciendo caso a lo reportado por Dave Meltzer en la última edición del Wrestling Observer Newsletter, Vince McMahon fue el impulsor de este hecho, quien esperaba que esa primera rendición de Banks emocionara sobremanera a los seguidores por su imprevisibilidad. Sin embargo, casi la totalidad de creativos se mostraban reticentes a la idea, argumentando que constituiría un mal epílogo para un extenso y brillante ángulo. El empecinamiento del chairman y el respaldo de la cúpula directiva sacaron adelante el planteamiento y así pudimos comprobarlo el domingo.
Vince no se resiste a extender sus tentáculos para demostrar que su presencia en WWE sigue siendo imprescindible. Ahora que Tom Casiello no forma parte del staff, parece que quiso asumir parte de su rol y nadie fue capaz de recomendarle lo contrario. En este caso, no podrá culpar de nuevo a Banks, tal y como hizo por la conclusión del Hell in a Cell el pasado octubre. La ex-campeona se dejó la sangre, literalmente, durante el combate.
Hay que señalar que el comentado bookeo guarda muchas similitudes con el del Iron Man de Bragging Rights (2009). John Cena hizo rendir a Randy Orton a escasos segundos del final de, en este caso, los sesenta minutos de rigor, desempatando el marcador a 6-5 y haciéndose así con el Campeonato WWE. Final que también fue criticado por un exceso de épica (algo muy presente en la carrera de Cena) que empañó lo que, pese a todo, ha quedado como un gran duelo para la hemeroteca.