Hace varias semanas, el compañero Ezequiel Bergonzi publicó un artículo desarrollando su punto de vista en torno a la falta de confianza que WWE demuestra con su talento reciente. Y a priori, parece difícil argüir lo contrario, sobre todo observando el incipiente cartel de WrestleMania 33, donde Goldberg y Brock Lesnar se disputarán el Campeonato Universal WWE y coparán con bastante probabilidad el estelar de la noche.
Pero concretando, puede decirse que esta dinámica corresponde más en buena medida a Raw, quien volverá a contar con los dos históricos veteranos en activo por
antonomasia, The Undertaker y Triple H, ocupando dos huecos muy importantes. De acuerdo, estamos seguramente ante un doble paso de antorcha, pues Roman Reigns y
Seth Rollins ejercerán su papel de savia nueva y se supone saldrán victoriosos. Pero bajo mi punto de vista, Taker y HHH debieron hacerse a un lado desde hace
ya algunos años. Obviando que un nuevo empuje a Reigns (y de tal calibre) resulta innecesario, teniendo en cuenta que será la futura cara de la empresa.
Los máximos títulos de cada marca son dos estandartes que sirven de frontera para concretar quién es quién cuando llegamos a «La Vitrina de los Inmortales». Así ha sucedido con Kevin Owens bajo territorio rojo, quien por su buena labor durante toda la temporada tenía que haber entrado al Camping World Stadium portando el
Campeonato Universal WWE (sin desmerecer al Campeonato de los Estados Unidos).
Pese a mi defensa de conservar la imbatibilidad de Goldberg hasta WM, que a la vez elevaría a la estratosfera al próximo luchador que logre tumbar a Lesnar, considero que el bookeo de Fastlane lo ha mandado todo al garete. No era necesario tener un cinturón de reciente cuña como trofeo de un choque de trenes. ¿De verdad estos dos colosos necesitan luchar por un título?
En el lado contrario se sitúa SmackDown. Aunque el decimosexto reinado mundial de John Cena tuvo una futilidad excesiva, qué diferente resulta, en comparación con
Raw, observar quién llegará a WM como monarca máximo de SmackDown. Por fin, tras casi 4 años en el elenco principal, Bray Wyatt se hizo con un premio individual en Elimination Chamber (2017), y pasará a la hemeroteca como el hombre que defendía el Campeonato WWE aquella noche del 2 de abril, más allá del resultado final.
Randy Orton quizás venza y le arrebate el oro y mi teoría cojee un poco, pero simplemente llegar como campeón ya es un indicativo de la confianza depositada en Wyatt. A todas luces, un caso completamente opuesto al de Owens.
«La Nueva Cara del Miedo» cumple con los requisitos de los que Goldberg carece para ser portador de un campeonato en WM: talento joven, luchador a tiempo completo y necesitado de un cinturón de prestigio para elevar su estatus. Esta decisión, entre otros factores, ha hecho que el show de Stephanie McMahon quede definitivamente atrás en su pugna semanal con SD.
Como argumenté, no me parece mal un Goldberg vs. Lesnar III, pero sin una correa de por medio, WWE haría justicia a su talento al alza. En consecuencia, tenemos un Chris Jericho vs. Owens que posee el suficiente atractivo per se como para prescindir del Campeonato de los Estados Unidos. Por tanto, un doble error de bulto. El Universal WWE podía haber orbitado en torno a otros gladiadores como Finn Bálor, Sami Zayn, Samoa Joe…
WrestleMania 33, dejando a un lado las preferencias personales, arma un cartel que combina juventud y veteranía, pero el gran lastre, por segundo año consecutivo,
parece que será su epílogo. Inconcebible que se haya repetido error tan pronto, cuando todavía recordamos aquel Reigns-HHH que a muchos solucionó sus problemas de insomnio. La diferencia este 2017 radica en que las consecuencias recaerán sobre una marca concreta: Raw.