Luego del triunfo contundente de Oscar Valdez sobre Evgeny Gradovich, llegó el turno del «Zurdo» Ramírez de llegar a la pelea de su vida. La pelea por el título, la pelea con la que había soñado.
Su rival, Arthur Abraham, campeón súper medio de la Organización Mundial de Boxeo, un hombre que los cuatro combates que ha perdido de manera profesional los ha tenido contra la élite de la división (Froch, Dirrell, Ward). Una victoria de Ramírez no lo equipararía con los anteriormente mencionados pero lo encaminaría hacia la misma senda dado el gran logro que le significaría.
Pues bien, desde el inicio el «Zurdo» soltó los puños y los estrellaba en la guardia de Abraham, con la intención de abrirla a punta se sus golpes.
Gilberto manejó bien la distancia para mantener a Abraham a raya, para mantenerlo alejado y no caer presa de los empujones y artilugios que sabe usar el armenio-alemán para sus peleas.
Arthur siempre mostró su guardia cerrada, bien arriba, cubriendo la cara, de modo que el «Zurdo» se empleo para permear esa guardia con una frecuencia alta de golpeo u optando a pegar abajo, para acumular puntos y mermar su resistencia de cara al final del combate. Abraham es duro así que el nocaut se veía improbable, por lo que Gilberto hizo una pelea pensada al alargue.
Abraham peleó al contragolpe, sin arriesgar mucho, esperando literalmente el error del sinaloense, para poder conectarlo de poder. Sólo un par de veces logró hacerlo y el «Zurdo» no se inmutó de lo que recibió. Pero Arthur sí se conmovió con los golpes que le lanzó en el primer round y otro a punto de nocaut en el octavo.
Aunque no necesitó del golpe fulminante, porque Gilberto neutralizó a Abraham al grado de desaparecerlo del combate, porque el de la iniciativa, los golpes y el control, fue el mexicano.
De nada le sirvió a Arthur encerrar a Gilberto en las cuerdas, o abrazarlo tras el intercambio, o lanzarse al ataque con la cabeza por delante para impactarlo en la cara, ni que le metiera los codos, porque Gilberto se mantuvo ecuánime y sorteó todo eso.
Y gracias a su paciencia y estrategia bien desplegada, se convirtió en campeón súper mediano de la Organización Mundial de Boxeo, el primer mexicano en lograrlo