7 cosas que aprendimos de WWE en la pandemia

La pandemia ha hecho estragos en todo sentido, no hace falta decirlo. Ninguna empresa de lucha libre se vio exenta de los perjuicios ocasionados por la falta de público y las distintas limitaciones que el coronavirus provocó. Y como dice el dicho, en tiempos difíciles se ve quién es quién realmente, y desde principios de 2020 hasta la fecha, hemos podido observar varios hechos reveladores acerca de WWE, tanto buenos como malos.

La época sin público seguramente sea recordada como un período negro y nada nos asegura que no tengamos que retroceder a ese punto (crucemos los dedos para que no sea así), pero muchas notas se han apuntado a partir de esta particular «era». Estas son las 7 cosas que aprendimos de WWE en la pandemia.

7) No todo fue negro

Vince McMahon siempre ha tenido una obsesión con el control. Por momentos más, por momentos menos. El Vince de los últimos años alcanzó su máxima expresión en este sentido, así que cuando nos encontramos con un panorama de shows a puertas cerradas, sí, seguramente lo lamentó y mucho, pero también pudo encontrarle el costado positivo: hacer las cosas a su manera estando a un click de distancia.

El Thunderdome fue hecho a medida de los gustos del mandamás. No en cuanto diseño, en lo respectivo a las respuestas. A qué o a quiénes impulsar y a quiénes no siempre fue una batalla constante en su diccionario y la génesis de diversas disputas con la afición. En el «domo», daba instrucciones a los usuarios para que abuchearan u ovacionaran a los luchadores, que la recepción a ciertos nombres fueran de una manera muy distinta a como hubiera sido con público, o hasta hacer y rehacer cosas sin la presión de la televisión en directo.

6) Las luchas cinematográficas

AJ Styles y cómo se siente el haber sido el último rival de Undertaker

Uno de los aspectos que difícilmente hubieran relucido de no haber sido por la pandemia fueron las luchas cinematográficas. Bueno, que en verdad no fueron nada nuevo. WCW ya había hecho algo similar con Sting en el castillo «embrujado» de Vader en 1993, y recientemente ya habían vuelto a resurgir gracias a los diferentes episodios desde la Hardy Compound. La misma WWE hizo la «House of Horrors» en Payback 2017.

Aun así, los combates grabados desde otras localidades le dieron más color a un tiempo en el que, sin gente, parecía muy apagado. El Boneyard match de WrestleMania 36, que terminaría siendo la presentación final del Undertaker, y el Firefly Fun House match, dieron paso a decenas de otros encuentros desde sedes insólitas, dentro y fuera de WWE. Con el regreso de la afición este formato no se hace tan efectivo, mas hacerlo de tanto en tanto ayudaría a traer frescura.

5) Lo visual es clave

WWE ThunderDome logo

Ni Stone Cold Steve Austin ni Hulk Hogan ni nadie hubiera sido capaz de levantar los ratings de la pre-pandemia durante la pandemia. Las carencias que se presentaron durante el período sin gente hicieron que independientemente de la calidad de lo que transcurriese en pantalla, los espectadores desconectaran. En el Performance Center se llegaron a bajos históricos.

Se hizo todo tan preocupante que WWE decidió invertir cientos de miles de dólares en una arena más imperiosa, el Thunderdome, cruzando los dedos para que ayudase a sacudir el tablero. Y así fue. Lo gigantesco de la arena y las luces demostraron que el Capitol Wrestling Center había quedado chico y no lucía nada imponente. Aprendimos entonces que lo visual no es lo más importante de todo, pero sí es absolutamente clave.

4) Los negocios primero

Vince McMahon coronavirus

WWE arrancó prohibiendo el uso de cubrebocas. Hoy por hoy suena horrendo, y lo fue, porque Vince McMahon y los altos directivos consideraban que el que sus luchadores tuvieran el rostro cubierto «no los hacía lucir bien». El coronavirus llegó a ser un punto secundario por un tiempo. El aluvión de críticas, algún contagio en las instalaciones y una charla con Kevin Owens hicieron que McMahon recapacitara.

La insensibilidad volvió a decir presente con los despidos en masa (cerca de 50 sólo este año). A pesar de que WWE obtuvo las mayores ganancias de su historia, las liberaciones en cantidad se hicieron algo recurrente, una forma de operar. Y aunque muchos se apresuraron en cuestionarlo, hay que tener en cuenta que «son negocios», como quien diría. Y en WWE, los negocios van primero.

3) El calendario no debe ser tan duro

Sylvain Grenier

Y ya que trajimos a colación a WCW, aquí tenemos otro ejemplo. Una de las primeras medidas que Eric Bischoff tomó al obtener el poder de la extinta empresa fue ponerle un alto a los eventos no televisados, que suponían una pérdida de dinero para la compañía. Esa fue una de las curas a la hemorragia financiera que estaban sufriendo, y que llevaría al boom de fines de los 90.

Sin la posibilidad de viajar, WWE también tuvo que hacerlo, y los resultados fueron contundentes: demostraron que los live events daban muchas pérdidas, y que al no hacer ninguno, la empresa logró cosechar los mejores números de su historia en los resultados trimestrales. Después de todo, al menos en los tiempos que corren, el calendario no debe ser tan duro. Todos saldrían ganando: el talento, física y mentalmente, y WWE, financieramente.

2) WrestleMania, dos noches

D-Von Dudley compara el Banks-Belair de WM 37 con el Hogan-André de WM III

En algunas cosas, Vince McMahon puede cambiar de opinión dependiendo de cómo se levantó ese día. En otras, se mantendrá tan firme como Roman Reigns en el estelar. Y convencerlo de dividir las más de seis horas promedio de WrestleMania en dos noches en condiciones normales probablemente hubiera sido más difícil que lograr dar con el papa. Pues bien, la pandemia lo pudo.

WrestleMania 36 se dividió como una manera de crear algo fresco ante la evidente falta de emoción. Funcionó bastante bien, así que se volvió a probar al año siguiente. Hoy, ya de nuevo con gente, se está discutiendo internamente la posibilidad de que este cambio sea permanente.

1) Los fans, imprescindibles

CM Punk bien lo dijo en su momento: la falta de público en un espectáculo de lucha libre televisado puede ser hasta difícil de digerir por momentos. Contrario a otros deportes, la participación de las multitudes en la lucha directamente hace la diferencia. No es un problema difícil de resolver: dado que la acción en los cuadriláteros se desarrolla en base a las reacciones de los espectadores, una vez ellos fuera de la ecuación, el luchador se desorienta. Asimismo, el silencio le quita emoción e impacto a lo que transcurre entre las doce cuerdas, y eso se traduce en desinterés. 

Esto aplica a WWE, AEW, México o Japón, y sin importar la calidad del producto que se ponga sobre la mesa o lo extravagante que sean los alrededores, simplemente, los fans son imprescindibles, el ingrediente más importante de la receta, o al menos a la par de unos pocos más. 

LA LUCHA SIGUE...
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