Hace ya más de 7 años del último Backlash, allá en abril de 2009. Por tradición, este PPV siempre era el inmediatamente posterior a WrestleMania, y de resultas, debía mantener el buen sabor de boca que habitualmente «El Show de los Shows» deja en los seguidores. Y digo habitualmente, porque en algunas ocasiones le ha correspondido la tarea de elevar la línea trazada por un evento de calidad menor. Este año, sin embargo, esa tarea le correspondió a Payback 2016, precisamente tras una de las WrestleManias más anodinas de la historia.
A día de hoy, el primer PPV exclusivo de SmackDown Live! presenta una analogía de aquella tradición, pues se sitúa justo después de la segunda WM en el calendario de WWE, SummerSlam 2016. Y según estos designios, de nuevo debe mejorar el nivel ofrecido por aquel, que acabó resultando bajo mi punto de vista excesivamente largo, con demasiados altibajos en su desarrollo, y un final extremo pero insustancial. 4 horas que espero no predigan la dinámica a ofrecer por los PPVs de marcas conjuntas, pero que en esta primera muestra ha cumplido con algunos de mis agoreros argumentos en contra de la Brand Extension.
Es por eso que Shane McMahon, en su conflicto interno por la futura sucesión de WWE, se le juega este domingo, y cuenta con la ventaja de tener el primer gran show exclusivo del calendario. Sería la oportunidad de dejar el listón alto para la facción rival, que por ahora está armando un cartel interesante para Clash of Champions, pero con dos combates ya vistos en SS 2016. A cambio, Backlash ofrece disputas inaugurales de dos títulos, la siempre estimulante presencia de AJ Styles de nuevo en el plano estelar y un choque que bien podría haberse visto el pasado 3 de abril en Arlington: Bray Wyatt vs. Randy Orton.
Porque, analizando el camino de cada marca desde el arranque de esta separación, hay que decir que Raw ha vencido hasta ahora en el marcador particular, decantándose sin embargo un poco las tornas las últimas semanas; camino recogido por el compañero Dante Gómez en su columna personal. Backlash puede acabar por consolidar ese ligero vuelco y resultar un punto de inflexión en la guerra de los McMahon, claramente desfavorable en su concepción al primogénito de Vince. Tal y como expuse en un artículo reciente, Triple H también ha significado un importante factor en esta lucha de poder.
Intuyo que la IWC tiene puestas muchas expectativas, pues SmackDown Live! constituye la alternativa de calidad luchística que los aficionados acérrimos demandan, tanto en fondo como en forma, y mañana tendrá su cita definitoria para el futuro. Es más, si la respuesta es buena, tal vez la supremacía de Raw acabe definitivamente aquí y no tengamos que ver combates por cetros históricos de WWE casi a mitad de cartel y con tiempos escasos (5 minutos en el caso del The Miz–Crews en SS 2016). Estén atentos a la cobertura de SÚPER LUCHAS mañana domingo 11 de septiembre.