The Shield inició su andadura en WWE a finales de 2012 para finalizarla a primeros de 2019. Entre tanto sacudieron el imperio como pocas facciones lo han hecho a lo largo de la historia. Como también lo hicieron Seth Rollins, Roman Reigns y Dean Ambrose (ahora, Jon Moxley en AEW) cuando tuvieron que tomar caminos separados. El Escudo cambió las vidas de los tres, tanto profesional como personalmente, porque se convirtieron en amigos muy cercanos mientras conquistaban los encordados. Lo que vivieron nunca va a dejar de formar parte de ellos, como Rollins reconoce.
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► Seth Rollins no olvida a The Shield
El luchador ahora bajo el personaje «El Mesías» («o Salvador de SmackDown», una variación del mismo) ha pasado por diferentes etapas como Superestrella, con cada una brindándole un apodo acorde a sus discursos y a su comportamiento, así como también a sus logros, como el «The Beastslayer», que nació cuando finalmente venció a Brock Lesnar. Pero a pesar de haber pasado por tanto, de haber quedado atrás sus tiempos en The Shield, incluso de todo lo ocurrido con sus dos antiguos oponentes en estos años, en una entrevista con Out Of Character, Rollins admite que la facción sigue dentro de él.
«He estado desarrollando el personaje de Seth Rollins en diferentes encarnaciones durante la mayor parte de los últimos casi nueve años. El arco del personaje ha sido una locura, y siento que hay una parte de mí en cada una de las partes del personaje. Desde The Shield hasta lo que estoy haciendo ahora con el cabello y los trajes. No sé realmente cuánto de todo esto soy yo mismo, una idea que tengo de mí mismo, o la percepción que la gente tiene de mí. Simplemente ya no lo sé. Solo sé que sigue hacia delante y que ahora mismo es imparable».
Muchos fans siguen soñando con el regreso de El Escudo y en este loco mundo de la lucha libre profesional todo puede suceder pero muchas cosas tendrían que cambiar para que se diera. Así que de momento solo queda revivir todos los momentos que los tres luchadores protagonizaron juntos durante los siete años: su nacimiento, sus incontables grandes combates, sus consecuciones de campeonatos, aquella trágica separación por culpa del mismo Seth Rollins, la reunión que protagonizaron tiempo después, o la despedida justo antes de que Jon Moxley abandonara WWE.