El día sábado 13 de agosto, en Tijuana, B.C. de mano de la promotora The Crash en el Auditorio de Tijuana, se dio el debut en México del continuador del máximo ídolo de la lucha libre mexicana, Santo el Enmascarado de Plata. La tercera generación de Plata, Santo Jr. debutó ante Rayman y Angel Blanco Jr. apoyado por su padre, El Hijo del Santo; éste joven luchador dio sus primeros pasos en una arena mexicana.
Semanas antes, tanto luchadores establecidos como otros juniors criticaron fuertemente que Santo Jr. hubiera debutado en Europa en lugar de los sitios donde su abuelo se proyectó en la lucha libre mexicana y su padre dio continuidad a este personaje enmascarado.
De ahora en adelante Santo Jr. tendrá sobre sus hombros la responsabilidad más grande que existe en la lucha libre, pues algunos luchadores que como él portan el nombre de sus antecesores no han podido convertirse en iconos de la lucha libre. Y es que aunque a nivel técnico estén más que preparados, continuadores de leyendas como Máscara Año 2000 Jr., Hijo de Dos Caras, Psicodélico Jr., Canek Jr. o Fishman Jr. no han podido elevarse y ser garantía.
Otros como Dos Caras Jr., ahora Alberto Del Río han logrado alcanzar el éxito en el extranjero aunque por diferente camino y dejando a un lado su legado enmascarado.
Además, Santo Jr. no tiene sobre sí la controversia del Hijo de Octagón, sobre el que hay dudas de su experiencia luchística, ya que él incluso se ha preparado en el Dojo de NOAH en Japón.
Lo más importante para Santo Jr. será ahora defender a capa y espada no solo su legado y su naciente trayectoria sino también a su padre, por las muchas rivalidades que aún tiene.
En un momento en el cual la lucha independiente atraviesa un buen nivel, y aprovechando la experiencia de su padre, Santo Jr. tendría como destino convertirse en un nuevo ídolo sin lazos que lo aten a ninguna empresa y con la posibilidad de llevar su nombre aún más alto.
Le deseamos éxito y sabiduría porque rivales tiene desde el momento en que su padre decidió entregarle la máscara que seguramente teñirá de sangre, sudor y lagrimas; solo el tiempo determinará si lo hace sobre los hombros de la afición como su famoso abuelo o en la oscuridad de alguna arena como muchos otros juniors que simplemente no dieron el ancho.