Recordando el impacto negativo de Donald Trump al «comprar» Raw en 2009

Durante la última semana, Donald Trump ha estado en boca de todo el mundo por su derrota en las elecciones presidenciales en Estados Unidos y su consecuente reacción. Como todos sabemos, su nombre ha estado bastante ligado a WWE en el pasado, ocasión que nos lleva a recordar el impacto negativo que ocasionó al «comprar» Monday Night Raw en 2009.

Pero antes, ¡una pequeña parada en boxes! Si te intriga saber qué piensa el mundo de la lucha libre sobre la polémica figura, echa un vistazo a los luchadores que aman y los que odian a Donald Trump.

Ya sabemos de la opinión de la oficina de WWE sobre él, ¿pero es verdad que en AEW también son pro-Trump? ¿Qué dos populares ex Superestrellas WWE fueron, entre otras cosas, despedidas por ser tan vocales sobre su postura política? ¿Qué otros luchadores iba a ganar títulos pero se metieron en problemas por lo mismo? ¿Quién, podría decirse, fue el más grande crítico del multimillonario, y quién su más grande seguidor?

Oprime play para encontrar las respuestas y muchas más opiniones en el último video de Cuadrilátero:


Trump conoció a Vince McMahon en el año 1988. La relación comenzó estrictamente por negocios: WrestleMania 4 se llevó a cabo en Trump Plaza, New Jersey, propiedad del multimillonario. Debido al éxito de la asociación, se repetiría la experiencia al año siguiente para la quinta edición del magno evento, empezando así a conocerse mejor uno con el otro. Su siguiente aparición sería poco menos de dos décadas después camino a otra entrega del Show de Shows, cuando el miembro del Salón de la Fama Jesse Ventura lo entrevistó en el show 20 aniversario.

Pero no sería hasta 2007 que aceptaría los términos para ser parte de una rivalidad formal, importante como lo fue, con nadie menos que McMahon, en la que sería conocida como «La Batalla de los Multimillonarios». Cada uno escogió a su representante para aquella noche, con un pequeño detalle extra: el orgullo no era lo único en juego, sino que el perdedor debía perder la cabellera. Una idea que ya había sido discutida para un potencial encuentro entre McMahon y Hulk Hogan cuando éste estaba bajo la máscara de «Mr. America», sembrándose la semilla de un Máscara vs. Cabellera allá por 2003.

Por cuestiones obvias no hubo una lucha entre ambos. En cambio, cada uno escogió a alguien que lo representase, así que mientras Trump tuvo a Bobby Lashley representándolo a él, McMahon apuntó a Umaga como su caballo de guerra. De acuerdo a lo que contó el ex creativo Court Bauer, hoy a cargo de MLW, Rey Mysterio era el candidato principal para ponerse del lado del futuro Presidente (algo irónico considerando cómo son las cosas). Según contó, fue McMahon quien argumentó «¿por qué querría a alguien tan pequeño?».

En el estelar de «La Vitrina de los Inmortales», Lashley cubrió a Umaga para dar paso a la humillación pública del Chairman de WWE. Aunque no fue gratis para un Trump que terminó recibiendo un Stunner a manos del árbitro especial del combate, Stone Cold Steve Austin.

Lo que aquí nos trae, sin embargo, tuvo lugar el 15 de junio de 2009. Era un lunes como cualquier otro e igual a cada semana, otro episodio más de WWE Raw llegaba a nuestros televisores. El jefe salió a escena y anunció que había vendido el show a su viejo enemigo. El mismo Trump apareció en el Titantron para confirmar las nuevas. Poniéndose una vez más en el rol de chico bueno, dio su primera orden para el siguiente programa: los asistentes obtendrían un reembolso de su dinero y, para los espectadores televisivos, no habría comerciales durante la transmisión en USA Network.

A lo largo de la velada, la controversial figura hizo varias apariciones y cameos. The Miz lo mencionó durante una promo, una llamada suya se dio mientras McMahon conversaba con Santino Marella y para cerrar la noche, apareció nuevamente vía satélite para dar a conocer que Randy Orton vs. Triple H por el Campeonato WWE no iba a efectuarse en PPV, sino la semana siguiente en un Last Man Standing.

Siete días después, el hombre en persona dijo presente. Aunque era un rudo por excelencia en su reality show —en el que se encargaba de despedir celebridades, su lado real—, WWE hizo un gran trabajo intentando que la gente lo amara. Gracias a las cosas prometidas, empezaron a verse pancartas agradeciéndole y cuando al final del episodio les dijo que les devolverían el dinero, la gente le dio una ovación de pie. No obstante, hacia el final de la noche fue el propio McMahon el que puso el dinero para rehacerse con su creación, terminando con el ángulo dos semanas después.

Lo que no se vio es que, a raíz de esta historia que evidentemente muchos creyeron real, el stock de WWE decayó un 7%. Sea porque los inversores no confiaban en las habilidades de Trump para llevar adelante una compañía de lucha libre o lo que fuese, las cosas se complicaron más de lo esperado, al punto de que la empresa debió lanzar un comunicado de prensa a Wall Street para hacerles entender que lo que veíamos en las pantallas no era realmente lo que sucedía en los pasillos de la gigante deportiva.

Hay que decir que así como la movida dejó mal parado a Trump (y WWE) en ciertos aspectos, ambos salieron ganando en el sentido de que el futuro miembro del Salón de la Fama dejó una buena imagen bajo el personaje que le otorgaron, y la empresa hizo los números más altos de Raw en siete años con una cosecha —hoy inimaginable—de 6.813.000 espectadores y un rating de 4.5 versus el 3.7 de la semana anterior.

En conclusión, los datos fueron un reflejo de la realidad: Trump es alguien muy controversial —viene al caso la famosa frase «la controversia crea dinero»—y mediático como pocos, aunque quizá por los motivos equivocados. Para el mundo del espectáculo ese comportamiento puede que hasta sea bienvenido. Sin embargo, en otros ambientes no tanto…


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