Máscara vs. Cabellera en la Alameda Central

No fue un domingo cualquiera. Fue un domingo distinto, discordante pero convergente. Un domingo popular, que convirtió al centro de la capital en una burbuja, y en ella, los problemas dejaban de existir y el orgullo de ser parte de esta capital florecía.

Decenas de personas con paraguas de colores, desfilaban (corrían) en un amplio círculo antes de comenzar a entonar Las Mañanitas dirigidas a un coloso de mármol, el Palacio de Bellas Artes, que cumplía 80 años de ser el epicentro cultural de México. La Alameda Central fue escenario de una verbena popular, una fiesta para todos. Conciertos gratuitos, bailes armoniosamente coreografiados, actos de clowns… Y en el otro extremo, una representación de una obra teatral con tema luchístico.

Máscara vs. cabellera, escrita en 1985 por Víctor Hugo Rascón Banda (Uruachi, Chihuahua, 6 de agosto de 1948 – Ciudad de México, 31 de julio de 2008), tuvo ya en marzo pasado unas presentaciones en el Centro Cultural del Bosque, a donde tuvimos la oportunidad de asistir.

Mascara vs Cabellera
Máscara vs. Cabellera (28 de septiembre de 2014) / Foto de Ernesto Ocampo

Erwin Veytia dirige esta obra con un argumento estilo film noir, que en el cine asemejaría más una película de Juan Orol que una de Santo. Historia oscura, donde Apolo (Aldo Axel García) es el luchador que enfrentará los obstáculos a pesar de saberlos insalvables. El fatalismo es, entonces, el eje conductor de esta obra.

Máscara vs. Cabellera (28 de septiembre de 2014) / Foto de Ernesto Ocampo

“Si todo México es una gran arena, entonces nosotros ¿por qué estamos luchando? Según yo la lucha está en el DNA de todos los mexicanos”, asegura Veytia, quien también adaptó el libreto original, y además concibió algo impensable: Sus actores tendrían que convertirse en luchadores reales. Por año y medio se estuvieron preparando con Orión, quien les enseñó los principios básicos del pancracio a fin de poder enfrentarse en una lucha real, que incluye vuelos, llaves y martinetes. Cuando la representación es en un teatro, éste se convierte en una verdadera arena, pues una de las actrices baja a los pasillos, y ayudada por una matraca motiva al público a que se meta a la acción. De las butacas surgen porras, mentadas y risas. Pocas veces el teatro resulta ser tan terapéutico.

Máscara vs. Cabellera (8 de marzo de 2014) / Foto: Ernesto Ocampo
Máscara vs. Cabellera (8 de marzo de 2014) / Foto: Ernesto Ocampo

Al aire libre, el público estuvo más tímido este domingo. La mayoría se limitaba a ver las acciones de esa escena, misma que conduce al clímax dramático. “Mientras la justicia no aparezca, ¡lucha, lucha, lucha!”.

Para muchos, resulta polémico el hecho de que la lucha libre sea mostrada de manera tan teatral, aunque la raíz del éxito de la lucha –su entronización como fenómeno cultural—sea precisamente dicho aspecto. Carlos Monsiváis decía: “la construcción total de la lucha libre (es) un fenómeno eminentemente teatral. La máscara hace las veces de un recurso teatral óptimo; es al mismo tiempo intimidadora y divertida, amenazante y jocosa, se presta a las complicidades del espectador, le permite figurarse qué clase de rostros anidarán tras esas telas, se presta a la imaginación de sastres o familiares. A las razones que yo propongo para el uso masivo de la máscara, seguramente se opondrán los luchadores, a quienes  no les queda de ningún modo reconocer el carácter esencialmente dramático del espectáculo, al margen de todo lo que haya de resistencia física, de capacidad deportiva.

“Ya es un lugar común decir que gran parte del sentido de la lucha libre es el teatro, pero siempre hace falta afirmar que los actores más entusiastas no son los luchadores, sino los espectadores. Creo que al entrar a la arena no sólo suspenden su incredulidad, sino también dejan afuera las inhibiciones y son violentos, arrojados, decididos, malhablados. En otras palabras, cambian absolutamente su personalidad, y cuando salen de la arena, recuperan la propia, que también puede ser, pero no necesariamente, violenta, arrojada, decidida y malhablada. Hay un contagio colectivo que vuelve a toda la arena una sola persona, tan agresiva como jamás se concibe”.

Máscara vs. Cabellera (8 de marzo de 2014) / Foto: Ernesto Ocampo
«Mira, salió publicado en el SÚPER LUCHAS» (Máscara vs. Cabellera, 8 de marzo de 2014) / Foto: Ernesto Ocampo

Máscara vs. Cabellera se presenta en temporada en la Casa del Lago, y este fin de semana son sus últimas funciones: viernes 20:00 horas; sábados y domingos 19:00 horas. Los boletos tienen un costo de $150 y $100.

[Una versión ampliada de este texto aparecerá en Súper Luchas #534]

LA LUCHA SIGUE...
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