Definitivamente la pelea de revancha entre Román Martínez y Orlando fue diferente. Salido demostró que puede cerrar salidas y seguir a su rival y continuar con el golpeo al mismo tiempo.
Sin embargo, no es como que se pueda dar por descartado al «Rocky» si bien su fuerte no es el poder de puños y el golpe por golpe, sí es capaz de mover la cintura y la cabeza como si tuviera resorte para esquivar las bombas de Salido.
Pero el «Siri» aprendió de sus errores, fue capaz de cerrarle los espacios a Martínez incluso en el centro del ring para hacerlo intercambiar y lastimarlo a la corta distancia. Es bien sabido que de esa manera es la única con la que se puede lidiar con «Rocky» porque dándole espacio le salen alas en los pies y se hace inmune a los golpes, como si fuera teflón.
Para nada una pelea sencilla para ellos, pero sí muy entretenida para los que la vieron desde afuera del ring. Una caída por cada lado en la primera parte de la pelea. Un augurio de que no terminaría a los doce rounds.
Pero como fue escrito arriba, Salido salió más pensante, menos bravucón y con una mejor percepción de la profundidad de la superficie de pelea con respecto a su cuerpo.
De modo que Salido llevó de tanto en tanto a Martínez contra las cuerdas, le hacía la finta con la cintura para pegarle abajo, que es la zona que más resiente el «Rocky».
Y aún así, sin tener espacio para meter las manos, como pudo, el boricua se fue sobre Orlando, lo llevó a una esquina y le repartió volados a dos manos, violentos y bien colocados en su mayoría. Salido resistió como buen guerrero y se lanzó al contraataque, en el terreno corto, muy encorvado para poder entrar de lleno en la zona blanda del «Rocky» y siguió castigando.
El final de la pelea estuvo lleno de golpes, ninguno quiso escatimar para no dejarlo a la suerte de un sólo golpe. Finalmente, la decisión fue polémica porque determinó empate, un empate que para muchos debió ser triunfo para Salido.