La pelea de Adrián Granados y Javier Fortuna pintaba para ser un buen combate, pero no contaban con que las marrullerías les saldrían caras.
Y es que Granados empezó muy revolucionado, con ganas de acabar la pelea temprano. Debido a ello, se fue la frente desde el segundo uno y parecía no recibir respuesta.
Pero Fortuna lanzó lo suyo una vez que encontró un espacio y Granados le cedió un poco de terreno.
En momentos se alternaban el ataque. Granados lanzaba una combinación, se defendía y a continuación, Fortuna hacía lo propio.
Esto no daba mucha pauta para encontrar a un ganador porque realmente no estaban peleando. Acaso la puntería de esos ataques podría haber atisbado que Granados llevaba un poco de ventaja, pues entre que conectó más y que su movimiento de cintura le evitó recibir bastantes golpes, lucía mejor parado en el ring.
Aun así, Fortuna buscaba el choque para forzar a Granados al intercambio. Eso sí, no fueron intentos muy limpios. Realmente hizo una pelea muy accidentada porque si no abrazaba, enganchaba los brazos de Granados y entorpecía la pelea.
Granados buscó acorralar a Fortuna y en esa zona sacó mucha ventaja. Fortuna trató de hacer lo mismo pero sí le costó trabajo porque Granados supo usar las cuerdas para sacarse los impactos.
Ahí fue donde se intensificaron los enganches de Fortuna sobre Granados. El réferi le llamó la atención a Javier por esa conducta.
Independientemente de que fuera un combate desordenado, sí fue intenso y la situación se puso más dramática cuando en una acción, Granados tenía a Fortuna contra las cuerdas y en el trajín de la pelea, Fortuna de salió del ring.
Para su buena suerte, cayó sobre una mesa de transmisión. Para su mala suerte, eso no evitó que se lastimara el cuello.
La pelea se detuvo y las asistencias sacaron a Fortuna con collarín de la arena.
Al final, debido a que no habían pasado cuatro asaltos completos (estaba por terminar el cuarto), se determinó que la pelea quedara sin decisión.