Anécdotas de Santo, el Enmascarado de Plata

El siguiente texto de don Alfonso Ramírez «Pompín» fue publicado en la edición #44 de SÚPER LUCHAS (2 de febrero de 2004), con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de Santo, el Enmascarado de Plata, y que hoy reproducimos en conmemoración de los 40 años de dicha pérdida.

Por ALFONSO RAMÍREZ «POMPÍN»

Son ya muchos años desde que el inolvidable profesor nos dejó. Como un humilde homenaje, les presento ahora algunos recuerdos de este gran personaje, a fin de dejar patente su lado humano.

Pompín y Santo
Alfonso Ramírez «Pompín» con Santo.

En 1972, Santo se encontraba filmando en Ecuador Santo contra los secuestradores, al lado de la vedette Rossy Mendoza. Durante casi un mes, la filmación se llevó a cabo en las playas, por lo que al traer todo el tiempo la máscara puesta, la cara se le quemó. Al regresar a México, Santo fue recibido en el aeropuerto por su hijo Alejandro, quien le preguntó: «¿Por qué no te pusiste anteojos, papá? Tienes el antifaz de tu máscara marcado en la cara». Al mirarse en un espejo, se dio cuenta de que efectivamente así era. Inmediatamente se colocó unas gafas para evitar ser reconocido y rápidamente salió del aeropuerto.

► «¡Ni que fueras tan famoso!»

Un día, la esposa del Santo le pidió que llevara a la familia a Acapulco. Partieron a esa ciudad y alquilaron una casa con todas las comodidades. La señora les pidió que los llevara a la playa, y el profesor contestó que era preferible quedarse a nadar en la alberca, porque a él lo podría reconocer la gente. — ¡Ni que fueras tan famoso! ¡Ahora nos llevas a la playa! —dijo ella. No quedándole de otra al profesor, se puso una camisa de manga larga.

— ¿Cómo es posible que con tanto calor, salgas con manga larga?

Tú déjame. Yo sé por qué lo hago.

Ya estando en la playa, toda la familia se metió al mar y Santo se quedó tomando el sol ya sin camisa. De repente se acercó un niño del lugar, queriéndole vender artesanías. A pesar de la negativa, el niño se le quedó viendo detenidamente y le dijo: «Oye, brody. Tú eres el Santo».

Que Santo ni que Santo. ¿Por qué dices eso?

— Porque tienes las manos peludas y por el ombligote que tienes. Yo tengo muchas foto tuyas y sí eres el mismo.

El niño se fue corriendo y Santo le comentó lo sucedido a su familia: «Ya ven? Por eso no quería venir. Ese niño me reconoció. Yo mejor me regreso y allá los espero».

A los pocos minutos, el niño volvió acompañado de unos diez chamacos más, y preguntó a los familiares del Santo: «Oigan, ¿dónde está El Santo? Traje a mis amigos para que lo conozcan». Pero se quedaron todos con las ganas.

► «¡Un idiota me pegó con un carrito!»

Me contó Alejandro, hijo mayor de Santo, que en 1962, cuando el profesor estaba filmando una película al lado de Ana Bertha Lepe, ambos se encontraron en un supermercado. Santo, que era muy bromista, le pegó con el carrito a Ana Bertha en la pierna. La actriz se molestó y le reclamó con bastantes majaderías, que por respeto a los lectores de SÚPER LUCHAS no puedo reproducir. Hay que aclarar que la actriz no conocía al Santo sin su máscara.

Al otro día en la filmación, Santo y Ana Bertha se encontraron y él la saludo: «Buenos días, Ana Bertha, cómo te va. Te noto enfadada».

— No es nada, profesor, es que ayer en el súper, un idiota me pegó con un carrito.

— ¡Vaya falta de respeto, Ana Bertha! Por cierto, nunca pensé que fueras tan grosera.

— ¿Por qué dice eso? Usted jamás me ha oído decir una mala palabra.

¡Cómo no! Ayer con todo lo que me dijiste hasta ya quería llorar.

Ana Bertha quedó estupefacta, y finalmente ambos se ofrecieron disculpas antes de terminar riéndose de lo sucedido.

► «¡El Santo mató a un aficionado!»

En la década de los sesenta, en una ocasión, fue programada la lucha de Santo contra El Hindú, máscara contra cabellera. El Hindú era un gran luchador de peso completo, y el encuentro era ante un lleno en la plaza El Cortijo, en la Ciudad de México.

Un aficionado iba caminando en la zona de barrera junto con dos niños, y de pronto tropezaron cayendo hacia el ruedo de esa plaza de toros. El aficionado logró maniobrar para que los niños cayeran sobre él, salvándoles la vida, pero el golpe fue brutal.

Lo metimos en camilla a vestidores para que lo revisara el médico de la Comisión. Casi perdiendo el sentido, alcanzó a decir: «¡Mis hijos! ¿Dónde están?», y Santo le contestó: «No se preocupe, sus hijos aquí están… Por desgracia, el aficionado murió al otro día.

Un periódico de nota roja publicó en primera plana la cabeza «EL SANTO MATÓ A UN AFICIONADO». Todo mundo adquirirlo la publicación para enterarse de esa increíble noticia, pero en las páginas interiores lo que decía era: «El santo madrazo que se dio al caer de las gradas lo mató».

► Luchadores admirados

Una vez le pregunté a Santo: «Oiga, profesor. Usted, siendo ídolo de miles de personas, ¿no siente admiración por algún luchador?», y él me contestó:

— Sí, mano, cómo no. Yo admiro a tres luchadores. El primero es Alejandro Cruz (Black Shadow) por su gran elasticidad y profesionalismo. El segundo es Rodolfo (Cavernario Galindo) por ser un salvaje dentro del cuadrilátero, pero un gran amigo fuera de él. El tercero es Gardenia Davis por su gran personalidad.

► El Santo II

Por la gran amistad que unía a Santo con Vicente Ramírez, el profesor le dio permiso para que luchara como EI Santo II. Poco a poco el nuevo Santo se hizo de gran cartel y los promotores lo solicitaban, por lo que aparecía programado hasta tres veces en un mismo domingo. En una ocasión no se presentó a luchar en el Cine-Arena Constantino, en Puebla, armando el público una gran bronca.

Por tal motivo, la Comisión de Box y Lucha Libre de Puebla quiso suspender al Santo, pero no al segundo, sino al profesor, quien habló con Vicente y le pidió de favor que se quitara el nombre. Vicente aceptó diciendo: «Con todo gusto, profesor. Así como me lo diste, te lo entrego. Ahora voy a tratar de encontrarme un nuevo nombre para seguir luchando».

El Santo le dijo: «No te preocupes, mano. Ya te tengo tu nuevo nombre. Desde hoy te llamarás Máscara Dorada», y en ese momento el profesor le entregó varias máscaras, zapatillas y una capa de color dorado. La máscara dorada era idéntica a la de Santo. Por muchos años, su hijo Alejandro se encargó de llevarle a don Vicente los equipos que Santo le mandaba hacer.

► «¡Le está dando caviar a los perros!»

Durante una función navideña, eI 25 de diciembre de 1964, un promotor me dijo: «Oiga, Pompín, ¿no se enojará El Santo si le regalo una botella de coñac?». Le respondí que no creía que se enojara, pero que tampoco creía que se la fuera a tomar. El promotor fue por la botella y se la entregó a Santo, quien luego me dijo: «Pompín, consíguete unos vasitos». Fui por ellos y el profesor sirvió coñac para todos los compañeros en vestidores. En ese momento, entró el promotor, llamó a Santo y le dijo:

— Oiga, profesor, le está usted dando caviar a los perros.

Santo regresó molesto y me dijo: «Ten estos billetes y ve, por favor, por una botella de coñac de la misma marca». Ya no había vinaterías abiertas a esa hora, pero un luchador local me dijo: «Mi suegro tiene una vinatería, si quiere yo la traigo.

Cuando regresó el promotor, Santo le entregó el coñac diciéndole: «Usted no debe quedar bien conmigo, porque yo en un año vengo a luchar una vez. Quede bien con los demás Iuchadores, que vienen a luchar todo el año.

► «¡Inocentes palomitas!»

EI Enmascarado de Plata tenía gran sentido del humor. Un 28 de diciembre, Día de los Inocentes me encontraba anunciando las luchas en la cabina de sonido, y llegó Santo y me dijo: Quiero que anuncies la muerte de Firpo Segura, porque acaba de matarse en la carretera Y, sin más, interrumpí la música que en ese momento estaba, tomé el micrófono, y dije:

— Respetable publico, tengo la pena de participarles que Firpo Segura acaba de tener un accidente en la carretera y perdió la vida, por lo tanto, suplico se pongan de pie para guardar un minuto de silencio por el alma del inolvidable ídolo.

La multitud, incrédula y a punto de llorar por su adoración por Firpo, guardó silencio y el minuto empezó a correr. Entonces, Santo me quitó el micrófono, y haciendo la voz tipluda dijo: «¡Inocentes palomitas que se dejaron engañar!»… EI público no lo dejó terminar la frase, pues una lluvia de mentadas y frases soeces llegaron hasta nuestros oídos, pero justo es comentar que la gente termino riéndose, tanto por la tomada de pelo como porque Firpo no había muerto.

 

 

LA LUCHA SIGUE...
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