Un luchador desaparecido en el tiempo — El misterio de La Muerte I

La lucha libre mexicana está llena de mitos y verdades que se confunden e hilvanan. Uno de ellos es el que ronda a La Muerte I. Muchos asocian dicho nombre a los Hermanos Muerte I y II que develaron sus rostros en el cementerio de máscaras, el Palacio de los Deportes. Nuestro amigo y compañero de SÚPER LUCHAS, Israel Velázquez, en la edición 433, publicó sobre ellos:

“Su estilo era aguerrido y no se achicaban ante ningún adversario. Ellos llamaron mucho la atención debido a sus atuendos cadavéricos, con botas, mallas y calzoncillo emulando el esqueleto humano (con un fondo negro y huesos de color blanco) combinando con una butarga de tirantes junto con la máscara…

 “José Pérez ‘Hermano Muerte I’ y José Zacarías ‘Hermano Muerte II’ estaban forjando una carrera formidable hasta que llegaron al Palacio de los Deportes el 17 de septiembre de 1978, y en un duelazo de máscaras ante Rayo de Jalisco Sr. y Huracán Ramírez perdieron las tapas”.

Sin embargo no fue la primera vez que caía la bella y tétrica máscara que caracterizó a estos personajes luchísticos. Lo más curioso que no fue en nuestro país. Pero remontémonos un poco en el pasado para deshilvanar este misterio tan poco conocido.

A mediados de la década de los sesentas debutaron en el circuito metropolitano un par de gladiadores bajo el nombre de Hermanos Muerte, personificando su tétrica indumentaria con uniformes negros decorados por osamentas que hacían recordar los grabados del tiempo del porfiriato, popularizados por impresor Antonio Vanegas Arroyo. Así se escondía la identidad una máscara alba con decorados similares a las facciones de un cráneo.

No sólo la personalidad de estos “difuntos” llamó la atención, sino su accionar en el ring, lleno de rudezas y trabajo en conjunto. Sus felonías marcaron época en la entonces Arena KO Algusto (hoy Arena Naucalpan), lo cual llamó la atención de la Empresa Mexicana de Lucha Libre consiguiendo debutar en los martes populares de la Arena Coliseo.

Por esas épocas Saúl Montes era una especie de agente que conseguía llevar a gladiadores aztecas para trabajar bajo el mando de promotores luchísticos de Centro América y el Caribe. Dichos promotores le solicitaban a Saúl luchadores mexicanos de ciertas características. Él negociaba con los que consideraba aptos. Así, muchos gladiadores en ascenso consiguieron hacerse de un nombre en las latitudes centroamericanas y caribeñas. Luchadores como El Greco, El Suriano, Buddy Montes, Rey Centella o Robotman igual luchaban en Guatemala, Costa Rica, Panamá o República Dominicana. Muchos de ellos tuvieron oportunidades que difícilmente habrían tenido en México ya que alternaron con gente como Santo, el Enmascarado de Plata, Mil Máscaras o Huracán Ramírez, quienes también eran muy requeridos en dichas plazas.

Así, a finales de los sesentas y principios de los setentas, los Hermanos Muerte hicieron campaña por esos rumbos, donde rápido despuntaron y se enfrentaron a lo mejor de lo mejor.

El mito urbano es que el Hermano Muerte I (José Tito Velázquez) se enamoró y se casó con una linda dama: Miss Panamá, resaltaron algunos medios que le dieron difusión al tema a principios de los setentas. Lo cierto es que no volvió a tierras mexicanas, y el Hermano Muerte II, José Pérez, comenzó a hacer campaña de manera individual, tanto en Naucalpan como en las preliminares coliseínas. Hasta que a mediados de los setentas fue relanzado, ahora bajo las órdenes de don Francisco Flores y con el apadrinamiento de Valente Pérez, como el primero de la dupla; y con la adición de José Román Zacarías como el segundo, y de ahí la historia que ya reproducimos en letras de Israel.

¿Pero qué pasó con el original Muerte I?

Radicado en Centroamérica siguió luchando de manera permanente en el Caribe. De hecho consiguió tremenda proyección en República Dominicana, donde tuvo una rivalidad de época contra la leyenda de dicha isla, el famoso Campeón de la bolita del mundo, Jack Veneno (sí, el mismo que fue Campeón Mundial de Peso Completo NWA tras vencer a Ric Flair, pero que está organización nunca reconoció).

El encono contra Veneno duró semanas con luchas donde el vital líquido estuvo presente. Así hasta que no hubo lugar para más y se optó por llegar al punto sin retorno: Veneno apostaría su cabellera; Muerte su alba y cadavérica incógnita. La lucha se realizó en 1975, ante un lleno total en el ese entonces recién inaugurado Palacio de los Deportes en Santo Domingo, y con todo el público local desbordado en favor de su connacional. El resultado fue a favor del gran Jack Veneno, quien mostró al mundo la cara de Tito Velázquez, una incógnita mexicana que ya prácticamente nadie recuerda en nuestro país.

Por cierto, el gladiador no terminó su carrera con esa lucha, ya que luchó sin máscara por algún tiempo más, para posteriormente adoptar otra personalidad: Cruz Diablo.

Una publicación mexicana, tiempo después, mencionó una tragedia en la vida de dicho gladiador, pues sin dar muchos detalles al respecto, publicó que un par de gemelitos, hijos suyos que había tenido en México en una relación previa habrían muerto en un incendio.

Agradecimiento total a Teddy Baños sin quien hubiera sido imposible armar este rompecabezas; a Israel Velázquez, y a Pedro Eduardo Guerrero —de la página de Facebook Lucha Libre República Dominicana—por compartir las imágenes y los recuerdos de este combate.

LA LUCHA SIGUE...
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