Unas contundentes palabras de Bryan Alvarez en la radio del Wrestling Observer, allá por octubre del pasado año, se juzgaron entonces como hiperbólicas.
«Te diré una cosa, Vince McMahon quiere desmarcarse de NXT porque no paran de vencerla».
Alvarez hacía referencia a las victorias semana sí semana sí también en ratings de AEW Dynamite sobre el show televisado de NXT, y que llevaron a que finalmente USA Network y WWE decidieran situar a este programa en la franja de los martes por la noche, poniendo fin a las «Wednesday Night Wars» con vergonzoso balance: un solo triunfo sobre los Élite en 17 meses de competición.
► El juguete roto de WWE
Pero, ¿fueron los recientes despidos de talentos adscritos a NXT un castigo a la marca dorada? Eso parece exponer hoy Dave Meltzer dentro del boletín del Wrestling Observer. Un reporte a todas luces truculento acerca de la realidad interna de WWE.
«Paul Levesque está siendo culpado tras bambalinas por no ganar las ‘Wednesday Night Wars’ que WWE creía que ganaría fácilmente. Sus detractores que temen por su puesto si logra más poder están aprovechando la ocasión para denigrar a NXT, con los luchadores despedidos como peones de un juego de poder.
«Esta riña entre bastidores es lo que ha llevado a que [Karrion] Kross perdiera dos veces en Raw mientras estaba muy protegido en NXT y que Aliyah derrotara a Dakota Kai antes de su combate titular en TakeOver.
«NXT ha sido proyectada como un producto lleno de luchadores independientes que no son una gran atracción, lo que impide que atraigan a una audiencia más joven».
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