Tres películas biográficas sobre luchadores que deberían filmarse

El potencial que albergan las vidas de muchos deportistas para hacer de ellas historias llevadas a la pantalla es innegable, y se ha demostrado en los últimos años. En el boom de biopics que llevan tiempo saturando numerosas industrias cinematográficas (principalmente la hollywoodiense) los deportes de combate vivieron su época más prolífica años atrás, cuando la perspectiva conservadora ahora imperante de la sociedad hacia disciplinas como el boxeo apenas existía.

Puedo apuntar algunas de mis favoritas: Gentleman Jim (1942), o la historia del primer campeón mundial de boxeo de los pesos pesados con un genial Errol Flynn de protagonista; la célebre Raging Bull (1980), o la más reciente Ali (2001). Como recomendación personal tengo que mencionar Urtain (2011), brillante adaptación de la obra de teatro homónima en torno a los últimos años del malogrado púgil español.

Gentleman Jim (1942) / Warner Bros. Pictures ©
Gentleman Jim (1942) – Warner Bros. Pictures ©

Bajo mi constancia, exceptuando dos biopics basados libremente en la vida de El SantoLa leyenda de una máscara (1991) y Santo: la leyenda del enmascarado de plata (1993)— y dos inspirados en las andanzas de Fray TormentaL’Homme au masque d’or (1991) y Un titán en el ring (2002)— , el universo fílmico de la lucha libre está casi huérfano de este género. Se rumoreó que Blue Demon podría convertirse en el próximo icono mexicano llevado a la gran pantalla, pero el proyecto finalmente ha transmutado en serie de TV, aunque no confirmado por el propio hijo del luchador.

Lo que sí parece confirmarse es el inicio de un largometraje sobre André the Giant, basado en la novela gráfica André the Giant: Closer to heaven, constituyendo pues el primer biopic sobre una leyenda de WWE si finalmente todo sale adelante. Sería una rara avis dentro del panorama de producciones de este tipo, bien por la aún incomprensible desconsideración de este deporte por algunos sectores, o bien por simple ignorancia. Veremos qué pueden sacar de tan buen material.

Darren Aranofsky demostró con The Wrestler (2008), si bien no se trata de una historia real, que pueden filmarse verdaderas obras de arte contando con la lucha libre como telón de fondo. Es extraño que WWE no apueste por honrar a leyendas de su historia que contarían con buena acogida de crítica y público (en mano de directores adecuados) y sí por dar el visto bueno a See No Evil 2 (2014), entre otras «joyas» de la casa.

Quizá la principal razón reside en las propias vidas de esos luchadores, a todas luces muy pocas son adecuado material PG. Edulcorarlas conllevaría el rechazo de propios y extraños, fácilmente expertos a golpe de click. WWE Studios podría aportar abundante documentación, pero el íntegro control del contenido debe correr a cargo de una productora independiente, dispuesta a relatar una historia veraz.

‘The Wrestler’ (2008) – Wild Bunch / Protozoa Pictures / Fox Searchlight ©

¿Qué vidas de luchadores contarían con el atractivo suficiente para ser llevadas al mundo del cine? Divagando un poco y siendo coherente al mismo tiempo, trazo los borradores de tres proyectos.

3 – Chris Benoit

BENOIT MOVIE

Desde 2011 se habla de Crossface, el supuesto nombre elegido para la película sobre los últimos días del ex-Campeón Mundial de Peso Completo. Vicente Amorim como director y Liv Schieber como protagonista fueron en un principio asociados al proyecto, pero nada en firme se sabe desde hace un par de años. No sé si finalmente se llevará a cabo, y pintaba interesante por esos dos nombres escogidos.

La historia de Benoit posee todos los ingredientes para elaborar un largometraje atractivo; es decir, una historia ambigua, si se escoge el tono correcto. Representa un reto bastante difícil para cualquier director, pues sólo dos discursos parecen posibles: justificar el crimen en base a su historial de conmociones culpando a la industria de ello, o simplemente presentar a Benoit como un despiadado asesino. Ambos son ciertos y a la vez incompletos, y tal vez aquí resida la razón de por qué aún este biopic continúa en el limbo.

Personalmente, yo centraría mis miras en la mala praxis post mortem de WWE, tal y como desarrollé en un artículo. Paul Schrader lleva algunos años sin hacer un film decente, pero es el autor de uno de los mejores biopics que conozco, Mishima: A Life in Four Chapters (1985), y podría aportar ese toque de ambivalencia necesario.

2 – Hayabusa

Hayabusa movie

Este biopic representaría la antítesis del anterior, plasmando una historia inspiradora con un mensaje de superación. Algo que en manos de muchos directores estadounidenses se desvirtúa, pero que no deja de constituir una buena moralina. Además, serviría para ofrecer una imagen distinta de este deporte, alejada de la que aún buena parte del gran público mantiene. Una carrera tan intachable no puede ser pasada por alto.

Es innegable el potencial dramático que guarda la imagen de Ezaki poniéndose de nuevo en pie durante un homenaje, tras 14 años postrado en una silla de ruedas. Otros momentos míticos durante su etapa en activo, como el primer cara a cara contra Jushin Liger en 1994 o su combate contra Onita en una jaula explosiva son carne de celuloide. Y es inevitable señalarlo también: el día de su terrible lesión en el Korakuen Hall.

No sería necesario buscar a un director ducho en escenas de lucha, así que Hirokazu Koreeda sería un buen candidato, autor de Dare mo shiranai (2004) y Aruitemo, Aruitemo (2008), dos joyas del cine japonés reciente; especialista en melodramas distópicos y sutiles.

1 – Mil Máscaras

MIL MASCARAS MOVIE

En lo relativo a cine dentro del cine, la vida de Mil Máscaras tendría mucho valor como documento de una época, distanciándose de las dos propuestas anteriores de este artículo, más ceñidas a términos deportivos.

Así pues, su carrera cinematográfica y luchística fueron vasos comunicantes, y ambas no hubieran resultado tan célebres existiendo en solitario. Esta tercera propuesta sería el contrapunto a las dos anteriores: más desenfadada y menos moralizante, pero igualmente enriquecedora en cuanto a historia del pancracio. Mil Máscaras estuvo ahí, cuando su enfrentamiento con Freddie Blassie se consideró un precedente de los PPVs tal y como ahora los conocemos. O cuando marcó un hito al ser el primer enmascarado en combatir en el Madison Square Garden.

Las sempiternas críticas hacia su egolatría y hacia su desidia por hacer lucir bien a oponentes forman parte de la leyenda, y servirían para marcar un tono paródico e irónico sobre dichos aspectos del personaje. Por eso, Alonso Ruizpalacios me parece una buena opción tras las cámaras, quien dió una lección de estilo en la aclamada Güeros (2014), ópera prima que presagia un nutrido legado artístico.

LA LUCHA SIGUE...
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