The Kliq: Triple H y Kevin Nash, rememorando “The Madison Square Garden Incident”‏

Por  Xavier Avilés Castillo:

«… es una de esas cosas que, antes de que vaya a mejorar, me temo que probablemente se va  a empeorar”, dijo Shawn Michaels, en exclusiva para WWE.com, cuando hace un par de días el sitio web de la compañía norteamericana publicó un artículo con relación a la rivalidad de Kevin Nash y Triple H, titulado: “Kliq” Speaks Out About Nash, Triple H.  – espero amigo lector, no des desdén a la invitación de echar un vistazo por aquellos rincones y hacer madurar tu gusto por el Wrestling-.

Pero mientras todas las condiciones parecen apuntar, sin duda, a una nueva y peligrosa fase de esta conflagración, la agudización de la misma coloca a las viejas amistades de estos dos hombres entre la espada y la pared.

«Seamos realistas, para llegar a donde está Kevin dentro de la industria, hay que ser implacables”, advirtió el competidor antes conocido como X-Pac en la misma publicación de Internet, sabiendo que Nash jamás ha ocultado su desdén por enfrentar a la propia autoridad, incluso cuando esta ha sido representada por su viejo amigo Triple H, quien – como señaló William Beltrán el día de ayer en SúperLuchas.com – siempre tuvo ese pique con Nash para ver quién era el que más mandaba.

Pero pensando en que el valor de la camaradería mucho tiene que ver en esta rivalidad y que esto, sin lugar a dudas es capaz de añadir un elemento sumamente interesante a cualquier historia y  en cualquiera que sea la beligerancia, acudió a mi memoria, con este pretexto, sustentado básicamente en habladas y muestras de confraternidad y en la controversia que se ha confabulado a su alrededor, un episodio que en su momento se conoció como el “Madison Square Garden Incident” ó “The Curtain Call”, un suceso en el que los miembros del entonces grupo: The Kliq: Triple H, Kevin Nash, Shawn Michaels y Scott Hall rompieran con todo tipo historia establecida en los guiones y brotaran, por un momento, de los personajes que encarnan en el mundo de la Lucha Libre, para fundirse,  todos juntos, en un cálido abrazo.

Era la tarde-noche del 19 de mayo de 1996, la arena no podía ser otra que la imponderable estructura del Madison Square Garden en Nueva York, las propagandas anunciaban una batalla en jaula de acero entre Shawn Michaels y Kevin Nash.

Tras bambalinas, la noticia que confidenciaba la inmediata salida de la compañía de Scott Hall y Nash para incorporase al elenco de WCW, era una referencia obligada que causaba revuelo entre toda la concurrencia.

Ya entrada la noche y apenas como terminaron de titilar los rojizos fulgores que han acompañado desde siempre el arribo de Shawn Michaels al ring, y tan pronto como éste penetró la estructura de acero que yacía edificada al borde del cuadrilátero, una lluvia de golpes y mamporros tirados sin orden ni concierto entre ambos gladiadores, advirtió a los presentes que aquella batalla habría de sufrir un desenlace diferente a cualquier otro combate que se hubiera presenciado aquella velada.

No obstante de la bien fundada y argumentada crítica que podría haber expresado cualquier persona juiciosa acerca del desarrollo del combate, lo que nos invita a zambullirnos en la historia es lo que hubo de ocurrir tras la batalla. Un público gratamente complacido por el desenlace del encuentro aplaudiera aquella noche la victoria de Shawn Michaels, quien estrechaba entre sus manos de manera vigorosa el cinturón que lo ensalzaba como el campeón en turno de la compañía, acto seguido se advirtió la presencia de Scott Hall rumbo al cuadrilátero, quien tras penetrar sigilosamente al ring, brindo un caluroso abrazo a Michaels.

Tan rápido como aquella extraña sensación pudo ser digerida por los aficionados, se pudo observar a Michaels hacer impactar el fajín más preciado de la industria contra la lona, y en un gesto de humildad doblego sus piernas para que, tal como lo hiciera con Hall momentos antes, estrujara el cuerpo inerte de Nash, quien hasta momentos antes, había fungido como su acérrimo rival.

A partir de ese momento el ambiente se impregno de la extraña sensación que sugería que la próxima gran persona en subir al ring seria Triple H, y entonces, ante la anonadación de todos los presentes, la suposición se convirtió en una realidad, a pasos lentos pero seguros, Triple H ingreso al encordado y de manera espontanea, violando todo guion y echando abajo toda la ilusión que envuelven sus personajes, los cuatro luchadores, la cuarteta que conformaba The Kliq, se fundió en un solo abrazo, provocando el estallido de recia algarabía y un prolongado desgarró de la apacible quietud de los ahí presentes.

Por supuesto tras advertir el desconcierto que este hecho traería a sus futuros planes creativos, el recio golpe a su credibilidad y la molestia por desobediencia, llevo a que la estirpe dominante de la WWE impusiera sanciones sobre The Kliq, sin embargo la inmediata salida de Nash y Hall los mantuvo invulnerables a la jurisprudencia de WWE, Michaels igualmente eludió sanción alguna por ser el gran campeón en ese momento,  sin embargo, Triple H no corrió con mejor suerte y fue, de cierta manera, denigrado a combates de menor categoría.

Quince años después, estos personajes siguen dando mucho de qué hablar, si bien es verdad que las anécdotas de la lucha libre suelen ser vertiginosas, a veces volubles y en algunas ocasiones pasan de moda, en otras, la historia se convierte en un referente obligado para entender el presente y en otras cuantas, simplemente queda allí, escrito en los anales de la historia, como una curiosa anécdota digna de ser contada.

Saludos amigos de SúperLuchas.

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