Santo, en sus propias palabras: Aniversario luctuoso del Enmascarado de Plata

El 5 de febrero se conmemora un año más de la trágica partida de la máxima leyenda de la lucha libre mexicana, Santo, el Enmascarado de Plata. SÚPER LUCHAS recuerda al ídolo, al luchador y al hombre tras la máscara que redefinió al deporte espectáculo, en sus propias palabras.

Santo rudo

Santo entre los Diablos Rojos del México: ¿Un Santo diablo?

Como muchos recordarán, la carrera del Santo como tal, empezó en el bando rudo, convirtiéndose en un pilar de la empresa en el bando de la maldad. Protagonizó varios zafarranchos con aficionados incluidos. La rudeza del Plateado era tal que en más de una ocasión cometió conductas antideportivas, ocasionando el caos en las arenas. En la revista «25 años de la Arena Afición», el propio Santo recordó una lucha que tuvo en dicho inmueble contra la maravilla moreliana, Bobby Bonales en 1943:

«No siempre se gana una lucha con una llave de rendición necesaria o con golpes, sino en ocasiones hay que usar la malicia y buscar que el rival incurra en el error para aprovecharlo. Recuerdo esa lucha contra Bonales como si hubiera sido ayer…

«Para la caída decisiva ambos echamos el resto. La cosa estaba tan dura que entonces, dentro del fragor de la batalla tracé un plan: provocar que me repitiera los topes (a la zona gástrica) para burlar uno y hacerlo caer fuera del ring; de lograrlo, la victoria sería mía. Y he aquí que en el momento que me flageló con una ‘yegua voladora’, fingí tambalearme de dolor para que confiado lanzara uno de sus topes, y justo cuando engolosinado venía hacía mí, me hice a un lado y fue a caer a la segunda hilera de butacas de donde no pudo regresar ante los fatídicos veinte segundos».

Ese tipo de actitudes lo convirtieron en un verdadero rufián. Muchos años después, en Canal Once, contó otra anécdota sobre la vez que rapó y dejó sin barba a Gorila Macías en Durango:

«Le gané. Al finalizar el encuentro el público, como yo era un luchador rudo, no le gustó que yo le hubiera ganado al Gorila Macías. Entonces protesta la gente, se arma un escándalo, rompen butacas… terminaron con el teatro. Entonces yo me voy al camerino, raparon al otro, le quitaron las barbas.

«Pero no quedaba conforme el público, el público quería verme sin máscara… Llega la policía me quieren hacer cargos a mí contra eso, pero yo no tuve la culpa de nada. Entonces llega uno de los ayudantes del cine y me dice: ‘Oye Santo, por esa ventanita te puedes escapar’. Porque la policía estaba en la puerta esperándome que yo saliera para llevarme a la cárcel. Y bueno a dónde da esa ventanita: ‘A un jardín de una casa de atrás’, digo: ¡Fantástico!

«Como pude me descuelgo, ya se habían llevado mi veliz y ya estaba esperando un carro ahí para llevarme a Torreón, pero no me dijo que había perros. Y nomás caí y una mordida. Como pude corrí más duro. Estaba una verja ahí, me brinqué y ya, estaba el carro ahí y no paramos hasta Torreón. Y ya después de eso volví hasta los doce años nuevamente a Durango.»

Sin embargo, después de que los hermanos Espanto lo traicionaran, Santo migró al bando científico, y nunca volvió a salir de ahí. El doctor Rafael Olivera Figueroa, mejor conocido como «El Arbitro», recordó en su libro «Memorias de la Lucha Libre» que si el cambio  a técnico fue por miedo a morir entre las trifulcas:

«Definitivamente no. Fueron los niños los que a través de una historieta en que yo era el personaje central y el héroe de la misma, me hicieron dar el cambio, pues esos niños que leían mis hazañas en las tirillas, cuando iban a verme ‘en vivo’ me aplaudían y alentaban. Eso me hizo reflexionar y pensar que la niñez no merecía un ídolo malo».

► De su máscara y de su lucha inolvidable

Santo, el Enmascarado de Plata junto a Mil Máscaras. Foto: Archivo Ortega Navarrete

En la revista Lucha Libre, en 1970, confesó cual era su lucha favorita:

«La lucha que yo jamás olvidaré fue cuando gané el Campeonato Mundial de Peso Welter. Entonces sólo teníamos a un campeón: Tarzán López. México era muy joven en los deportes… Nadie me concedía oportunidad de vencer a Pete Pancoff. ¡Pero lo hice!»

Sobre su máscara, Santo, la convirtió en una verdadera religión. Escazas personas conocían al máximo ídolo sin la tapa plateada; a la vez, pocos sabían que tras el rosto bonachón de Rodolfo Guzmán Huerta se escondía el máximo ídolo de la lucha libre mexicana. En la revista especial: «Santo, el ídolo de una generación», en 1955 definió así a aquella incógnita:

Despedida de Santo
Hijo del Santo coloca a su padre un cinturón mandado a hacer como un presente especial (12 de septiembre de 1982).

«La gesta revolucionaria de mi vida es la máscara. Yo fui un luchador técnico al principio de mi carrera, pero hube de cambiar mi estilo totalmente dadas las exigencias del público y la proliferación enorme de luchadores limpios (Tarzán López, Black Guzmán, Bobby Bonales, etc.).

«Mi biografía abarca un sinnúmero de penas y alegrías, de triunfos y fracasos, que metidos en un laberinto se pierden. El luchador vive la actualidad, no su pasado…

«La vida no tiene una sola meta. Son varias. Y cada vez que se llega a una, es el principio de otra.

«Así podía mencionar en mi varias: el deseo de ser un buen luchador rudo; el de cuidar mi incógnita; el de ser campeón nacional; el de ser campeón mundial, el de agradar siempre al público que paga.

«Por eso, Santo siempre está en la línea de fuego ¡en el cómbate!»

► La despedida

Antes de su última despedida, en el mítico Toreo de Cuatro Caminos, confesó a Ricardo Morales de Box y Lucha:

Despedida de Santo
Abajo del ring, Santo y Perro Aguayo intercambian golpes (12 de septiembre de 1982).

«Estoy contento y triste. Muy nervioso y emocionado. Siento que no podré llegar a la tercera despedida en El Toreo sin llorar abiertamente. Tanto tiempo estuve preparando mi despedida y ahora que ha llegado la hora no puedo evitar la pena. Es como estar perdiendo lo que más quiero. Pero así lo decidí y no hay modo de dar marcha atrás.»

► El otro hijo del Santo

Santo e Hijo del Santo

Aunque ahora resulte más obvio señalar quien es Hijo del Santo. La realidad es que no fue el primero, pues en 1970, durante la grabación de «La Venganza de las Mujeres Vampiro» en una entrevista para la revista Lucha Libre, presentó como tal a otro de sus hijos, el mayor.

«Mi hijo, usted lo va a conocer, es el mayor. Un atleta de 22 años de edad. Hemos quedado en un acuerdo: Que él tome la responsabilidad de El Santo cuando llegue la hora de mi retirada… Pero todavía falta.»

A pregunta expresa, sobre si su hijo era luchador, la Leyenda de Plata respondió:

«Sí, ha aprendido lucha libre… Será luchador y será El Santo, si él lo quiere. Yo cumpliré hasta lo último con mi misión. Ustedes los cronistas dicen que es heroica, y se los agradezco. Pero es mucho más para mí. Sinceramente. Yo trato de agradar a la gente en una arena, o en una pantalla ¿Comprendes?»

Años después, confesaba a la misma revista que se había revertido la decisión de entronar al primogénito, el reportero cuestiona de manera directa: ¿Cómo seleccionaría a su sucesor?, el ídolo responde:

«Es algo que he pensado muchísimo. Hace algunos años, mi hijo mayor pudo haber sido, aunque al paso del tiempo le llamó más la atención otras cosas y se dedicó a los estudios y a los negocios.

«Sin embargo, en la actualidad podría ser mi hijo menor. Por ahora es muy joven, pero le gusta mucho el deporte. Yo quiero que gane peso y primero tenga figura atlética y que aprenda lucha olímpica. El último paso para él será la lucha libre profesional y demostrando plenamente su capacidad para darle el nombre. De ese modo no quedará conmigo el nombre del Santo y se hará extensivo a uno de los míos, cuya idea me agrada plenamente.

«Y como no existe la menor prisa en este proyecto, he puesto como primera condición a mi hijo que obtenga un título profesional y después se dedique totalmente a la lucha libre».

LA LUCHA SIGUE...
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