Jon Jones no ha tenido una buena semana. Apenas se había calmado el asunto de su falla en el control anti dopaje previo al combate contra Daniel Cormier cuando le saltó un nuevo problema, mismo que pudo haber evitado.
En menos de 24 horas perdió sus privilegios, la libertad (por unas horas) su título, fue suspendido indefinidamente por UFC, salió del cartel de UFC 187 y su nombre fue suprimido del ranking donde se enumera a los mejores libra por libra. Ahora la lista es punteada por José Aldo.
Y aún enfrenta un cargo criminal por provocar un accidente que dejó herida a una persona.
Esto resultó no ser aceptable por UFC, desde donde se aplicaron los correctivos anteriormente descritos. Sin embargo, esto afectó también sus ingresos por concepto de patrocinio.
Reebook, empresa deportiva que tiene un contrato de patrocinio con todos los peleadores (femeninos y masculinos) de UFC, expidió algunos contratos individuales, entre ellos, con Jones.
Pues ahora, «Bones» ha perdido ese privilegio por sus pasadas acciones, para amortiguar la mala imagen que las acciones de Jones puedan provocar.
Este sería el segundo contrato profesional que Jon pierde en menos de un año. Durante la gira de presentación del combate de Jones contra Cormier, hubo un jaloneo entre los peleadores, mismo que pudo haber hecho que Nike rescindiera el trato que tenían.
La de Jon Jones parece ser la historia de alguien que lo tiene todo y una serie de malas decisiones le hace perder todo en un tiempo muy corto.
Es un hecho que, como el propio Jones lo dijo en Twitter, debe buscar de algún modo la manera de remediar las cosas porque su calidad como atleta no se discute, pero sus acciones fuera del octágono ponen en duda todo lo demás, especialmente su integridad como persona, misma que en este momento no es buen ejemplo para las personas, especialmente menores de edad, que el los atletas de UFC, en este caso, que en Jones ven un ejemplo de superación, mismo rol que ahora mismo no está cumpliendo.