¿Qué sigue después de WrestleMania 31? ¡WWE vs. NXT!

Aunque no queda duda de que WrestleMania 31 será todo un éxito (pues como ya lo apuntó Jim Ross, el evento en sí es algo que nadie se quiere perder, independientemente del cartel), los meses que se han dedicado a la promoción del evento han sido desastrosos. A pesar de que muchos piensan que Daniel Bryan no es el candidato ideal para estelarizar WrestleMania, sólo hay que comparar los ratings de RAW del año pasado con el actual para saber que WWE se ha equivocado.

Y si bien WrestleMania será exitosa pase lo que pase, si no hay un giro de timón una vez terminado el evento, podría llegar una etapa de crisis, y en estos tiempos donde la empresa es propiedad pública (cotiza en la bolsa), cualquier mala noticia significa un desastre. Lejos están los años en que Vince McMahon podía darse el lujo de perder millones y decidir continuar, confiando en su pasión y en sus instintos. Ahora cada trimestre debe salir y explicarle a los accionistas que todo está bien.

Vince McMahon

Y eso se traduce en no cometer errores.

Y también se traduce en desempolvar algunas de las ideas del pasado y darles nueva vida. Y dado que la lucha libre es cíclica, parece que es buen momento para repetir una invasión, es decir, una guerra de empresas.

Para esto, hagamos un poco de historia: Las famosas guerras entre empresas luchísticas siempre han existido, y suelen ser una de las mejores maneras de lograr grandes resultados en taquilla. Pero la que sentó el estándar en los tiempos modernos fue llevada a cabo en Japón en los años ochenta, en tiempos en que en todo el mundo lo más efectivo era explotar el nacionalismo.

En Estados Unidos, los campeones enfrentaban a supuestos soviéticos. En México, Canek recibía a los colosos estadounidenses. En Japón, Antonio Inoki enfrentaba cualquier amenaza extranjera.

Canek vs. Búfalo Allen
Canek vs. Búfalo Allen (27 de febrero de 1981).

En Japón, cuando desapareció la IWE, se formó una facción de ex luchadores de dicha empresa en New Japan, aunque el éxito fue limitado porque el público sabía que IWE ya no existía. Un segundo intento fue en 1982, cuando Riki Choshu regresó de México y traicionó a Antonio Inoki y Tatsumi Fujinami, formando su propio grupo, que incluía a Masa Saito, Kuniaki Kobayashi, Killer Khan y Gran Hamada, creando una rivalidad con New Japan e IWE.

Al enfriarse esto, aparentemente Choshu dejó la empresa para formar su propia promotora, la Japan Pro Wrestling.

Con la nueva credibilidad que le daba esto, Choshu volvió a invadir a New Japan, llamando a su grupo Ishin Gundan (Ejército de la Restauración), empezando una guerra con el grupo Seiki Gundan (Ejército Centenario) de Antonio Inoki.

Cuando la rivalidad no daba para más, Choshu dejó la empresa y se unió a All Japan junto con su grupo, donde empezó la historia del Ishin Gundan vs. All Japan, la cual generó grandes ingresos hasta 1986, cuando ya no había más que ofrecer.

Eventualmente, en 1987, Choshu apareció nuevamente en New Japan al lado de Kuniaki Kobayashi, Strong Machine, Hiro Saito, Norio Honaga y Hiroshi Hase. Una nueva reinterpretación de una guerra que definió los años ochentas en la lucha japonesa, y que logró que este deporte alcanzara una popularidad inusitada.

Vean cómo reacciona el público en este video. Muy diferentes a los clásicos «¡Ooohh!» de las luchas normales.

https://www.youtube.com/watch?v=cXVZVQPgC2M

Así es: Sin el ejército de Riki Choshu, la lucha japonesa habría sido muy distinta en los noventas y posiblemente hubieran desaparecido las principales empresas en el nuevo siglo ante el crecimiento de las MMA.

Todo eso lo tomó en cuenta Eric Bischoff cuando, unos años después, desarrolló el ángulo de la nWo: Una invasión, una guerra de facciones. Kevin Nash y Scott Hall llegaron desde WWE “invadiendo” a WCW. Hulk Hogan se les unió, volviéndose rudo. El éxito fue impresionante, y convirtió a WCW en la empresa más poderosa de Estados Unidos, al menos por un corto tiempo, pues Bischoff no supo llevar a buen puerto su creación.

 

Luego, WWE compró WCW, y tenía en sus manos la oportunidad de hacer la guerra de empresas más exitosa de todos los tiempos. Nada se lo impedía. Las bases estaban bien sentadas, con Shane McMahon manejando a WCW y Vince McMahon manejando WWE.

Zona Internacional
Zona Internacional / 2 de abril de 2001 (click para ampliar)

Pero en vez de recontratar a las figuras principales de esa empresa, usaron sólo a las que ya venían con los cuatro millones que les costó la compañía. Y en vez de hacer eventos de WCW para mantener la sensación de independencia, los luchadores de WCW eran sólo un pequeño grupo, que invariablemente, era sometido por los luchadores de WWE. En pocas semanas, el interés del público desapareció.

Pero había una carta por jugar: Paul Heyman.

Paul Heyman y Vince McMahon

Heyman formó la tercera facción: ECW. La ECW había desaparecido meses antes y ahora Heyman se encontraba trabajando como comentarista de RAW. Con los luchadores de ECW, de pronto volvió a haber interés.

Aunque el interés duró una semana.

Stephanie McMahon dio a conocer que, en realidad, ella había comprado ECW. Y que ECW se aliaría a WCW para destruir a WWE. Esto ya no era una guerra de empresas, era una edición más de la guerra entre McMahons.

Tras el fracaso de la historia de La Invasión, y debido a que Stone Cold Steve Austin, el luchador más popular de la empresa se había vuelto rudo, la WWE se vio en graves problemas. Los ratings se desplomaron y desde entonces no se han recuperado ni de cerca los niveles que hubo durante las Monday Night Wars. Precisamente esa época fue el fin del último boom luchístico de los Estados Unidos.

Era tanta la desesperación que hasta recontrataron a Vince Russo como escritor, logrando muchos episodios de pésimo gusto, incluyendo la necrofílica historia de Katie Vick y la noche de bodas de Dawn Marie con el papá de Torrie Wilson.

Dawn Marie

Pasaron los años, renacieron ECW y volvió a aparecer la posibilidad de una buena historia de invasión. Dejaron ir la oportunidad.

Después llegó NXT, que originalmente era una competencia estilo reality. De la primera temporada surgió el grupo Nexus. Esta vez les quedó mejor la historia. Los ratings se recuperaron, y ayudaron a impulsar a estrellas que podían dar el relevo a la generación de la era post-Attitude.

Nexus fue un capítulo más dentro del experimento gigante que ha sido NXT, el actual territorio de desarrollo de WWE, el cual cambia de políticas con un regularidad tal que es difícil saber cómo será considerado en un año.

No hace mucho, Triple H se deshizo de John Laurinaitis como gerente de talento, y comenzó un plan con el que formarían luchadores desde cero. En vez de contratar a elementos de empresas independientes, pensaron que era mejor buscar buenos atletas, y estos, con el tiempo aprenderían a ser buenos luchadores.

 

Esto resultó ser un error, pues atletas sin pasión por este deporte y sin haber sufrido por años para llegar a la meta que representa WWE, terminan siendo luchadores sin ambiciones y sin la inteligencia para ir evolucionando sobre la marcha.

¿La solución? Volver a buscar a luchadores independientes. Y si Ring of Honor hizo fuerte a TNA hace una década, con gente como AJ Styles, Samoa Joe, Austin Aries, etc., ¿por qué no esperar ahora lo mismo? Después de todo, CM Punk y Daniel Bryan lograron alcanzar el estrellato en WWE.

Así, llegaron probados estetas como El Genérico y Kevin Steen; y de Japón, Prince Devitt y KENTA. Y la filosofía cambió: NXT puede ser más que un territorio de desarrollo. NXT puede ser una empresa de fuerza similar a WWE, pero con un elenco distinto. Lo que se intentó, sin éxito, con ECW y con Smackdown.

Y con el WWE Network y con FOX Sports en Latinoamérica, los aficionados pueden ver el programa de NXT y constatar que es un producto distinto. Y los luchadores de WWE no están contentos porque las críticas de aficionados y periodistas dicen que NXT es mejor.

Y las Divas no están contentas porque en NXT les dan más tiempo para luchar. Y se quejan por ello. Algo por lo que no se habían quejado en tres lustros.

Sin embargo, mientras algunos de los luchadores de NXT que son llevados al elenco de WWE tienen éxito, la mayoría se pierde. ¿Qué ha pasado con un monstruo como Big E. Langston? ¿Con un Undertaker en potencia como Leo Kruger? ¿Con el equipo que dominaría la división de parejas, The Ascencion?

Esto ha llegado a un punto en que muchos luchadores de NXT consideran como un castigo ser promovidos al roster principal. En NXT se sienten bien, luchan como quieren, tienen un buen sueldo, tienen su propio programa y ya están haciendo giras.

NXT Revolution Wallpaper - kupywrestlingwallpapers.info
NXT Revolution Wallpaper – kupywrestlingwallpapers.info

Si gente como Finn Bálor, Kevin Owens, Samy Zayn y Hideo Itami son simplemente promovidos al elenco principal, no es garantía de éxito. Podrían perderse. Y su ausencia en NXT sería perjudicial.

Y por ello, ROH ha estado ofreciendo contratos de exclusividad a sus estrellas en caso de que WWE quiera llevárselos en masa para fortalecer NXT. Pero NXT no tiene por qué quedar disminuido si recurren al que debería ser el siguiente paso lógico.

Después de WrestleMania 31, NXT debería empezar una guerra con WWE.

Finn Bálor, Kevin Owens, Samy Zayn, Hideo Itami y compañía deberían atacar WWE como lo hizo Riki Choshu con New Japan, como lo hizo nWo en WCW, como lo hizo Nexus en su momento.

Con ello, ganarían por lo menos un año de éxitos que podría culminar en WrestleMania 32, con un gran cartel que reforzaría el esperado choque entre Brock Lesnar y The Rock, en un evento que rompería todos los records de PPV y de taquilla.

Stone Cold Steve Austin
Y si Stone Cold Steve Austin dirige, por alguna razón, al ejército de NXT, podría llegar a WrestleMania 32, en su tierra natal, Texas, enfrentando a su paisano The Undertaker en la última lucha de ambos. El universo podría colapsarse.
LA LUCHA SIGUE...
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