¿Qué cambios preparará WWE para elevar los ratings? — ¿Vince McMahon tomará el lugar de The Authority?

La situación con los bajos ratings de WWE ha prendido los focos rojos en la compañía. Es cierto que jamás regresarán los números de ratings de 1999 y 2000, que fue el pico de la popularidad de la lucha estadounidense –ratings que, una vez en bajada, se creía que eventualmente volverían a verse—. En aquellos días, Raw alcanzaba más de 6 puntos de rating. Ahora es un triunfo llegar a los 3.

Por supuesto que esto puede analizarse de varias maneras. En otra entrada aparece lo que piensa Paul Heyman: Que a fin de cuentas los aficionados a la lucha son cíclicos. Y es verdad: Para la gran mayoría llega un momento en que la lucha se vuelve repetitiva y predecible, o el ídolo que le hizo amar este deporte se retiró. Y entonces le dicen adiós a la lucha.

Ejemplos hay varios: En México, cuando AAA revolucionó el estilo luchístico (para bien o para mal), la generación de aficionados de El Toreo (que llenaba semanalmente ese coso de 17 mil aficionados y todas las arenas del circuito, amén de consumir semanalmente centenares de miles de revistas de lucha) simplemente se alejó de la lucha. No se fueron al CMLL ni a AAA, sólo se alejaron.

Lo mismo pasó tras la caída de WCW. En las Monday Night Wars, cualquiera de los dos programas de lunes tenía un rating mucho mayor al que ahora tiene Raw. Cuando desapareció WCW, fueron millones los fans que dejaron de ver lucha, y no sucedió como esperaba WWE, es decir, que se fueran con ellos.

Es verdad que la situación actual puede percibirse como normal debido a la transición que existe hacia otras plataformas de contenidos televisivos. Algunos lectores en los comentarios han apuntado hacia el DVR, es decir, la videograbación digital para ver los programas después de la emisión original. Sin embargo, esos números también se cuentan dentro del conteo final en el rating.

Pero es indudable que el negocio iba a cambiar, y Vince McMahon fue lo suficientemente visionario (otra vez) como para iniciar el WWE Network, haciendo oídos sordos a las críticas y asumiendo el riesgo que significaría hacer que su compañía quebrara al canibalizar los ingresos de PPV, que es lo que la mantenían a flote. McMahon sabía que en un futuro la mayor parte del contenido televisivo se consumirá en plataformas como Netflix y que las grandes cadenas terminarán derrumbándose.

Y la tendencia así lo marca y es irreversible: Los ratings de Raw han bajado, pero también los ratings en general han bajado.

Sin embargo, lo que ha pasado en las últimas semanas no va tan acorde con esa tendencia, pues si bien los ratings se relajan después de SummerSlam, esta vez han bajado de más y de manera muy repentina. Es decir, esto no refleja directamente la tendencia global de contenidos audiovisuales ni tampoco el cumplimiento de un ciclo para los fans de la lucha.

Lo que reflejan es que simplemente WWE está haciendo algo mal para generar el interés de los fans que ahí están, sólo esperando a ver algo interesante.

Podemos enumerar tres fallos de meses recientes:

  • El ascenso y caída de Kevin Owens.
  • La perenne presencia de Seth Rollins en Raw.
  • La inconsistencia de Triple H y Stephanie como personajes.

Ya con esos tres fallos surgen ramificaciones que afectan todo el producto. Analicemos:

  • Kevin Owens llegó al elenco principal, humilló a John Cena, venció a John Cena, pero al final WWE pisó los frenos, porque bajaron las ventas de camisetas y fueron presas del pánico. No se atreven a crear a otro estrella porque temen que si John Cena cae no se puedan recuperar, lo cual es la mentalidad que existía hace 25 años con Hulk Hogan. Pero al pisar los frenos se crea un efecto dominó: Si Owens no pudo con Cena, entonces nadie puede con Cena y no tiene caso seguir viendo Raw, porque es como leer un cómic de Supermán de los 50s.
  • Seth Rollins es un gran luchador, y no está mal que también sea tramposo. El problema es que ya resulta repetitivo. Y si le sumamos que ni rompiéndole la nariz a Cena pudo vencerlo, su debilidad está sobradamente acentuada. Se ha llegado al punto en que existe la percepción de que cualquier otro campeón (Ethan Carter III, Jay Lethal, Kazuchika Okada, El Patrón Alberto o hasta Máximo) es mejor campeón que Rollins. Y no es culpa suya que esa percepción esté generándose.
  • A principios de siglo, la facción McMahon-Helmsley mandaba en WWE. Ahora sucede lo mismo. ¿Cómo puede ser? En Survivor Series habían perdido el poder, pero lo recuperaron de la forma más estúpida posible: Haciendo que John Cena (que no tiene posición de poder) aceptara su regreso de manera verbal (ni siquiera por escrito). Ese golpe a la credibilidad se convierte en combo cuando Triple H tiene una desgastante lucha contra Sting en WrestleMania y minutos después regresa al ring, trajeado, como si nada, para pararse el cuello junto con su esposa al anunciar el número de asistentes al estadio. Triple H y Stephanie a veces son buenos, a veces son malos; no les importa. Sólo quieren ser el centro de atención, y dado que sus posiciones de poder son reales y pueden vetar cualquier idea de los creativos, el odio del público es real, no es de “te abucheo porque eres rudo”.

Pero en fin.

En conclusión, la tendencia de los ratings continuará a la baja, pero no habrá mayores problemas mientras dicha tendencia se mantenga congruente con el resto de la programación televisiva (porque las cadenas cobrarán más a los anunciantes y los ingresos se mantendrán). Pero WWE no puede darse el lujo de presentar bajas de ratings mayores a la media, porque sus accionistas pueden entrar en pánico.

Así que lo que puede esperarse es que WWE prepare un ángulo de grandes dimensiones, algo que cambie el statu quo actual. La presencia de Vince McMahon suele elevar los ratings, así que podamos esperar su regreso en breve.

Un giro en el personaje de Seth Rollins, confiar en alguien que no se llame John Cena y la desaparición de The Authority es lo que por ahora sería bueno para los negocios.

LA LUCHA SIGUE...
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