Decir que el público mexicano está feliz por el debut de Penta en WWE es quedarse corto. Y no lo remarcamos solo por el sentimiento generalizado del público mexicano, sino por el sentimiento generalizado del público universal de la lucha libre: toda persona que haya seguido los pasos del nativo de Ecatepec, Estado de México, sea compatriota o no, sabe de su capacidad. Por consiguiente, en términos generales lo recibe con brazos abiertos a una WWE que, casualidades de la vida, se encuentra en un punto de transición histórico en su existencia, en dirección, potencialmente, hacia una posición mucho más mainstream en la consideración global de la marca.
Para muchos, ambas cosas suceden en conjunción, un momento clave tanto en la historia de la empresa como del empleado. Porque con tan solo ver al enmascarado decir presente en la promotora más grande del mundo, en una posición de tanto protagonismo y dentro de un contexto donde daría la sensación de que las luces del mundo apuntan a la flamante incorporación de WWE al todopoderoso Netflix, es motivo suficiente para que, en caso de aquel público que siguió sus pasos, se germine la esperanza de que esta vez sí, la quincuagésima sea la vencida y la gran W haya hallado finalmente a un luchador latino que pueda llegar y (aún más importante) mantenerse en plazas estelares de aquí al largo plazo. Una estrella, ahorrando palabras.
► Por qué Penta no es el próximo Rey Mysterio
Con el paso de los años, tanto dentro de WWE como fuera de ella se usó mucho el término «próximo Rey Mysterio» para referirse a ese lugar del que hablamos.
La búsqueda por ese talento especial que juntase los requisitos que el gran pequeño gigante supo apilar durante todas estas décadas (carisma, habilidad en el ring, el look y la personalidad apropiados para calar en el colectivo, con especial énfasis en niños para poder sacar rédito económico en la mercancía; una promo decente y, por supuesto, representar con altura al mercado latino en el mundo) se extendió hasta el cansancio. Hubo asomos de éxito (Alberto del Rio), intentos fracasados (Sin Cara), experimentos (LWO) y tanto más también, pero nunca terminaron de dar en la tecla.
Aproximadamente desde 2011 en adelante, la empresa se dispuso a enfocar toda su energía en encontrar a ese próximo enmascarado de gran carisma, habilidad en el ring, con el look, la personalidad apropiada para conectar con los niños, una promo decente y un profesionalismo digno de ser la cara de millones de personas alrededor del globo… Pero, ¿por qué no lo encontró? Habiendo tantos candidatos, ¿cuál fue el causante de tantos fracasos consecutivos? ¿Mala elección de los protagonistas? ¿Mal manejo desde la parte creativa? ¿O acaso, solo acaso, el gran problema radicó concretamente en el enfoque? Y con esto queremos decir: ¿Y si la obsesión por querer estereotipar al «próximo Rey Mysterio» a toda costa, a imagen y semejanza del oriundo de San Diego, fue el verdadero problema todo este tiempo?
Y es que si buscamos el denominador común en todos los casos fallidos, nos topamos con que detrás del 99.9% de los grandes fracasos está la intención de la compañía por replicar la imagen e identidad de Mysterio.
El problema es que todos ellos no eran Rey Mysterio, pues Rey Mysterio es así de forma orgánica, no forzada. No es casualidad que aquel luchador al que mejor le fue desde el comienzo de esta interminable búsqueda ha sido Del Río, quien, podría decirse, dista muchísimo de ese prototipo. Lo mismo aplica para Dominik, el propio hijo del fenómeno, cuyo mayor atributo ha sido diferenciarse de su padre en cuanta manera fuera posible.
A través de esta explicación buscamos argumentar que el concepto de «próximo Rey Mysterio» no tiene sentido. Resulta una tarea prácticamente imposible que alguien pueda ponerse en los zapatos de Mysterio, como también lo sería ubicar a un ser humano en la faz de la tierra que diera la talla como «el siguiente Eddie Guerrero». Cada cual es como es. Y punto. Existen tantísimos luchadores del Consejo Mundial que pueden presumir ser superiores al Mysterio versión 2025 en el ring. Eso no les convierte en estrellas en bruto.
Penta, entonces, debe ser Penta y ya.
► ¿Expectativas exageradas?
Que le puede ir muy bien, eso está por verse. Desde el arribo de Triple H a la silla central de WWE, no hemos contado muchos casos de gladiadores latinos siendo impulsados. El LWO es un buen recordatorio de que las segundas partes suelen ser una pésima idea. Y si el propio Mysterio batalla semanalmente por tener un lugar en televisión, perdónanos, conocedor, pero permítenos no ser tan optimistas sobre el futuro del flamante ex-AEW.
Si algo hemos aprendido de la historia de WWE es que cuando X no domina el micrófono, X acaba con un mánager, dentro de un equipo o en un grupo. En el caso de los latinos, el patrón tiende a esto último. Rey Fénix está en camino y en cuanto aplicamos la regla de tres simple, es muy fácil predecir lo que puede pasar. Triple H no ha heredado de su predecesor demasiadas cosas de las que resaltan a simple vista, pero si hay un talón de Aquiles que comparten con Vince McMahon en su juego, esa es la división por parejas. Alguna semejanza había de existir, siendo que Levesque aprendió de su yerno el arte de programar. Y entonces volvemos a la pregunta: en estas condiciones, ¿qué tan lejos puede llegar Penta? O, ¿qué tan lejos puede llegar Rey Fénix?
En una división por parejas muerta en vida, las opciones de crecimiento decrecen.
Lo que difícilmente falle, y aquí es donde cambiamos el chip y nos ponemos en plan optimistas, es la parte del marketing. Penta tiene carisma, un look increíble y una frase pegajosa que en conjunto conforman un potente atractivo de venta. No cualquiera logra ser el #1 en venta de mercancía de WWE, y por más que no debamos ilusionarnos con que así sea su realidad de ahora en más, es un buen candidato para ocupar ese rol, como también lo fue Sin Cara en su momento (de ahí la resolución de continuar con el personaje tras la salida de Místico en 2014). Dicho esto, y Sin Cara sirve como prueba, una cosa no va de la mano con la otra: no hay garantía de un impulso importante y/o prolongado.
En definitiva, lo último que se pierde es la esperanza y no podría ocurrir mejor cosa que WWE nos calle la boca y Penta se convierta en una estrella. Suena improbable, mas no imposible. Todo depende de Penta y principalmente WWE. Los demás seremos espectadores.