Mick Foley revela historias inéditas y extremas de WWE

La leyenda de la lucha libre Mick Foley comparte anécdotas de WWE, desde caídas brutales y lesiones insólitas hasta su inolvidable relación con Vince McMahon pasando por su rivalidad con The Undertaker.

► Historias de Mick Foley

«Cuando me uní a WWE, le di al Undertaker un cassette VHS con algunas de las cosas que había estado haciendo en Japón, y él me dijo: ‘Eso es admirable, pero no vamos a hacer ese tipo de cosas aquí.’ Nunca imaginando que terminaríamos superando todo lo que estaba en esa cinta.

Recuerdo tener una conversación intensa con Paul Heyman sobre hacer un ángulo con Public Enemy, donde yo decía: ‘Si me dan un solo golpe, uno bueno con ese bate de béisbol, y me dañan el ojo, eso parece perfectamente razonable para atraer a unas 750 personas en un salón de bingo.’ Algunas de las cosas más extremas que quería hacer se daban frente a las multitudes más pequeñas imaginables.

Con los años, hubo varias ocasiones en las que quise lanzar un codazo desde un balcón, como en el Korakuen Hall en Japón, y yo miraba hacia abajo desde las gradas pensando: ‘Son unos 7 u 8 metros, ¿podría atravesar esa mesa?’ Y en ese tiempo yo creía que sí, no creía en mi propia mortalidad.

Una de las lesiones más dolorosas que tuve no fue en el ring, sino en el set de un programa llamado Warren the Ape. Lo gracioso es que solo conseguí ese papel porque Chris Jericho lo rechazó. Terminé compartiendo escenas con una marioneta de simio alcohólico, drogadicto y adicto al sexo. [risas] Fue surrealista.

Siempre pensaba en escenarios: si me daban tres pasos de carrera, podía lanzarme con el mejor codazo que pudiera dar. Pero cuando lo hice ahí, mi cuerpo rebotó y se torció horriblemente. Estaba en el suelo diciendo: ‘¡Dios mío!’ Y me decían: ‘No te preocupes, nadie lo verá.’ Y yo contesté: ‘Soy luchador, grábalo todo. Mi carrera se basa en cosas que han salido terriblemente mal.’

Sobre las luchas de Buried Alive, participé en dos: la primera, la original, con Undertaker, y luego otra en parejas. Recuerdo que el Big Show me lanzó desde el escenario hacia la tumba. No lo practicamos, no había colchonetas, simplemente lo hicimos. Por suerte caí perfecto, en un solo movimiento, dentro del hoyo.

 

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También hay cosas absurdas que solo en la lucha libre tienen sentido. Como esa foto mía aplicándole la Mandible Claw al Undertaker mientras Goldust lamía lo que quedaba de mi oreja. Eso no se lo puedes explicar a alguien ajeno a la lucha, pero cualquier fan lo entiende sin necesidad de explicación.

Antes de mi inducción al Salón de la Fama en 2013, fui a ver a Vince McMahon. Estaba nervioso, sin confianza, como una sombra de mí mismo. Le pedí que, al terminar mi discurso, me dejaran volar por los aires en un trineo con Santa Claus. Vince me miró y dijo: ‘¿Por qué demonios querría hacer eso?’ Me sentí devastado, pero recordé lo que me dijo cuando firmé: que WWE no daba garantías, solo oportunidades. Así que le dije: ‘Si en 1996 pudiste hacer caer un rayo real desde el marcador de un estadio, entonces en 2013 puedes encontrar la manera de hacerme volar en un trineo con Santa.’ Vince se quedó callado, y después me respondió: ‘Mick, es más fácil cambiar los patrones del clima en interiores que levantar un trasero de tu tamaño por los aires.’

Sobre mi personaje de Mankind, esa oscuridad inicial fue lo que me permitió después evolucionar a un Mankind más simpático y humano, lo que dio lugar a la historia con The Rock y la dinámica con Mr. McMahon. Fue muy especial. Si no hubiera existido ese Mankind oscuro, nunca habría existido el más ligero y cómico. Cactus Jack pudo haber hecho mucho, pero no de la misma forma. Ese contraste entre la oscuridad y la humanidad fue lo que marcó mi carrera

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