Las máscaras caen, los héroes no. El reinicio de Makabre.

La osadía se paga, las ganas de triunfo tienen un precio y generalmente sólo el cincuenta por ciento de los involucrados salen con la mano en alto. Pocos pueden seguir con la senda triunfal. Y si la victoria se da, las probabilidades de repetir el triunfo disminuyen, como disminuye la salud, la juventud y la vida.

Aún se recuerda en los rededores de Medrano 67, en la mera perla de occidente, al joven de escaza figura, pero con la hidalguía que rompió parámetros, alguien que había debutado como Auris pero que personificado en el metalero y oscuro nombre de Makabre consiguió el sueño de aquel niño que acompañado por su padre había descubierto el mágico mundo de la lucha libre. Un joven que a pesar de lo que implicaba ser de provincia pudo enfrentar a todo lo que le pusieron venido de la capital, que no fue poco, pues a finales de los noventas y en los albores de este siglo había gran talento en las divisiones pequeñas como Ricky Marvín, Astro Boy Jr. (hoy Mýztezys) o Viruz. Y qué decir de los locales como Corsario, Espacial, Dakota, El Calavera Jr. o el veterano Flash. No entendía de rivales o de superioridades, se trataba de ser, de demostrar, de hambre de logros y triunfos. Makabre consiguió pues torneos, máscaras, campeonatos, todo lo que se atravesó en su camino, todo lo que se atravesó.

Eran los inicios de la lucha violenta, la mal llamada extrema, sin embargo con Makabre como protagonista la palabra extrema sí tenía sentido. Y aunque ya había tomado parte de empresas como Promo Azteca, su sentido independiente y las escazas oportunidades de dar el siguiente paso, de luchar más arriba, lo hizo dejar la que fue su casa por tanto tiempo la Arena Coliseo de Occidente, y buscar en las otras arenas de Guadalajara un nuevo refugio, sus combates en la Arena Roberto Paz o en La Jalisco son y serán recordados por la entrega del metalero Makabre.

También en otros lados y en otras arenas su espíritu de noble pero arduo guerrero fue conocido. Makabre pues luchó en el Distrito Federal, Monterrey, Mazatlán y muchas otras partes de la república, con la mano arriba, generalmente o por lo menos en las reyertas que lo ameritaban. Alternó con los mejores, pero una piedra en su zapato comenzó a castrar, una piedra llamada Rayman. Otro luchador surgido de la eterna cantera de Gran Cochisse y el legendario Cuauhtémoc “Diablo” Velazco, que por diversas situaciones le volteó bandera a Makabre, generando una rivalidad de más de cinco años en todas las arenas donde se presentaron. Un día Makabre supo que no había vuelta y que la situación no podía seguir así, obligando a Rayman a aceptar el duelo máximo, el que originaría un cambio drástico en la vida del gladiador, perder la máscara.

Makabre listo para retomar su carrera. Foto Facebook.
Makabre listo para retomar su carrera. Foto Facebook.

 

El resultado ya es de sobra comentado, Pedro Olveda dio la cara, dejando la máscara negra en manos de un digno rival que lo superó en el cuadrilátero. Sin embargo algo extraño ha pasado en estos días con Makabre, un efecto que sólo en contados casos pasa, la afición ha elogiado más al caído que al victorioso. El infierno que pasó Makabre al dejar la incógnita se convirtió en una acogida calurosa por el público que reconoce su valor, su calidad y su pasión por la lucha libre. Makabre reinicia este fin de semana su carrera, ahora sin la cara cubierta, pero con la actitud y las ganas de seguir demostrando, con nuevas ganas, con más sed, con más hambre, sabiendo que las máscaras caen, pero los hombres que les dan vida no, los héroes no sucumben. ¡Suerte en lo que viene Makabre!

Makabre y su nuevo look. Foto Facebook.
Makabre y su nuevo look. Foto Facebook.
LA LUCHA SIGUE...
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