El día de hoy, 19 de septiembre, México recuerda uno de los días más tristes en su historia: el gran sismo que sacudió a todo el país en 1985 y derribó buena parte de la conocida desde los tiempos de La Colonia, como La Ciudad de los Palacios.
El sismo de magnitudes no vistas hacía mucho tiempo sumió en una nube de escombros buena parte de la Ciudad de México y mató a centenares de personas que iban apenas a comenzar un nuevo día de actividades. Ese temblor que afectó a tantos, y que ante la pasividad de nuestras autoridades sirvió también para sacar de lo más profundo los valores que nos definen como mexicanos: la solidaridad, el deber con el otro más alicaído que uno mismo.
Eso fue lo que sacó a este país adelante, que cual ave fénix se reconstruyó a partir de sus cenizas, sí, pero con otra mentalidad, más propositiva y más activa. Sacudió nuestro país, es cierto, pero también sacudió nuestra forma de pensar y de entendernos como cohabitantes de este espacio al que llamamos Patria.
Sin embargo, entre lo desafortunado estuvo la pérdida de valiosos mexicanos que nos dejaron esa mañana de jueves. Aunado a lo anterior las importantes pérdidas materiales sufridas por todos los sobrevivientes, y algunos daños menores, entre ellos el propiciado a la lucha libre, que se perfilaba para celebrar el 52 aniversario de la Empresa Mexicana de Lucha Libre en la mismísima Arena México, un día después de la tragedia, el viernes 20, con un atractivo cartel formado por las estrellas del momento y encabezado por un mano a mano de alarido y que terminaría por develar una incógnita: El Dorado se mediría ante El Supremo. Una rivalidad que tenía varias semanas gestándose. Además el cartel contaba con un sólido respaldo: Campeonato Mundial Medio: Cachorro Mendoza vs.Solar I; Apolo Dantés, Súper Halcón y Tony Salazar vs. Sangre Chicana, Cien Caras y Faraón; LOS INFERNALES (Satánico, MS1 y Pirata Morgan) vs. LOS BRAZOS (Brazo de Oro, Brazo de Plata y El Brazo); y Américo Rocca, Stuka y Gran Cochisse vs. Jerry Estrada, Mocho Cota y Enfermero.
Sin lugar a dudas, el choque de máscaras era por demás esperado, aunado el duelo titular y los ya para entonces característicos relevos australianos. La pena que embargó a la Ciudad cerró la Catedral de la Lucha Libre en uno de sus aniversarios, y se tuvo que esperar varias semanas para su reapertura, y el duelo de máscaras ya nunca se realizó… la rivalidad se enfrió, y como todo lo demás en este país, la vida siguió de otra forma a la anterior del gran sismo. Dorado perdería la máscara en 1986 en el Palacio de los Deportes ante el Fantasma; Supremo tendría ese mismo destino en diciembre de 1992 en una lucha de antología ante Pierroth Jr. en la monumental Arena México.
Con especial dedicatoria para todos los mexicanos que perdieron a alguien en esa trágica fecha, el equipo de SÚPER LUCHAS honra el recuerdo del espíritu mexicano que se supo sobreponer a la catástrofe.