Joshua Franco es el nuevo campeón al derrotar a Andrew Moloney.
Dicen que Moloney dijo que estaba listo para Román González o Juan Francisco Estrada.
Pero Joshua Franco le cambió los planes.
Moloney fue muy propositivo al inicio de la pelea. Lanzó los primeros golpes e impuso distancia.
Moloney determinó el ritmo del combate, sólo por algunos rounds.
A partir del cuarto round, Franco consiguió el control de las acciones.
Más allá de los golpes, Franco dominó por dos razones importantes:
-Todo el tiempo tuvo a Moloney de espalda a las cuerdas, le redujo el campo de acción, no le dio espacio.
-Sus movimientos de cintura hiciera la diferencia a su favor, pues le permitió evitar castigo y conectar golpes.
Sí, la pelea fue más cerrada de lo que puede parecer, pero cuando Franco se apoderaba de las acciones, los golpes iban y venían.
En cambio, cuando Moloney lo hacía, podría pasar segundos sin lanzar, sólo retrocediendo.
Moloney estuvo gran parte de la pelea de espalda a las cuerdas, ojo, no «contra las cuedas», sino de espalda a ellas.
Al no se consciente del espacio que tenía atrás, sólo se limitó a retroceder hasta que se veía acorralado.
Lo malo para él es que su manejo del cambio de ángulo en esa zona no fue eficiente, y le causaba problemas.
Franco, por su parte, aunque sí recibió golpeo, fue muy consistente en su ataque.
Con la cintura se sacaba los golpes que le mandaba Moloney además de que conectaba sus propios impactos.
Ahí fue donde Franco se llevó la ventaja, porque con la cintura conectó un poco más de lo que le cayó.
Con lo que selló su vitoria, a ojos de los jueces, fue con el derribe de Moloney en el onceavo round.
Mala suerte para Andrew, pues de haberse mantenido en pie, habría retenido su cinturón.
Esto porque la tarjetas de los jueces dictaminaron puntuaciones de: 115-113 y 114-113 en dos ocasiones.
Es decir, habría sido un empate mayoritario.
Pero Joshua Franco es el nuevo campeón supermosca debido a que conectó ese golpe venenoso que le dio el gane.