Hoy, 26 de mayo, se cumplen tres años de uno de los decesos que han marcado a la lucha libre mexicana; hace tres años partía de este plano Héctor Garza «El Querubín».
Fue víctima de cáncer pulmonar, enfermedad que lo obligó a retirarse de los cuadriláteros en octubre de 2012 y que en siete meses lo derrotaría. Pero no se recuerda al hombre por como murió, si no por lo que hizo en vida y esta relevancia es la que lo catapulta a otros estratos.
Héctor Solano Segura (su nombre real), estaba hecho para grandes cosas, y desde sus inicios en Monterrey bajo la batuta de su padre Humberto Garza, Héctor dio señales inequívocas que una verdadera estrella estaba en proceso, así que cuando llegó a la Arena México fue el rival natural de muchos veteranos que buscaban mantenerse en los planos estelares; con un físico envidiable, en un principio no fue del todo bien recibido por cierto sector de la afición al considerarlo sólo cuerpo, pero cayó bocas y relegó a los luchadores veterano tras demostrar su talento y su técnica intachable, sumado a su gran agilidad al ejecutar perfectamente como pocos, lances prácticamente imposibles para alguien de su peso y talla.
De ahí en adelante nada lo detuvo, veinte años de sólida carrera que se dicen fáciles, pero con su carácter y determinación fueron años colmados de grandes logros: nueve títulos (incluso al fallecer era campeón en dos categorías), ganador de más de 30 torneos, 12 luchas de apuesta ganadas (de 15 en las que se vio involucrado) y miembro fundamental de los grandes equipos donde formó parte, hablan de un gladiador que vivió de manera apasionada la lucha libre, sinónimo de espectáculo, emoción, entrega y pasión. A todo esto se suma su gran personalidad, que conquistaba al público por su sencillez, por su alegría contagiosa.
Hoy a manera de homenaje, SÚPER LUCHAS recuerda a Héctor Garza, cuyo nombre se encuentra labrado en el selecto grupo de leyendas de la lucha libre en México y el mundo entero.