El día de hoy, la familia de Lourdes Grobet ha dado la triste noticia de que la fotógrafa falleció, quien gozara de una estupenda técnica para retratar la acción en los cuadriláteros y también fuera de ellos.
Nacida en la Ciudad de México el 25 de julio de 1940, María de Lourdes Grobet Argüelles fue una niña inquieta que tomó clases de danza hasta que una enfermedad la detuvo. Poco después comenzó a estudiar dibujo y ayudó a pintar algunos murales bajo la tutela de José Suárez Olvera. Después cursó la carrera de Artes Plásticas en la Universidad Iberoamericana y posteriormente migraría al Reino Unido para hacer carrera en el Diseño Gráfico y la pasión que descubriría tras la lente, Fotografía.
Aunque siempre estuvo maravillada por el mundo de la lucha libre, no fue sino hasta que ya era mayor de edad que pudo incursionar en este, debido a que su familia no consideraba al deporte espectáculo como digno para una damita como ella. Sin embargo, la fiesta colectiva, la pasión de los combates, la magia de los colores y las vestimentas, además del misterio de las identidades hicieron que apenas pudiera se involucrara en la lucha libre.
A finales de la década de los sesentas del siglo pasado, ingresó como fotógrafa a cubrir varias funciones, la primera en la Coliseo capitalina, la propia Lourdes recordó así aquel momento:
«Desde niña, mi padre fue campeón nacional de ciclismo y tenía un gimnasio en casa, quería que me llevaran a las luchas porque en ese momento se empezaban a mostrar en televisión en el 55. En mi casa de inmediato hubo tele, pero nunca me quisieron llevar porque era niña, era mujer y se me quedó ahí el gusanito.
«Ya cuando fui grande y con mi cámara he podido resolver todos mis problemas psicológicos, necesidades físicas, ideas, de todo y pues se me ocurrió un día ir a sacar fotos a la Arena Coliseo. Me metí y causé un problema porque nunca habían visto a una mujer sacar fotos de lucha libre, hubo una revuelta un poco rara, al final me dieron chance.
«Cuando ingresé a ese ambiente descubrí un México que no conocía, un México profundo. Juré nunca hacer foto folclórica de inditos y demás, pero allí es donde encontré al indio urbano y descubrí al verdadero mexicano urbano. Era maravilloso porque no había güeros, yo era la única y el público era la gente de los barrios, de los pueblos, incluso se le llamaba el deporte de los pobres. Era un ambiente maravilloso, increíble, amable, respetuoso. En ese entonces estaba joven y muy guapa y me decían “güera que buena estás” pero no pasó de ahí. Se me fueron abriendo puertas, luego me interesó el público que era muy especial. Me metí con las mujeres que también aprendí muchísimo de ellas: no pueden mantenerse de la pura lucha, los bailes de coronación de las reinas, vi cómo la lucha tenia su propia coreografía. Hice comparaciones de cuerpos bailando y cuerpos en el ring. Acabe visitando sus casas para comer con ellos, porque la gente conoce su vida en el cuadrilátero pero nadie conoce su vida interna. A los que les hice retratos que no quisieron en su casa, buscaba sets adecuados para fotografiarlos, pero lo que quería era llegar al fondo del ambiente de la lucha, fueron 30 años de mi vida ahí.»
Aunque es injusto decir que todo su trabajo es sobre la lucha libre, si ha sido el más resaltado ya que desde mediados de los ochentas presentó diferentes exposiciones con esta temática, tanto en México como en el resto del mundo. De acuerdo a Óscar Colorado Nates, el arte de la Grobet: «está marcado por la experimentación: diapositivas, infrarrojo en blanco y negro… Los resultados han sido una suerte de premoniciones estéticas de lo que habría de prevalecer en la fotografía del siglo XXI. Su fotografía callejera es poderosa, dinámica, llena de textura y con una narrativa excitante.»
Muy alejada del periodismo o la historia, Lourdes definía su trabajo tras la lente como un lenguaje. Cuando el Instituto Nacional de Arqueología e Historia la reconoció en 2014, ella recordaba esto:
“Muchas veces no supe quién ganaba una lucha. Yo iba en busca de imágenes, no de documentación deportiva.»
Vinculada con el feminismo ideológico, su carrera se hermanó a la de las gladiadoras del cuadrilátero, en una entrevista, la periodista Maribel Luna, de la revista Siempre, le preguntó sobre el feminismo que le enseñaron las luchadoras mexicanas, Lourdes respondió:
«El feminismo que hemos estado portando del centro europeo, es uno que no nos toca a las mujeres y menos a la mujer mexicana, menos a las mujeres de otras clases sociales. Por otro lado, las mujeres luchadoras tienen una gran fuerza con la cual por eso son luchadoras, es otro manejo de la femineidad y también ellas mismas se han tenido que esconder de la familia, muchas por eso salen enmascaradas, nunca se sabe quiénes son pero lo superan, inclusive dentro del ambiente. Nunca, en los 30 años que estuve, les dieron a las mujeres peleas estelares, y mira que hay mejores que los hombres, buenísimas, campeonas internacionales, pero nunca se las dieron, jamás lo he visto.»
Ya con el nuevo siglo, Lourdes Grobet publicó uno de los libros que más tiraje ha tenido en el país, Espectacular de Lucha Libre, donde plasmó mucho de su trabajo durante esas tres décadas dentro de las diferentes arenas de todo el país, sus aficionados y la vida de los gladiadores tras el glamour que conlleva la lucha libre. Retrató a las principales estrellas de lucha libre, desde Santo, el Enmascarado de Plata, hasta El Solitario, pasando por Blue Demon, Aníbal, Canek, Fishman y tantos más. Posteriormente hizo otro también con temática del mundo luchístico: Retratos de familia.
Todo el equipo de SÚPER LUCHAS nos unimos a la pena que embarga a sus hijos: Alejandra, Xavier, Ximena y Juan Cristóbal, a sus amigos cercanos y a todo la familia luchística por tan sensible fallecimiento.