Una carpa con olores non gratos fue el marco para una de las épocas más importantes en la lucha libre mexicana, la del Pavillón Azteca, cuna de personajes que lograron quedarse en el imaginario colectivo, el más importante, sin dudarlo, Súper Muñeco, pero a la par de él hubo nombres como Súper Ratón, Pinocho, Rocky Boy, El Macho, Los Dragones Chinos, Los Halcones Dorados, El Canalla, El Mercenario, Tigre de Bengala y tantos más que formaron una época, uno de los que destacó con luz propia y sin el amparo de un personaje o una máscara fue Dardo Aguilar.
Dardo Aguilar empezó en la lucha libre en la década de los sesentas, alumno de Chico Hernández (Francisco Ascención Hernández Garcia) en la tremenda cuna de talento luchístico llamado Gimnasio Gloria, quien lo animó a debutar a los 23 años, comenzó a destacar entre los pesos ligeros en el circuito de la Seria y Estable. Ya con algo de experiencia, en 1975, conquista ante el Campeonato Nacional de Peso Ligero arrebatándoselo a Antonio Grimaldo, Tauro, en la legendaria Pista Arena Revolución. El pique entre estos duró buena parte del año y culminó cuando Tauro logró recuperar el título en Cuernavaca.
Al poco tiempo, Dardo se perdió, y como por obra de magia surgió El Mago, un elegante técnico que causó época. Ya Dardo había portado otro personaje con máscara, El Astuto, el cual no tuvo mucha historia. Sin embargo con El Mago, el gladiador llegó a tomar notoriedad durante los martes populares en la Arena Coliseo capitalina, rivalizando de manera importante con un rudo contemporáneo a él, El Talismán. La rivalidad tomó tintes sangrientos y llegó al punto de no hay retorno, disputándose las incógnitas el 7 de octubre de 1980 ante una estupenda entrada. El Mago se quedó sin trucos, y Dardo volvió a dar la cara a la fanaticada.
Era una nueva década y nuevas oportunidades se abrían, ¿por qué no migrar a un nuevo elenco? Y así, llegó al Pavillón, primero con el personaje del Avispón, haciendo equipo con los Dragones Chinos, pero él estaba para llegar más lejos, el personaje le estorbaba, y volvió el Dardo, uniéndose a un equipo que revolucionaría la lucha libre mexicana, Súper Muñeco y Súper Ratón, el Trío Fantasía había nacido, alternándose la tercer plaza con Tigre de Bengala, hasta que Pinocho apareció para quedarse de completo con la plaza.
Ya era un luchador maduro cuando el Pavillón terminó, sin embargo él siguió en la lucha libre, una época como enmascarado, otras más como él mismo. Así, El Artista estuvo una época en El Toreo, y al inicio de Triple A, el ya veterano fue reclutado por Antonio Peña para encarnar una pareja que aunque efímera logró marcar su momento, los gallos del ring, Giro y Colorado, sin embargo pocas funciones usó el personaje de El Colorado, pues no se sintió a gusto en la Caravana y regresó a la cueva independiente como El Artista. Ya a finales de los noventas, el gladiador quería seguir dando que hablar y encarnó a Ying Yang, sin embargo ya su mejor época había pasado.
El luchador nunca deja de serlo, y así, aquel joven que debutara en los sesentas, más de cuarenta años después era una enciclopedia de conocimientos, los cuales, al ya no poder desplegarlos ante la afición, los comenzó a transmitir a la nueva generación, en el nuevo siglo, convirtiéndose en un maestro en toda la extensión de la palabra.
Siempre jovial, siempre alegre, siempre inteligente arriba y abajo del cuadrilátero, un caballero en toda la extensión de la palabra, Dardo Aguilar dejó un recuerdo imborrable en la lucha libre mexicana. Todavía, ya en este siglo, participó con algunos de sus compañeros de generación en una función tributo en la Arena San Juan a toda una época de luchadores que brillaron en las arenas chicas de la zona metropolitana, tales como Baby Richard, los Dinámicos, Pequeño Gigante, Coralillo, El Centinela, El Vagabundo, Potro Salvaje y tantos más ídolos de carne y hueso que construyeron aficiones donde las grandes estrellas no llegaban.
El día de ayer, 28 de marzo de 2017, a la edad de 74 años, Dardo Aguilar dejó nuestro plano existencial para recibir la oportunidad de volver a hacer lo que tanto amaba, luchar, pero ahora en la Arena Celestial. El equipo de SÚPER LUCHAS se une a la pena de todo el medio luchístico deseándole de todo corazón resignación a sus familiares en estos momentos de plena tristeza.