Deconstruyendo el mito de Ric Flair: ¿De verdad fue tan bueno?

La última lucha de Ric Flair volvió a asentar los reflectores sobre un luchador que nunca dejó de ser enfocado por éstos. Adicto a la fama, Flair buscó ser siempre el centro de atención: Cuando estaba activo en los rings, lo hacía siendo el más excéntrico. Cuando la edad lo obligó a dejar atrás los costalazos, cualquier escándalo era provechoso.

En sus mejores años fue extraordinario, uno de los más grandes de todos los tiempos… Al menos de acuerdo a la narrativa de Dave Meltzer, quien nombró al premio que el Wrestling Observer otorga cada año al mejor luchador como el Lou Thesz/Ric Flair Award.

¿Pero de verdad Ric Flair fue tan buen luchador? Yo respondería diciendo que la triste exhibición que vimos en el evento La última lucha de Ric Flair no fue muy lejano a lo que mostraba Flair en sus mejores años.

¿Y por qué Meltzer lo considera tan bueno? Ese sesgo podría explicarlo él mismo: “Los fans de la lucha creen que la mejor etapa es la que hizo que se enamoraran de la lucha”. La edad dorada de la lucha libre tiene fecha movible. Y pensar que todo tiempo pasado fue mejor impide la objetividad.

►Ric Flair, reflejo de su propia era

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Habrá quien se rasgue sus vestiduras, ¿pero cuántos de nuestros lectores crecieron viendo al Flair ochentero? La mayor parte de los fans hispanoparlantes que nos siguen crecieron con otros ejemplos: En México ya sea Canek en los ochentas, Octagón en los noventas o Místico en los dosmiles. En España, un niño de principios de los noventas conoció a Hulk Hogan y la colorida WWF de superhéroes caricaturescos. Habrá algunos pocos de la comunidad de intercambio de videocintas que, poniéndose anteojos oscuros, dirán que veían a Jumbo Tsuruta, Tatsumi Fujinami y Mitsuharu Misawa.

La primera vez que vi luchar a Flair fue en los ochentas. Lo primero que pensé es que lo mejor que tenía era su bata y el Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, como música de entrada. Habiendo crecido con lucha mexicana, ¿por qué me iba a impresionar Flair?

Porque admitámoslo: Ver a Flair como un gran luchador es un condicionamiento adquirido. Estamos condicionados a verlo como una leyenda; no es una experiencia propia. La mayor parte de los fans actuales conocieron a Flair cuando era ya un respetable veterano. Y era entonces cuando empezaba a dar luchas medianamente decentes gracias a sus rivales.

Y la intención de este texto no es faltarle el respeto a Ric Flair, sino desmontar su leyenda para entender el porqué de ésta.

► ¿Qué hizo grandes a los grandes del pasado?

Ed "Strangler" Lewis

Cuando la lucha era algo más sencillo, Ed “Strangler” Lewis presumía la fuerza de su candado. Para publicitarse ante la prensa, mostraba dicha fuerza apretando con sus brazos una cabeza de madera con resortes que se mandó construir. “¡Una fuerza sobrehumana!”, escribían los reporteros. “¡Si su rival no tiene cuidado, su cabeza explotará como un melón!”.

En esos años veinte del siglo pasado, Lewis sabía que unas cuantas declaraciones podían hacer volar la imaginación del público. Ya en el ring, esa imaginación hacía el trabajo mientras él estaba cinco o diez minutos aplicando un candado a su contendiente. En la mente de los fans, le estaba destrozando el cerebro.

Y por décadas, así funcionó la lucha en Estados Unidos. A Bruno Sammartino lo vendían como poseedor de una fuerza de cien caballos, un moderno Hércules. Y un simple abrazo del oso era percibido como un castigo despiadado. Sammartino ni siquiera se tenía que molestar en cargar a su rival: sólo lo abrazaba. Las gesticulaciones de dolor hacían el resto. Y el cuadro era, desde entonces, ridículo: ¿Por qué el rival no usaba sus puños —ambos libres—para golpear a Sammartino?

Y es cierto que en muchas otras llaves de lucha pueden adivinarse salidas fáciles que el rival no sabe aprovechar. No hay ejemplo más claro que La Carreta, de los hermanos Espanto, que los fans conocían más como ‘la pendeja’. Pero en el estilo de Estados Unidos ni siquiera había complejidad en las llaves. Las habilidades atléticas no tenían importancia en la puesta en escena.

Y Ric Flair aparece en el pináculo de ese estilo estadounidense. Mientras que en Japón y en México la lucha se había desarrollado como deporte, como arte, en los territorios de Estados Unidos seguía siendo un espectáculo carnavalesco.

Desde entonces, los grandes movimientos de Flair eran dos: El primero, ser arrojado hacia un esquinero, donde rebotaba para pasar por encima de la tercera cuerda, y estando a salvo en la ceja del ring recibía un lazo al cuello. El segundo, subir al tercer tensor para que su rival pudiera desde ahí lanzarlo sobre la lona.

Sus dos mejores movimientos eran maniobras en contra suya.

Como ofensiva, presumía de la llave Figure Four Leglock, que se traduciría como Candado a la pierna en forma de cuatro o simplemente cuatro a la pierna (gracias a la influencia de los comentaristas de WWE, que nunca han sido conocedores de lucha, los fans le llaman “Figura Cuatro” aunque ese nombre no tenga sentido). Esa llave se la copió a Buddy Rogers, pero no fue gran pecado copiársela tomando en cuenta que ya le había copiado todo el personaje: Tanto blanquearse el cabello como hacerse llamar “Nature Boy”. En México, la llave fue popularizada por El Enfermero décadas antes de Flair, y hasta la fecha se le conoce como “Cruceta del Enfermero” o simplemente cruceta.

Fuera de eso, no hacía mucho. Aunque eso sí, era brillante para hablar por micrófono, una característica que compartía con los luchadores más famosos de Estados Unidos. Porque para tener fama no necesitaban tener una gran técnica, ni siquiera un buen físico. Gran ejemplo es Dusty Rhodes, a quien se le recuerda más por su promo Hard Times que por alguna buena lucha que haya tenido.

► “¡Pero Flair hacía ver bien a sus rivales!”, dirán sus apologistas

En una tradición iniciada por Lou Thesz, los campeones mundiales solían dejar que los ídolos locales los vapulearan antes de vencerlos. Así le daban valor al territorio en el cual estaban de paso y dejaban el camino listo para una eventual revancha. Desde el punto de vista gringo ($$$) suena genial, ¿pero qué pasaba al mismo tiempo en México y Japón?

En las luchas de campeonato de estos dos países veíamos contiendas que lucían como altamente competitivas. Los japoneses intercambiaban golpes y azotones dejando ver todo su espíritu guerrero. En México, era el momento de mostrar conocimientos técnicos, pues aunque el resto de la rivalidad hubiese sido violenta, el duelo decisivo era de caballeros.

Mientras la puesta en escena en México y Japón era shakesperiana, en Estados Unidos era el teatro del absurdo.

En Estados Unidos, seguía la lucha de caricatura en la WWF de Hulk Hogan, en tanto que en los territorios afiliados a la NWA, había un estilo más realista, pero que lucía pobre al lado de lo que se veía en otros países.

Ric Flair se consagró derrotando a Harley Race en el primer Starrcade. Ganó una lucha en jaula con una plancha desde las alturas, y aunque suene espectacular, la movida parecía un chiste al lado de una plancha como las que Mil Máscaras hacía desde quince años antes.

Flair sobrevivió a los ochentas y llegó a los noventas haciendo lo mismo. Y fue mejorando gracias a una revolución iniciada por Bret Hart.

Debido al escándalo de esteroides en WWF, los Hogans y Warriors fueron desfasados y la estafeta le fue dada a Hart, un luchador canadiense que se había fogueado enfrentando a los mejores del mundo, y que introdujo algo que ahora suele llamarse “narrativa”. Ya no eran los discursos al micrófono, sino las luchas mismas, las que ahora contaban una historia.

Hart, Shawn Michaels y los luchadores mexicanos que llegaron a Estados Unidos —principalmente Rey Mysterio, Juventud Guerrera, Psicosis y Súper Crazyinspirarían a la siguiente generación, creando un estilo más completo.

Flair, con su reputación como parte principal de su arsenal, siguió activo en el nuevo siglo, como fósil viviente, vitrina a un pasado que es visto con nostalgia por muchos, pero que objetivamente fue malo. Porque digámoslo claro: En los ochentas, la lucha en Japón y México era genial, pero en Estados Unidos era mediocre.

Ahora son otros tiempos, y podemos ver en Estados Unidos encuentros majestuosos, como Hangman Page vs. Bryan Danielson empatando en AEW tras luchar por una hora…  O también Roman Reigns vs. Brock Lesnar en el pasado SummerSlam en una guerra tan brutal como creativa. Dos luchas muy diferentes, pero ambas de calidad de cinco estrellas.

¿Ric Flair fue tan grande como dicen? Objetivamente, no. Pero fue tan bueno como podía ser un luchador estadounidense de su tiempo.

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